Noam Titelman (RD) conoce bien al oficialismo. Es parte de los fundadores del Frente Amplio e, incluso antes de la victoria de Gabriel Boric en las elecciones presidenciales, aspiró a formar una alianza con partidos de la ex Concertación.
Hace algunas semanas volvió a Chile luego de permanecer en Inglaterra por varios años, mientras se encontraba realizando un doctorado. Su retorno coincidió con semanas particularmente complejas para el gobierno, en medio de divisiones en el oficialismo y en lo que ha sido la peor evaluación del Ejecutivo hasta la fecha.
En entrevista con T13, el también ex presidente de la FEUC analiza los principales desafíos del gobierno, cuestiona las posturas menos dialogantes dentro del oficialismo y llama a no repetir errores que ocurrieron a raíz de la firma del TPP-11 por parte del Congreso.
¿Qué balance haces del gobierno de Gabriel Boric en estos meses?
-Lo primero, es que siete meses es poco para hacer un juicio categórico. Pero creo que hay algunas cosas que se han ido reflejando con más claridad que son tres desafíos para el gobierno. El primero es el desafío de orden y seguridad pública. Hay un problema en Chile en particular de cierto crimen organizado. Y es un desafío para las autoridades porque combatir el crimen organizado no es lo mismo que combatir otros tipos de criminalidad.
El segundo tema tiene que ver con la situación económica, que tiene que ver con un contexto internacional muy complejo, pero también por dificultades locales. El alza del costo de la vida y la inflación ha empezado a tener un impacto muy notorio en términos de pobreza y desigualdad.
Lo tercero tiene que ver con las reformas del corazón del programa en derechos sociales, en pensiones y salud sobre todo. Yo creo que detrás de esto hay una pregunta más de fondo, que creo que ha sido una de las cosas que ha desaparecido del debate público.
Me refiero a la discusión sobre el pacto social. En Chile tenemos un pacto social que está agotado y todavía no hemos encontrado la fórmula para generar uno nuevo. Y el pacto social involucra el contenido en derechos sociales que tienen que ir de la mano de una mayor recaudación tributaria y de un Estado que gaste de manera eficiente estos recursos.
Por otro lado, una discusión por el pacto social tienen que haber representantes que puedan sentarse a la mesa a pactar. Creo que eso es lo que todavía hay que construir. Yo iría un paso más allá: diría que hay que hacer un pacto social por la seguridad, entendida en el sentido amplio. Tanto la seguridad social y económica, como la seguridad pública.
¿Tiene culpa el gobierno por la pérdida en la discusión sobre este pacto social? ¿Se le ha ido de las manos la agenda?
-Un error es creer que el nuevo pacto social es equivalente a una nueva Constitución. El pacto social es mucho más que eso. Y efectivamente la agenda pública se la tomó la discusión constituyente. Pero junto con avanzar en la discusión constituyente, también están los temas de derechos sociales.
Yo creo que en el gobierno había confianza en que se podía avanzar en esos dos ámbitos pero fue muy difícil competir al nivel de agenda pública con la centralidad del debate constituyente.
Mirando hacia adelante, uno de los desafíos va a ser que este nuevo proceso constituyente se pueda consolidar a la vez que se avance en estos otros temas.
En la presentación del Presupuesto de 2023, se anunció una importante inversión en seguridad y reactivación económica, a pesar que no eran ejes principales del programa de gobierno de Boric. ¿Cómo se explica esta decisión?
-A los gobiernos exitosos se les evalúa porque en los momentos más difíciles logran sacar adelante al país. No se les evalúa porque tozudamente insistan en cumplir el mayor porcentaje posible de lo que aparezca en el programa.
Eso es un acto de realidad desde el día de la primera vuelta electoral, en que quedó claro que iba a ser un gobierno de minoría en ambas cámaras. Además, cuando quedó claro que la situación económica y de orden y seguridad pública está en los primeros puntos de preocupación de la población, es un llamado concreto a -sin renunciar a lo medular de las reformas y del programa- reconocer que cuando uno entra a gobernar, uno gobierna para todos los chilenos y chilenas. Y eso muchas veces significa creer más a ese pueblo incluso que a la historia o la ideología propia y hacerle caso a esos chilenos.
Si vamos para atrás, el proceso constituyente no estaba en el programa de Piñera. Sin embargo, la realidad lo empujó en esa dirección. Y yo creo que fue importante reconocer cuándo la realidad empujó en ese sentido.
En una entrevista, el senador comunista Daniel Núñez advirtió que si el gobierno abandona su programa ellos “agarraban sus cositas y se iban”. A pesar que reculó en sus dichos, queda la impresión que hay sectores más inflexibles con el programa. ¿Estás de acuerdo con eso?
-Hay un cierto sinsentido en esta discusión. Porque es cosa de mirar el número de votos que hay en las dos cámaras para ver qué cosas se pueden aprobar y qué no. Y uno podrá empujar el programa como un proyecto de largo plazo, pero mirando los votos en el Congreso, queda bastante claro qué se puede sacar adelante y qué no.
En ese sentido, más que preguntarse hasta qué punto este programa se va a poder concretar en estos cuatro años, yo creo que la pregunta más interesante tiene que ver con la señal que le dio la ciudadanía a la política cuando votó por una composición del Congreso como la que tenemos.
No tengo desconfianza que el Partido Comunista no esté con el gobierno en ese desafío. La historia del Partido Comunista da cuenta de eso, que saben el valor que significa honrar la palabra empeñada.
Entonces el desafío es más bien el cómo se ordena a la coalición, que incluye a Apruebo Dignidad pero también incluye a Socialismo Democrático. Esos dos mundos, en la práctica, consisten en una sola coalición.
Si a este gobierno le va mal, le va a ir mal a todos los partidos de la coalición; y si le va bien, le va a ir bien a todos los partidos. Da lo mismo si esos partidos se aglomeraban bajo Apruebo Dignidad o bajo Socialismo Democrático.
Mientras antes se den cuenta de eso, mejor. Porque se van a dar cuenta de lo absurdo que es mantener la rivalidad entre esos dos mundos y lo urgente que es construir una nueva identidad que incorpore a esos dos espacios.
En mayo pasado, con las inscripciones ante el Servel, Apruebo Dignidad rechazó incluir al PS en las primarias porque estaba acompañado del PPD. ¿Cómo se explica que ese partido, cuya presencia en el pasado imposibilitó un acuerdo, hoy tenga el Ministerio del Interior?
-Me parece que las discusiones entre la izquierda y la centro izquierda que significan llegar a consensos en los temas, se vieron imposibilitadas por una discusión intoxicada por estos debates generacionales y en algún sentido también moralistas que creo que aportaron muy poco al debate de fondo.
Efectivamente, el tiempo le dio la razón a los que defendimos la idea de que esa primaria debió haber incluido al Partido Socialista, lo que implicaba incluir al PPD y al Partido Liberal.
Hay un debate que todavía no se ha dado teniendo algo en claro, que un progresismo que no pueda abrirse a la complejidad de un sujeto popular mucho más diverso y complejo que lo que a veces permiten las caricaturas, nunca va a poder ser un movimiento de mayorías.
El desafío del progresismo es demostrar que puede ser una casa amplia para las distintas expresiones ideológicas y programáticas que conviven en el Chile actual.
¿La llegada del PPD a cargos clave no significa una moderación?
-Lo que hay en el caso de Tohá es un reconocimiento a lo que, en su momento, el candidato Boric dijo que la soberbia generacional es mala consejera, y que a los gobiernos se les mide no por el año que nacieron sino que por la capacidad que tienen para transformar la realidad y hacerla más justa.
Si eso implica incorporar a liderazgos del PPD o de otras generaciones, no solamente es posible sino que es absolutamente necesario. Yo creo que la llegada de Carolina Tohá ha sido una inyección de energía y de capacidades al gobierno que le hacen muy bien.
También hace bien ver liderazgos de una generación que, en general, había tenido pocos espacios de protagonismo de esa generación intermedia, liderada por Tohá, Ana Lya Uriarte y otros.
Yo creo que un gobierno no puede ser un proyecto generacional. El desafío de un gobierno es ir más allá de ese espacio generacional y me parece que fue un acierto la incorporación de Tohá y de Uriarte al comité político.
A propósito de la caída en las encuestas del apoyo al gobierno y al Presidente, el ministro Jackson señaló que hay “ciertos aspectos relacionados con la conducción política que hay que corregir”. ¿Estás de acuerdo con este diagnóstico? ¿Cuáles serían estos aspectos?
-Estoy muy de acuerdo. Lo veo muy ejemplificado en el caso del TPP-11. Me parece que hay una discusión legítima sobre los tribunales de arbitraje, pero hay un momento en que los partidos de la coalición de gobierno tienen que hacerse una pregunta: ¿Lo que se está haciendo está ayudando o está perjudicando a nuestro gobierno?
Porque cuando se es un pequeño partido de oposición, yo creo que es legítimo hacer ciertas cosas sabiendo que no se puede ganar para marcar el debate, para plantar una semilla de una discusión para adelante. Pero desde La Moneda no se puede hacer política testimonial.
Desde La Moneda hay momentos en que hay que reconocer cómo es la correlación de fuerzas y anteponer el gobierno incluso por sobre las agendas particulares de los distintos partidos y liderazgos.
Me parece que hay un momento en que la discusión del TPP-11 debió haber antepuesto ese tipo de preocupaciones por parte de los partidos del oficialismo.
Cuando era claro que se iba a aprobar el TPP-11, que no fue ahora sino que hace uno o dos meses atrás, creo que había que hacerse la pregunta de cuánto le servía al gobierno seguir prolongando esa discusión y cuánto hay de lealtad con un gobierno que necesita esa coordinación política para ir empujando el programa.
¿Estás de acuerdo con la estrategia del gobierno de posponer el depósito del tratado hasta tener definidas las side letters?
-Me parece razonable que junto con firmar el tratado se esté empujando las side letters. Si por demorar la firma en algunos meses se logra que se aseguren mayores números de side letters, me parece bien,
Lo importante es que no se transforme una estrategia de dilatar la ratificación por años. Pero sí es un tema que me parece razonable.
Sería bueno que hubiese más claridad en el sentido que esto en ningún caso significa demorar indefinidamente la ratificación, sino que es una demora de algunos meses como de hecho ha ocurrido con otros tratados pero que en ningún caso va a retrasar demasiado la ratificación del acuerdo.
Conoces al Presidente Boric desde las movilizaciones sociales. ¿Cuáles son las diferencias y las similitudes del Boric dirigente y el Boric Presidente?
-Una de las gracias de ambas versiones siempre ha sido su capacidad de escuchar, de reflexionar e incluso de dudar. Una de sus frases favoritas es que “la duda tiene que seguir a la convicción como una sombra”.
Eso ha significado que, a lo largo de su trayectoria, ha sido un político muy abierto a escuchar incluso las posiciones de los adversarios. Yo creo que el Presidente de hoy es un Presidente que está muy consciente de ese rol. que no es el Presidente de la coalición sino que de todos los chilenos y chilenas. Eso muchas veces significa estar dispuesto a querer más a ese pueblo que a tu propia identidad o ideología.
Fuente: Teletrece