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Los desafíos actuales para el cuidado de la salud materno- infantil

Camila Flores Galleguillos, Antropóloga y académica de la carrera de Sociología UCEN región Coquimbo

La salud materno-infantil es un concepto ocupado por la biomedicina para aludir al cuidado y protección de las mujeres y de sus hijos en un lapso que abarca, incluso, el periodo previo a la concepción. En el sentido opuesto, la muerte de las mujeres por factores biológico-reproductivos es un suceso que afecta a la salud materna, ya que ellas son especialmente vulnerables en las etapas de gestación, parto y postparto inmediato.

Estudios internacionales afirman que evitar la muerte de mujeres por estas causas es posible, pero la aplicación de medidas reparativas se ha visto obstaculizada por la desigualdad entre grupos sociales. Solo por poner un ejemplo, en América Latina las madres indígenas (así como sus hijos e hijas) tienen mayores probabilidades de morir por esta causa, tal como ocurre con personas afrodescendientes. En Chile, lamentablemente no manejamos el indicador de muertes maternas en la población indígena, por lo que no es posible realizar una comparación de base científica.

Desde una perspectiva ética y de derechos humanos, estas diferencias entre mujeres son consideradas injustas. Sin embargo, los esfuerzos de la salud pública se han quedado estancados en reducir las tasas de mortalidad materna, olvidando brindar una protección adecuada al binomio madre-hijo/a (y a sus familias) en una etapa que se considera crítica a nivel de la salud física y psicológica.

Preguntarnos por los desafíos actuales de la salud materna es también albergar el problema desde una perspectiva social. La violencia obstétrica y la vulneración de los derechos culturales respecto al nacimiento son situaciones graves que deben abordarse, tanto a nivel académico, como a nivel de las políticas de salud pública y de las organizaciones civiles.

Si bien la fisiología del nacimiento es similar en todas las gestantes, la atención de este evento es variable según la sociedad y la posición socioeconómica de los involucrados. Esto se debe a que somos entes culturales y altamente sociables, al punto de que nuestras bases biológicas solo terminan de formarse en un ambiente compartido, por lo que es imposible sobrevivir lejos de un entorno humano que lo posibilite.

En este punto, se forman sistemas para la atención de personas gestantes cuya variabilidad depende de las necesidades del grupo humano. Es por esta razón que en algunos lugares existen solo matronas y en otras parteras tradicionales.  Por su parte, las doulas, más habituales en las sociedades modernas, complementan los sistemas de atención de la partería.

Para la antropología de la salud es de gran importancia reconocer y valorar los saberes locales como procesos protectores de la gestación, parto y nacimiento. Comprender que existen otros modos de vivir la salud materna y obtener beneficios de los recursos disponibles en términos de espacios, agentes y tecnologías pertinentes, incentiva el diálogo entre distintos tipos de medicinas.

Reconocer el quehacer de las parteras, doulas y matronas, podría ser el inicio y fortalecimiento de alianzas colaborativas que fomenten la democratización de la salud. Recordemos que en países con diversidad cultural y escasos recursos en salud, sería imposible plantear el acceso a los servicios médicos como una cobertura universal, mientras que si se toman en cuenta los oficios y los recursos locales, se podría dar respuesta a las necesidades actuales de la población.

A nivel nacional, la propuesta en la antropología de la salud es sentar un camino transdisciplinario para el abordaje de fenómenos sociales que vaya más allá de la disputa académica por el objeto de estudio, posibilitando lenguajes comunes entre disciplinas y grupos humanos.

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