En estos días de crisis sanitaria y cuarentenas preventivas, los casos de violencia intrafamiliar se han visto multiplicados. La violencia de género tiene múltiples caras y escenarios diversos. Desde el mundo laboral, social, hasta el interior de los hogares, está normalizada en la sociedad y en el contexto familiar, muchas veces es invisibilizada por estar circunscrita a la esfera de lo privado.
En nuestra región, la situación no es diferente con un importante aumento en las denuncias, sumado al incremento de un 70% que registró en un solo fin de semana el Fono 1455 del Ministerio de la Mujer. Las instituciones que monitorean estos hechos, manifestaron que esos llamados refieren amenazas de muerte, violencia física, psicológica y económica.
La crisis sanitaria agudiza la problemática por el hecho de ser un factor que tensiona los ambientes familiares. Pero mirar el fenómeno solo en relación al contexto de confinamiento es, de alguna forma, desconocer que la violencia de género en el hogar es una realidad cruda que con frecuencia no queremos mirar.
De alguna forma, el estado de emergencia nos pone frente a frente con una realidad silenciosa obligando a las instituciones a tomar medidas y hacerse cargo con acciones concretas de apoyo a las víctimas. Fono ayuda, casas de acogida, o incluso habilitación de espacios en hoteles o residencias son algunas de las ideas que han estado en discusión en la Comisión de la Mujer del senado. Por su parte, el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género está trabajando para habilitar un sistema de mensajería de texto para situaciones de riesgo vital.
Comprender que lo personal es político puede hacer una gran diferencia. Ser una agente de cambio social, también implica dejar de ser testigos silentes de la violencia de género. Todos y todas podemos contribuir cuando dejamos de callar y nos atrevemos a denunciar.
No basta con decir “mujer date cuenta, no permitas que te violenten, denuncia”. Se requiere también que las instituciones, la sociedad y las personas en lo particular entreguen un mensaje poderoso que indique a quienes son víctimas, que no están solas.
Fuente: Carolina Salinas Alarcón – UCEN Región Coquimbo