En momentos en que el Partido Republicano se convierte en la primera fuerza de la derecha, el conglomerado que nació en enero de 2015 está aún noqueado con los resultados de la elección de consejeros. Si bien cada partido político está trabajando en sus propias direcciones, la mayoría ve que no hay un camino común político de Chile Vamos. Al final, dicen, están a la espera del plebiscito de diciembre, pues, eso, incluso podría abrir la puerta a un partido único de centroderecha. Por ahora, ni siquiera han confluido en una bancada unitaria en el Consejo Constitucional. Esta es la radiografía del momento que vive la ahora “derecha tradicional”.
A casi un mes de la elección de consejeros constitucional del 7 de mayo, en las dirigencias de los partidos políticos de Chile Vamos existe una visión crítica respecto al estado actual de la coalición.
“Los partidos están pasmados, paralizados”, es el comentario que proviene sobre todo de liderazgos de RN y de Evópoli en torno a la falta de “estructura política” que ven de parte de Chile Vamos.
La ahora llamada “derecha tradicional” experimenta un nuevo y complejo escenario político a raíz del auge del Partido Republicano, que ha intentado alzarse al menos desde 2016 como un “auténtico” partido de “derecha a secas”, que algunos llaman ultraderecha. Los puntos altos de esta crisis se dieron, primero, en 2021, cuando el entonces candidato presidencial de Chile Vamos, Sebastián Sichel, no logró pasar a segunda vuelta, pues José Antonio Kast —la carta republicana— fue apoyada finalmente por el sector. Incluso hasta hoy son recordados los descuelgues de la centroderecha de la candidatura de Sichel. El punto culmine fue este 7 de mayo cuando el Partido Republicano se convirtió en la fuerza más votada del país y eligió una mayoría del Consejo Constitucional con 23 integrantes.
En ese sentido, varios dirigentes del sector afirman que Chile Vamos no ha realizado, en conjunto, un análisis profundo de lo que está pasando en la derecha chilena. No ha habido una necesaria reflexión “descarnada” de lo que ha ocurrido, complementan, así como tampoco existe una estructura interna que respalde el accionar político: no se reúnen institucionalmente, no instalan temas en la agenda pública, como conglomerado, ni tampoco hay planes concretos para enfrentar las próximas elecciones municipales.
En la UDI toman distancia de ese análisis: en privado recriminan que no pueden avanzar en un plan político si su principal socio, RN, está profundamente dividido a raíz de su elección interna, que será en dos meses. Tampoco ven demasiados “incentivos” por ahora para concentrar las fuerzas en un Chile Vamos institucional si todavía no hay definiciones, como por ejemplo, quién liderará RN o bien cuál será el destino de la nueva Constitución.
El secretario general de RN, Diego Schalper, el 18 de mayo pasado dijo en La Segunda: “Chile Vamos debe tomar una decisión y hacerse la pregunta de si va a seguir siendo solamente un pacto electoral o avanzará una coalición política. Yo tengo claro que cuando nos tocó a nosotros asumir la mesa de RN, las directivas no se hablaban, no se reunían. Si queremos hacer realmente una coalición hay que avanzar mucho. Una coalición política al menos tiene que tener espacios de coordinación periódica, agendas políticas comunes y espacios de coordinación comunicacional. Quizás podríamos ser muy audaces y tener un espacio físico. Eso se requiere para la orgánica, el orden, el trabajo en colectivo”.
En buena parte de Chile Vamos admiten que por estos tiempos no hay malas relaciones interpersonales, pero apuntan a que eso “no es suficiente” para apostar por un proyecto político sólido, a la luz de la irrupción de republicanos. “Hoy los partidos de Chile Vamos están paralizados, todavía no han sido capaces de rearticularse y de proponer algo pensando en los próximos dos años”, dice a T13.cl el senador y expresidente de RN, Rafael Prohens.
Hasta ahora, una de las autocríticas públicas ha sido el nombre que ocupó Chile Vamos en la lista del 7-M. “Uno de los errores que se cometió en las elecciones pasadas es haber cambiado el nombre de la marca. Chile Vamos es una marca reconocida, con prestigio y, por no haber asumido esa realidad -y llamarle Chile Seguro- se crearon muchas confusiones en los votantes y obviamente nos perjudicó la elección”, agrega Prohens. Esa idea ya la había planteado Schalper en La Segunda.
El único encuentro que se releva post elección de Chile Vamos fue un almuerzo en el Congreso, días después de la elección, entre los tres presidentes de partido —Javier Macaya, Francisco Chahuán y Glora Hutt— para abordar el camino de la coalición. Una de las tareas quedó para la consejera electa quien entregará un plan de acción para las municipales.
Por ahora, el tema más urgente es el actuar que tendrá el bloque en el Consejo Constitucional con sus 11 representantes. En la coalición hacen ver que el grupo no se ha reunido aún —cuando quedan solo días para que inicie el funcionamiento del nuevo órgano— a comparación de los múltiples encuentros que han sostenido los 22 republicanos. Hutt sugirió un almuerzo de los 11 el jueves pasado, pero no hubo reciprocidad de sus pares, quienes han privilegiado la organización con sus propios partidos.
La división, dicen, es tal que en el Consejo Constitucional, Chile Vamos no lograría armar una bancada conjunta. La UDI se quedaría con sus seis integrantes —pues tienen el número mínimo requerido (5) para formar su propia bancada— mientras RN tendrá que conquistar a Hutt para lograr tener a su quinta integrante y así poder formar su propia bancada. Al final esa decisión estará en manos de la exministra.
¿Por qué esta división? Mientras RN se ha buscado alzar como un partido “bisagra” dentro del Consejo Constitucional, ese concepto no contenta a la UDI, quienes acuñan que son “orgullosamente” de derecha, y que es prácticamente un insulto ser llamados “bisagras”, como si fueran unos “flanes” o unos “amarillos”.
Otros intentan poner paños fríos a esta suerte de tesis de “Chile Vamos sin plan post 7 de mayo” y afirman que, a un mes de ese hito electoral, cada uno de los partidos está diseñando sus propios planes. ¿En qué están?
RN dividido ante la elección interna de agosto
Luego de los resultados del 7 de mayo han surgido fuertes recriminaciones internas en RN: la noche de la elección hubo voces de la comisión política que pedían la renuncia de Francisco Chahuán (presidente de RN) y de Diego Schalper (secretario general), sin embargo, esa presión fue aplacada con el plan sugerido por la propia mesa: llamaron a un congreso ideológico para fines de julio y elecciones internas para el 19 de agosto. El terremoto fue grande: pese a que en el Congreso ostentan ser el partido más grande, en la elección de mayo fueron superados no solo por los republicanos sino también por la UDI: RN obtuvo 724.577 votos, la UDI 867.696 y Evópoli 471.634.
Aunque públicamente lo niegan, Chahuán y Schalper tienen discrepancias políticas. El senador ha transmitido que no se repostulará, pero en el partido dicen que “cada semana cambia de parecer” o más bien sus cercanos dicen que está en reflexión.
La senadora Paulina Núñez se posiciona como la gran carta para presidir el partido. Tiene como aliados, hasta ahora, a Mario Desbordes, Cristián Monckeberg, María José Gatica, y, en los últimos días, se ha sumado incluso el alcalde de Puente Alto, Germán Codina, quien hasta oficiaría, dicen, de secretario general. Por otro lado, hay una segunda lista que se está formando a la cabeza de Manuel José Ossandón, Rafael Prohens, Carlos Larraín, Andrea Balladares, entre otros. Pero el diputado Schalper también estaría articulando su propia nómina intentando convencer a nombres como Diego Paulsen.
En paralelo a la formación de estas facciones internas, la discusión primordial es sobre el rumbo del partido: si derechizarse más a o no. El grupo de Núñez apunta al centro mientras Ossandón —que por estos días está en el ala conservadora— está por la idea de recuperar primero a los votantes de derecha, que se fueron con los Republicanos, y luego avanzar hacia el centro. Eso sí, hay matices. La senadora Gatica, pese a respaldar a Núñez, dijo el pasado 10 de mayo, en La Segunda, que “RN es un partido de derecha y tiene que volver a serlo” y abogó por una coalición con Republicanos. Desbordes, dicen, no estaría disponible para hacer una alianza con la colectividad de Kast.
El senador Ossandón, dicen, aunque señaló que está por salirse de Chile Vamos, en el partido aclaran que esa idea no está sobre la mesa.
Por ahora, hay aprensión de realizar un congreso ideológico en momentos en que las bases aún están “envalentonadas” con el triunfo del Partido Republicano, pues, recalcan, el riesgo podría ser alto: que se manifiesten a favor de derechizar el partido a contrapelo de las ideas de líderes como Paulina Núñez y Diego Schalper.
En el partido, asimismo, le atribuyen mucho valor a los votos de Puente Alto, comuna donde tienen gran adherencia en RN. Algunos dicen que Codina no se atreverá a competir en contra de Ossandón. Así como también relevan que las bases de RN son netamente conservadoras y eso podría favorecer a la postura de quienes abogan por derechizar la colectividad.
Por estos días, dicen, han tranquilizado las noticias que llegaron desde España con el buen rendimiento electoral, en la elección municipal, del Partido Popular, que ha sufrido en los últimos años la irrupción de Vox, partido de ultraderecha que tiene lazos con el Partido Republicano de Chile.
UDI a la espera de diciembre
En la UDI no surgió la idea de renuncias de la mesa a raíz de los resultados. Aunque sí hubo algunos ruidos: la expresidenta de la colectividad Jacqueline van Rysselberghe, a través de mensajes por WhastApp, criticó un exceso de “autocomplacencia” de la mesa que lideran Javier Macaya y María José Hoffmann. “La elección para la UDI fue peor de lo que se esperaba (…) si no somos capaces de reconocer los errores difícilmente se podrán hacer un buen diagnóstico de lo ocurrido”, escribió y añadió: “Lo bueno es que se derrotó al ‘octubrismo’, pero a la luz de los resultados no fue la UDI quien captó ese descontento”.
Los liderazgos activos destacaron, en tanto, que la UDI fue el segundo partido más votado. El diputado Juan Antonio Coloma, por ejemplo, relevó en varias ocasiones que “fue una gran elección para la derecha chilena”.
Durante estas semanas, el partido se ha mantenido unido. Varios explican esa postura así: el “vaciamiento” de la UDI —en alusión a quienes migraron al Partido Republicano— ya ocurrió hace varios años.
En la UDI creen estar ordenados a nivel legislativo y concentrados en su fortalecimiento interno. Lo principal para esa colectividad es que Javier Macaya se ha alzado como un líder nacional luego del acuerdo constitucional y su consolidación —o no— se verá en el plebiscito de diciembre en caso de aprobarse mayoritariamente un texto de nueva Constitución, dando por cerrado el tema. “Nos consideramos padres del carro constituyente”, ha dicho el senador. Mientras un grupo de diputados, liderados por Cristián Labbé, ha pedido dejar atrás el tema constitucional y fijar la priorización legislativa en temas como seguridad y economía.
A diferencia de RN, en la UDI no se avecinan elecciones internas y no hay oposición a la mesa, pues Van Rysselberghe está, por ahora, alejada de la política activa. Eso sí, el viernes 16 de junio, en Codegua, se reunirán en un Consejo Directivo Ampliado para abordar la identidad UDI y la idea de posicionarse fuertemente como una “derecha seria y responsable”. Algunos temas: qué tipo de oposición seguirán siendo -varios abogan por endurecerse-, qué banderas tomarán, cuál va a ser su postura frente a las reformas del gobierno como la previsional y tributaria, y, por último, si harán o no pactos por omisión con el Partido Republicano para la elección municipal.
Sobre el tono opositor, el debate es contundente, pues en este aspecto sí tensiona la postura de los republicanos y la discusión sobre quién es más de derecha o “menos amarillo”. “Duros, pero dialogantes”, esa es la apuesta de la UDI que hasta ahora, dicen, se ha materializado y no debería cambiar.
Evópoli en la lucha por la sobrevivencia
Sus principales liderazgos reconocen que el partido ha perdido peso e incluso “razón de ser” con figuras nacientes como Javier Macaya en la UDI. Evópoli surgió como un partido de derecha liberal —sobre todo en los llamados temas valóricos— y marcando contrapuntos con la visión sobre los Derechos Humanos, pero, dado el nuevo contexto nacional, admiten, el partido, que era una gran promesa para la derecha chilena, se ha desdibujado.
Gloria Hutt —actual presidenta del partido— logró ser electa para el Consejo Constitucional, lo cual dejó en mejor pie a la colectividad, pero igualmente en un complejo momento político, pues durante los últimos años su rendimiento electoral ha mostrado una merma y, como bien han reconocido públicamente, su paso protagónico por el gobierno de Sebastián Piñera 2 trajo costos políticos.
Si bien han apoyado el umbral del 5% que busca exigir a los partidos políticos para su existencia —en el nuevo texto constitucional—, saben que tienen un desafío relevante por delante: no desaparecer. Sus socios de la UDI y RN, e incluso dirigentes de Evópoli, dicen que la colectividad tiene que hacer un ejercicio de sinceramiento para la elección municipal: decidir si se arriesgan para cumplir ese 5% o se fusionan con la UDI o RN. Pero en la actual directiva están por seguir con su proyecto de derecha moderada y liberal. Y como, hasta ahora, el 5% sería aplicado en etapas, Evópoli apostaría a aunar fuerzas de centro para competir y seguir sobreviviendo como tal. En ningún caso la directiva abogaría por la idea que ha surgido sobre el partido único de centroderecha.
Por estos días, el fundador Felipe Kast fue nombrado a cargo del comité electoral para cumplir la difícil tarea de buscar candidatos del partido para las próximas elecciones populares.
Por lo pronto, Evópoli ha abogado por el fortalecimiento de Chile Vamos, pero todo indica que esa tarea será compleja al menos en el Consejo Constitucional.
Con todo, los dirigentes de Chile Vamos se inclinan por no zanjar un plan hasta que en diciembre se defina si habrá o no una nueva Constitución. Porque, recalcan, bien saben que cualquier cambio al sistema político podrá hacer repensar, por ejemplo, la posibilidad de que Chile Vamos se convierta en una única colectividad “moderada” al estilo Partido Popular de España para contrarrestar el auge republicano.
Fuente: T13