- Por Juan José Ronsecco, presidente de CORPROA
Con el afán de resguardar la inversión en Atacama, es que, en mi calidad de presidente de la Corporación para el Desarrollo de la Región de Atacama (CORPROA), es que insto a las autoridades a nivel central a escuchar el mensaje que nos están entregando los inversionistas y distintas instituciones de la minería.
Creo necesario ver este panorama con una mirada más amplia y escuchar a todos los actores. Es importante que ellos tengan la oportunidad de mostrar los efectos de una reforma tributaria que considera un componente de Royalty ad Valorem.
Tomando las palabras de Iván Arriagada CEO de Antofagasta Minerals, en algunas publicaciones de tiraje nacional, donde hace alusión a que no se distingue entre las distintas realidades de cada operación ni como influye los cambios en el precio del cobre, concluye que “la medida puede ser una barrera importante para la motivación del desarrollo de nuevos negocios en esta industria”. Bajo esa premisa, es importante recordar que el precio del cobre no tiene un comportamiento estable e históricamente se ha tenido que sobrellevar prolongadas caídas en los valores de los commodities con graves efectos.
De igual forma, si analizamos lo que mencionan tanto la Sociedad Nacional de Minería (Sonami), como el Consejo Minero, donde expresan su preocupación al ver que el Gobierno insiste en un Royalty ad Valorem, coincidimos en que este tipo de medidas son sesgadas y no se está escuchando a los distintos actores de la inversión en Chile. Este escenario, afecta con mayor énfasis a la región de Atacama, pues cuenta con una condición geográfica y climática especial, lo que hace que los proyectos mineros cobren un mayor impacto económico en cuanto a inversión y explotación.
En este sentido, considero de suma urgencia que los actores de la Región de Atacama, tanto autoridades, como sociedad civil, sumemos esfuerzos y nos pongamos a trabajar en conjunto, revisando las diferentes variables que nos afectan para desarrollar y potenciar la inversión, sin caer, por supuesto, en la permisividad respecto a lo ecológico, medioambiental y comunidades. La invitación es a definir líneas estratégicas que permitan incentivar la inversión, tomando en cuenta estos escenarios y considerando una mentalidad de atracción sin esperar que pase el tiempo y ver cómo cada día los atacameños pierden la prosperidad, versus la posibilidad cierta de ser testigos de una nueva forma de desarrollo regional.
Para esto tenemos que sacarnos los sesgos, escuchar a todos los actores, ser reflexivos y tener un solo objetivo: Atacama merece más.