“El patriarcado es un juez, que nos juzga por nacer y nuestro castigo es la violencia que ya ves. Es feminicidio. Impunidad para el asesino. Es la desaparición. Es la violación… El violador eres tú. Son los pacos (policías). Los jueces. El Estado. El presidente. El estado opresor es un macho violador.”
El performance del colectivo feminista LASTESIS, de Valparaíso, llevó la teoría feminista a la escena pública de Santiago, la capital chilena, el pasado 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Desde entonces, en vivo y a través de las redes sociales, le ha dado la vuelta a Chile, Latinoamérica, Europa y el mundo.
¿Por qué se viralizó este performance, tan “chileno” a primera vista? ¿Por qué no para en Valparaíso, Valdivia, Temuco, Antofagasta o Concepción? ¿Por qué sigue a Lima, Buenos Aires, Ciudad de México, Bogotá, Caracas, Madrid, Barcelona, Oviedo, Paris, Londres, Berlín, Nueva York? ¿Por qué ha llegado incluso a Estambul, a Melbourne, a una versión con lenguaje de señas? ¿Se explica por la presencia de migrantes latinoamericanas en estas latitudes?
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Mensaje universal, creativo y conmovedor
“El mensaje chileno es en realidad un mensaje universal: ¡la violencia contra las mujeres es una violación de los derechos humanos!”, responde a DW Chantal Louis, redactora de la icónica revista feminista alemana Emma.
“Desafortunadamente, existe en todo el mundo y, afortunadamente, hay también mujeres en todo el mundo que luchan contra ella. Y si esta lucha tiene una forma creativa y conmovedora, como la actuación chilena, entonces es natural que las mujeres de todo el mundo la hagan suya” agrega.
Ulrike Helwerth, directora de comunicación del Deutscher Frauenrat, que agrupa unas 60 organizaciones de mujeres en Alemania, va más allá: “La violencia (sexualizada) contra mujeres y niñas tiene proporciones epidémicas en todo el mundo”, dice.
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Diversas, pero igualmente amenazadas
“La amenaza que representa la violencia de género” conecta a las mujeres, sean feministas o no, alemanas o chilenas, europeas o latinoamericanas, asegura la portavoz de la federación alemana de organizaciones femeninas. Y las estadísticas lo demuestran, no importa quiénes somos, dónde vivimos, ni si lo creemos o no.
“¡Cada tercer día un hombre mata a su esposa o expareja en Alemania! Estos son números extremadamente aterradores. Y son completamente independientes de los ingresos, el bienestar, la educación. Económicamente, las condiciones de vida en nuestros países pueden diferir significativamente, pero en cuanto a las condiciones de esta violencia, poco”, resume Helwerth.
La editora feminista Chantal Louis, por su parte, ilustra los mecanismos con que opera esta violencia: “En todos nuestros países, estamos tratando con los mismos mecanismos patriarcales. A la víctima de una violación casi siempre se le culpa también por lo sucedido, o se duda completamente del hecho porque ‘ella misma lo quiso’. La violencia se trivializa, la mayoría de las víctimas no denuncian los hechos y, si lo hacen, a menudo el perpetrador no es condenado”. En consecuencia, se engrosa la lista de cifras aterradoras: “En Alemania, solo una de cada 100 violaciones termina con la condena del delincuente.”
Así, “en todo el mundo, las mujeres, si bien en diversos grados, son víctimas de una masculinidad delirante, de un sentido de superioridad exagerado al máximo, que halla expresión en la misoginia. Y esta misoginia no es un ‘daño colateral’ en una sociedad, por lo demás, bastante civilizada, ni mucho menos un ‘problema privado’. Es el cimiento sobre el cual se basan nuestras sociedades”, advierte Helwerth.
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¿Con el Estado o contra el Estado?
Una diferencia, quizás, opina Margot Müller, una de las tres dirigentes y portavoces del Partido Feminista Las Mujeres, es que “determinados procesos que apenas comienzan en América Latina, comenzaron en Alemania a finales de los años 70″. Desde su punto de vista, que las campañas por el 25 de noviembre, en su país, no se dirijan en primer plano contra el Estado, como en Chile, puede deberse, en parte, “a que los alemanes son, en principio, muy leales al Estado”.
Pero, además, estas luchas fueron fuertemente institucionalizadas en la Alemania de los años 80, con líneas de ayuda y servicios de asesoría y refugio, así como “mesas redondas, en las que se trabaja conjuntamente con el Estado y la Policía”, enumera la política feminista. Sin embargo, aunque las mujeres afectadas encuentran hoy más fácilmente ayuda, las cifras que dan cuenta de la violencia contra ellas “no han cambiado mucho”, lamenta.
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Luchas y aprendizajes mutuos
De ahí que la lucha feminista siga siendo fuerte aquí, como allá. En este contexto, el performance chileno conecta en Alemania y otras latitudes con los performances de One Billion Rising (“Mil Millones de Pie”) del V-Day, sugiere Müller. Y se refiere al movimiento mundial contra la violencia de género, fundado por la dramaturga, actriz y activista estadounidense Eve Ensler, autora de “Los monólogos de la vagina”.
Las chilenas han hecho “algo que yo había deseado antes: trasladar el One Billion Rising al 25 de noviembre”, dice la codirigente del partido alemán Las Mujeres (Die Frauen). La fecha, promovida en los años 80 por el movimiento feminista latinoamericano y adoptada en 1999 por la ONU, conmemora el asesinato de las hermanas Mirabal en 1960, bajo la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana. Mientras, el V-Day pugna, desde hace 21 años, por una celebración alternativa del 14 de febrero; con “v” de San Valentín, “violencia” y “vagina”.
Según Müller, desde la perspectiva alemana, donde el feminismo ha bebido sobre todo de fuentes estadounidenses, uno de los factores que aún frena la cooperación, el intercambio de ideas y prácticas feministas, es el lenguaje. No obstante, parte del movimiento feminista alemán “ha aprendido mucho de las feministas en América Latina”, asegura por su parte Helwerth, e ilustra con su experiencia personal: “Muchas de las que difundieron el feminismo en sus países de origen después de las dictaduras militares en Chile, Argentina, Perú o Brasil, regresaron del exilio en Europa en los años ochenta. Aquí nos conocimos y trabajamos juntas, y algunas hicimos amistades de por vida”
“Eran verdaderas luchadoras”, recuerda esta comunicadora feminista alemana. “Por eso, tengo el máximo respeto especialmente por el movimiento feminista chileno, y estoy inmensamente orgullosa de ser amiga de una de esas feministas de la primera hora de la era post Pinochet. Ella me envía regularmente actualizaciones sobre la lucha feminista allí. Así es como me enteré, también por ella en primer lugar, de #ElVioladorEresTu.”
Fuente: 24horas.cl