El experto australiano, en el marco de la Conferencia Mundial del Cobre (CRU), comentó que los aspectos medioambientales, sociales y de gobernanza siguen siendo el desafío número uno de la industria minera y de los metales, pero con un alcance y complejidad cada vez mayores.
En medio de una intensa agenda como expositor de la Conferencia Mundial del Cobre (CRU), desarrollada en Chile el pasado mes de abril, Paul D. Mitchell, líder mundial en minería y metales de la consultora EY, habló en exclusiva con revista Nueva Minería y Energía acerca de Latinoamérica, de la posición que ostenta Chile en la minería mundial y, en particular, de los riesgos y oportunidades que enfrentarán las empresas mineras y de metales los próximos años.
¿Cómo analiza la posición competitiva de Chile en el contexto internacional, especialmente con respecto al cobre?
Hasta hace poco, Chile era un destino preferente, pero la incertidumbre de los nuevos regímenes fiscales y el impacto de las protestas sociales en las operaciones mineras (por ejemplo, en Las Bambas en Perú) pueden poner nerviosos a los inversores a la hora de invertir en América Latina. Además, es probable que la legislación IRA en Estados Unidos (medida que ha lanzado dicho país para luchar contra la inflación), atraiga inversiones allí.
¿Cómo observa la posición de Latinoamérica, que muestra gran disparidad entre los países que componen la Región?
Chile sigue siendo percibido como el país más sólido institucionalmente en América Latina para atraer inversiones. Perú también sigue siendo muy atractivo para la inversión en cobre, pero ha quedado rezagado, como consecuencia de los elementos políticos internos.
¿Cuáles son los factores que hoy están dificultando el desarrollo de nuevos proyectos?
La geopolítica, la inflación, el costo del capital, la licencia para operar – particularmente con las comunidades y el acceso al agua- y, en el caso de Chile, las incertidumbres provocadas por los cambios regulatorios (tributarios y constitucionales), han influido naturalmente en la decisión de iniciar nuevos proyectos.
En un reciente seminario liderado por EY en Chile donde se lanzó el estudio “Los 10 principales Riesgos y Oportunidades de minería y metales”, se llegó a la conclusión que el ESG sigue encabezando la agenda de las empresas de minería y metales.
Los aspectos medioambientales, sociales y de gobernanza siguen ocupando un lugar destacado en la agenda, ya que continúa acelerándose y ampliándose. Las partes interesadas esperan que los mineros vayan más allá de los requisitos normativos, evalúen mejor los riesgos y las oportunidades y los articulen mediante mediciones y garantías transparentes. Esperamos que esto siga aumentando y la diferenciación llegará a las empresas mineras que no sólo logren un balance neto cero de carbono para 2050, sino que también sean netamente positivas en los elementos de ESG que tengan sentido para ellas. Para muchas de ellas en Chile, se trataría de factores que repercuten positivamente en la comunidad.
No obstante, la incertidumbre geopolítica y los costos también exigen la atención de los líderes. En los dos últimos años se han producido importantes perturbaciones en el mundo: los riesgos geopolíticos han aumentado y, junto con la reapertura de las economías tras la pandemia, hemos asistido a una elevada inflación, un aumento del coste del capital y una considerable perturbación de la cadena de suministro. Los factores geopolíticos suelen escapar al control de las empresas mineras y metalúrgicas, por lo que se trata de un riesgo difícil de mitigar. En Chile, la propuesta de introducir un canon minero ha causado cierta incertidumbre. Los mineros preferirían un aumento razonable antes que enfrentarse a una incertidumbre permanente.
La reciente propuesta de crear un “cartel del litio” formado por Argentina, Chile, Bolivia y Brasil para establecer una política de precios común siguiendo el modelo de la OPEP con vistas a controlar el suministro mundial y la fijación de precios de los minerales para baterías, sustentará una mayor competencia entre las potencias económicas mundiales por el acceso a los minerales para baterías. La propuesta, si se aprueba, podría incluir el cobre junto con los minerales para baterías.
Lógica digital y economía circular
Se ha referido a que es necesario acelerar las estrategias digitales que entreguen valor a toda la cadena productiva.
Las empresas están cosechando importantes ganancias en costes, productividad y seguridad gracias a la implantación de nuevas tecnologías. Sin embargo, sigue existiendo en gran medida un enfoque aislado de lo digital y la innovación. Una estrategia más integrada en toda la cadena de valor aumentaría el ROI y ayudaría a los mineros a abordar mejor sus desafíos más complejos, incluidos ESG y productividad. Se necesitan enfoques más innovadores para gestionar la variabilidad, incluyendo la mejora de la modelización y los gemelos digitales, para desbloquear auténticas ganancias de productividad. El desarrollo de Centros Integrados de Operaciones por parte de mineras chilenas como AMSA y Codelco es un buen ejemplo de un enfoque de extremo a extremo. Sumado a lo anterior, cree que es urgente cambiar el modelo de negocio de la industria minera, procurando adaptarse al nuevo escenario.
Las mineras están analizando dónde se puede encontrar el valor óptimo y diseñando sus modelos de negocio para capturarlo. Tanto si las empresas deciden remodelar sus modelos para racionalizar, crecer o transformarse, las que actúen ahora para preparar su negocio para el futuro obtendrán una ventaja competitiva. Ampliar la cadena de valor y pasar de los minerales a los materiales será el mayor cambio en 2023. Las empresas mineras también están evaluando invertir en adyacencias (horizontalmente) en energía renovable y generar créditos de carbono.
En el marco de la Semana Cesco en Chile, participó de una charla acerca de Economía Circular.
Como se mencionó anteriormente, la ampliación de la cadena de valor, y la transformación de minerales a materiales será el mayor cambio en 2023. Por lo general, las empresas mineras tienen un enfoque muy tradicional en la parte de la cadena de valor que va de la mina al molino. Para captar más valor, las mineras están tratando de entrar en nuevos mercados de materias primas, pero les está resultando complejo. Por lo tanto, es necesario centrarse más en la exploración, el beneficio y un cambio para centrarse en soluciones de materiales.
Las mineras tienen la oportunidad de desarrollar productos sostenibles que puedan garantizar una prima. Esto mejorará el flujo de la mina al mercado, generará una mayor demanda de materias primas y permitirá a las empresas mineras aprovechar los márgenes a lo largo de la cadena de valor, reduciendo al mismo tiempo la volatilidad.
Esta mayor atención a los materiales también ofrece una oportunidad significativa para ir más allá del reciclaje y poner en práctica circuitos circulares cerrados de materiales que tengan como objetivo minimizar los residuos, las emisiones de carbono y otros contaminantes, crear subproductos y mantener los materiales y productos en uso.
¿Qué le falta a la industria minera para incorporar la circularidad?
La economía circular es algo más que la eliminación de residuos de diversos procesos o el mero reciclaje de productos y materiales al final de su vida útil. Tiene que haber un cambio significativo de la cadena de valor tradicional de tomar-usar-eliminar a un replanteamiento total desde una perspectiva de sistemas. Para ello, las empresas mineras tendrán que: Analizar de forma holística todos los flujos de materiales y considerar los beneficios e impactos del ciclo de vida; ser innovadoras en el diseño de nuevos modelos de negocio que garanticen que los sistemas y los flujos de materiales son eficaces y eficientes y permitir el intercambio transparente de datos e información, entre otros factores.
Movilidad eléctrica en minería
En la actualidad, menos del 1% de la maquinaria minera es totalmente eléctrica, ya que recién está empezando a ser económica. “Aunque no existe una solución única para la electrificación de las flotas, el sector ha empezado a adoptar vehículos eléctricos de batería (BEV) para las minas de superficie debido a las elevadas emisiones asociadas al transporte, que representan entre el 20% y el 25% de las emisiones totales”, comenta Paul Mitchell.
La asistencia eléctrica a los carros de estos vehículos consume una media de 30-50 litros de gasóleo por hora, lo que supone una reducción frente al consumo típico de casi 350 litros por hora. Por tanto, existe la oportunidad de reducir el coste del gasóleo cambiando a vehículos eléctricos en las minas. “La electrificación de las flotas subterráneas tiene muchas ventajas comerciales debido a la necesidad de cumplir las normas de emisión de partículas diésel, además de que la reducción del coste de los equipos de ventilación y refrigeración supone una compensación económica”, detalla el ejecutivo de EY.
FUENTE NUEVA MINERIA Y ENERGIA