La Sociedad Nacional de Minería dio a conocer inédito estudio que caracteriza a este segmento.
Todas las proyecciones respecto al uso del cobre apuntan a que el mineral tendrá un importante crecimiento en la demanda en esta década. Si bien Chile es el principal productor a nivel global, el indicador lleva varios años estancado e incluso, en los últimos años no ha dejado de caer.
En ese escenario, la Sociedad Nacional de Minería (Sonami) encargó un inédito estudio a la consultora Plusmining, en el que se caracterizó al sector de la mediana minería, llegando a reveladoras cifras respecto al aporte que este realiza y las diferencias en cuanto a la gran minería.
Por ejemplo, señala que viene creciendo constantemente, expandiendo su producción los últimos cinco años, concentrada en cobre y oro, que representan el 5,7% y el 33% aproximadamente de la producción nacional, respectivamente.
Si bien existen diferentes tipos para clasificar a los yacimientos de la mediana minería, en el último proyecto de royalty minero se caracterizó a estas empresas como aquellas que producen entre 12 mil y 50 mil toneladas de cobre al año. En el estudio se consideró unas 18 compañías a lo largo del país, que pasaron de producir 256 mil toneladas de cobre en 2017, a 313 mil toneladas cinco años después, es decir, un crecimiento del 22%.
Con estas cifras, la mediana minería chilena por sí sola es un importante sector económico del país, con una producción de cobre comparable con algunos países como Polonia o Brasil. Pero, además, con un fuerte componente local, ya que según el estudio, un 29% de las compras de insumos y servicios se realiza en la misma región donde operan y el 73% de los trabajadores reside en la misma región.
En cuanto al aspecto financiero, las ventas de cobre de este segmento alcanzan consistentemente valores en torno a los US$ 1.500 millones. En 2021, gracias al mayor precio del cobre, alcanzó los US$ 2.852 millones, pero si se consideran las ventas de cobre, oro, plata y molibdeno de la mediana minería, durante los años 2017 y 2020, promedió los US$ 2.305 millones en facturación.
En tanto, en 2021, cuando las ventas de la mediana minería alcanzaban los US$ 3.588 millones, sobrepasó las exportaciones de toda la industria de la celulosa (US$ 3.298 millones). En otras palabras, si se considera a la mediana minería como un subsector de la minería (según la jerarquía
para exportaciones de bienes del Banco Central), el promedio de sus ventas totales entre 2017 y 2021 la posiciona como el quinto subsector de la economía nacional, sobre las exportaciones de subsectores forestal, de productos metálicos y bebidas y tabacos.
“Sin temor a equivocarme, lo que conozco de las empresas que conforman el segmento, yo creo que nosotros estamos en condiciones de poder doblar la producción de aquí a tres o cuatro años, si es que las condiciones nos favorecen desde el punto de vista de la tramitación de permisos y evidentemente la condición de precios que vaya a tener el cobre. Pero veo ahí un potencial importante. hay empresas que tienen yacimientos bien atractivos que en la medida que puedan ir ampliando sus operaciones, eso se puede materializar perfectamente”, asegura el vicepresidente de Sonami, Cristián Argandoña.
El también gerente general de Minera Las Cenizas destaca que en la medida que las empresas logran escalar sus niveles de tratamiento, los costos medios bajan. Esto permite también acceder a otros recursos mineros que en las condiciones actuales no son económicamente explotables, y que permitirían crecer rápidamente en producción.
Permisos ambientales
No obstante, este sector también presenta dificultades importantes, como la vulnerabilidad ante la volatilidad de la cotización de los metales, a lo que se suma la obtención de los permisos ambientales. Por ello, desde el rubro apelan a contar con medidas especiales que se puedan adecuar a su realidad.
“Hoy día, como estamos invisibilizados, la normativa regulatoria no hace distingo y no se hace cargo de este segmento y al revés, lo carga y lo sobrerregula de manera absolutamente inconcebible e inexplicable. Se aplica para la obtención de los permisos los mismos criterios, los mismos estándares y la misma normativa que las grandes mineras que procesan hasta 50 veces
más mineral, lo que no tiene explicación. Entonces resulta extraño que la autoridad, que está buscando reactivar la economía, el crecimiento, no impulse y no haga foco en él, permitiendo su desarrollo”, lamenta Argandoña.
Según los cálculos de la industria, el tema de la permisología genera una presión importante, que puede inmovilizar producción, con costos de entre dos y tres dólares por tonelada. Al tratarse de proyectos de menor cantidad de recursos mineros, no se pueden apalancar iniciativas para 20 años, obligando a las empresas a entrar cada cuatro o cinco años a la tramitación ambiental.
“Aquí se requiere de una normativa ad hoc que les permita a estas empresas poder dar estos saltos en producción, y en paralelo, que los estándares también vayan incrementándose. Pero no podemos partir con el yunque arriba de la espalda que no nos deja movernos. Entonces, esa es la única manera de que Chile pueda, de alguna manera, capturar el valor que hay en el cobre en los próximos años, que permita el desarrollo de este segmento en forma prioritaria”, resume Argandoña.
Fuente: El Mercurio