Israel González Marino, Abogado y académico U. Central Región Coquimbo
Este 10 de diciembre se conmemora el Día Internacional de los Derechos de los Animales. La fecha busca recordar y visibilizar a los miles de millones de animales que han sido -y siguen siendo- víctimas de lo que se ha denominado como una “tiranía humana”. En efecto, en gran parte de los ordenamientos jurídicos los demás animales -los no humanos- siguen sometidos al régimen de propiedad, con las devastadoras consecuencias que ello acarrea para sus vidas. No es necesario relatar aquí los terribles abusos a los que en este momento están siendo sometidos millones de animales, sólo para satisfacer un capricho culinario, de moda, de entretención o de innovación. Algunos filósofos han descrito esta situación como un Holocausto o un verdadero Infierno, pero a la gran mayoría parece no importarle. Helmut Kaplan, filósofo austriaco planteó que “algún día, nuestros nietos nos preguntarán: ¿Dónde estabais durante el Holocausto de los animales? ¿Qué hicisteis para combatir esos horrendos crímenes? Esta vez no podremos utilizar la misma excusa, no podremos decir que no lo supimos”.
Fue un 10 de diciembre -de 1948- el día que Naciones Unidas proclamó la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Este hito llevó a la humanidad a levantar como banderas universales de lucha la libertad, la igualdad, la justicia y la paz. Y aun cuando todavía tenemos dificultades para materializar tales aspiraciones respecto de todo el género humano, no parece haber una explicación racional que justifique la exclusión de los demás animales. Esto es así pues ellos -al igual que nosotros- son seres sintientes, es decir, pueden experimentar y vivir el dolor y el sufrimiento, de manera que tienen el legítimo interés en no padecerlos. La única diferencia entre ellos y nosotros es que, en nuestro caso, esos intereses se encuentran amparados por el ordenamiento jurídico, tomando así el nombre de “derechos”.
Este día nos recuerda que tras lo “normal” o lo “común” pueden esconderse profundas injusticias y atrocidades. Hasta hace no muchas décadas había humanos esclavizados sólo por su color de piel o por su origen étnico. Hoy, miles de millones de animales viven esclavizados sólo por pertenecer a una especie distinta a la nuestra. ¿Hasta cuándo? El momento para hacer lo correcto, lo justo, siempre es ahora.
