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La niñez y la adolescencia no son el futuro, son el presente

Por Carolina Cortés Henríquez

Directora Sename Atacama

Durante las últimas semanas hemos sido a testigos de situaciones negativas en que niños, niñas y adolescentes han tenido algún grado de participación y que revisten una alta preocupación para quienes trabajamos y nos comprometemos con la transformación del contexto en que la niñez y adolescencia se desarrolla en Chile.

La deserción escolar, por una parte, y por otra, la violencia haciéndose carne en acciones ejecutadas por niños y niñas menores de 14 años -lamentablemente difundidas por redes sociales-, son fenómenos que dan cuenta de una realidad que nos impulsa fuertemente a continuar y reforzar un trabajo sinérgico e intersectorial. Esto es, poner las acciones donde se ponen las palabras, o en este caso, operacionalizar la base legal con la que contamos actualmente, como el sistema de Garantías para la Niñez y la Adolescencia que, básicamente, es un plan creado, por ley, y que está integrado por el conjunto de políticas, instituciones y normas destinadas a respetar, promover y proteger el desarrollo físico, mental, espiritual, moral, cultural y social de los niños, niñas y adolescentes, hasta el máximo de los recursos de los que pueda disponer el Estado.

El Sistema de Garantías se concibe como el marco lógico de la nueva institucionalidad de niñez y adolescencia, reconociendo, por un lado, la titularidad de derechos de los niños, niñas y adolescentes, posicionándoles como sujetos de derecho y dejando atrás la idea de que son objetos de protección, de caridad o propiedad de sus madres o padres. Asimismo, desarrolla el sistema intersectorial, haciendo converger distintos niveles de intervención estatal para una oportuna provisión de servicios y prestaciones sociales.

El abordaje, la especialización requerida, el compromiso que se debe tener no son baladí, por lo tanto, se debe considerar que para los fines planteados no podemos sino comprometer acciones que tengan un componente transformador y que se instalen de manera coherente con el paradigma de la protección integral.

Las problemáticas de la infancia y adolescencia son dinámicas, diversas y se presentan de distintas maneras a lo largo del territorio nacional, es por ello que la acción debe ser llevada a cabo de manera descentralizada, pero con un componente común: la convicción de que todos y todas podemos transformar, de manera conjunta y positiva, la situación histórica de invisibilización y vulneración de nuestros niños, niñas y adolescente. Se lo debemos.

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