Por Scarlett Isamit, psicóloga y Cher Castillo, abogada, ambas profesionales de la Unidad de Apoyo Humano de funeraria Inmemoria.
El 10 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental, siendo necesario entender de manera adecuada a qué se refiere en concreto este término. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud mental como “un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”.
En el estudio “Prevalencias y brechas hoy; salud mental mañana” realizado el año 2016 nos informan de una realidad alarmante: “la OMS coloca a Chile entre los países con mayor carga de morbilidad por enfermedades psiquiátricas en el mundo (23,2%). La depresión mayor y los trastornos por consumo de alcohol ocupan el primer y segundo lugar en las discapacidades atribuidas entre adultos. Casi un tercio de la población mayor de 15 años ha sufrido un trastorno psiquiátrico en su lapso de vida y un 22,2% ha tenido uno durante el año pasado. Los trastornos de ansiedad son los más prevalentes, seguidos por depresión mayor y trastornos por consumo de alcohol. Sólo el 38,5% de quienes han sido diagnosticados reciben algún tipo de servicio de salud mental, ya sea de un especialista o un médico de atención primaria. En niños y adolescentes, la prevalencia de cualquier trastorno psiquiátrico es de 22,5% (19,3% para niños y 25,8% para niñas). Estos trastornos son principalmente de ansiedad y disruptivos”.
En la sociedad aún existen creencias erróneas sobre la salud mental tales como: Ir al psicólogo o psiquiatra es para personas que son débiles mentalmente, o simplemente, lo asocian a “locura”. Por lo cual, es necesaria la comprensión adecuada de los roles de los diferentes profesionales de la salud, entendiendo el valor de apoyo emocional y de desarrollo de herramientas personales y sociales, cuyo fin es aportar bienestar en la calidad de vida del paciente.
Otro aspecto fundamental es la promoción de la salud mental incluyendo la prevención. Es necesario educar a la población sobre habilidades personales relevantes como lo son la identificación y manejo emocional, habilidades sociales, resolución de conflictos, comprensión de ansiedad y depresión, entre otros conceptos y herramientas, las cuales son aplicables a la vida cotidiana y, que sin duda, aportan de manera positiva a la mantención de una buena salud mental.
En relación a lo informado por la Organización Mundial de la Salud, Chile forma parte del 40% de los países que no cuentan con una ley en este ámbito. Desde el año 2016 a la fecha se ha estado tramitando en el Congreso el proyecto legislativo sobre “Protección de la Salud Mental” unido a la iniciativa que crea “Normas de reconocimiento y protección de los derechos fundamentales de las personas con enfermedad o discapacidad mental”. Sin embargo, dicho proyecto se encuentra aún en el segundo trámite constitucional en el Senado para su aprobación, sin haber tenido movimientos desde junio del año 2019 hasta el 2 de septiembre recién pasado. Esperemos que esta nueva conmemoración del Día Mundial de la Salud Mental sea un recordatorio para nuestros legisladores y obtengamos la regulación necesaria en esta materia, que, sin lugar a duda, será de las más presentes en los efectos que nos dejará la pandemia que vivimos.