A diferencia de lo que sucede en el resto del mundo, donde la geotermia ha mantenido un crecimiento progresivo como fuente de generación eléctrica con más de 16.000 MW a 2022; en Chile, que tiene un inmenso potencial geotérmico que podría alcanzar los 40.000 MW a lo largo de su geografía; existen actualmente sólo 83 MW conectados al Sistema Eléctrico Nacional (SEN).
Así lo sostiene el director del Centro de Excelencia en Geotermia de los Andes (CEGA), Diego Morata, quien explica que más allá de la “cifra académica”, el estudio de la Mesa de Geotermia, en donde participaron todos los actores relevantes de la geotermia en Chile, “estableció que en el período 2017-2030 podrían instalarse unos 599 MWe y en el período 2031-2050 unos 1.487 MWe adicionales”.
Es decir, agrega el experto, este estudio demuestra que con los proyectos geotérmicos que cuentan con un mayor avance en su conocimiento, “al 2050 podrían instalarse unos 2.086 MWe (con un rango entre 1.298 a 3.842 MWe). Esto no significa que el potencial geotérmico, para generar electricidad, sea de 3.842 MWe. Lo que indica es que, si se diesen las condiciones económicas adecuadas, al 2050 podría haber en Chile casi 4.000 MWe instalados”.
Estratégica
Para Morata, quien es profesor titular del Departamento de Geología de la Universidad de Chile, el hecho que la geotermia no tenga un mayor desarrollo pasa “por una cuestión de Estado”. Para contextualizar esa afirmación, recalca que “la geotermia es la única energía renovable que tiene la cualidad de ser estable y permanente en el tiempo. Estamos hablando de la única que tiene un elevado factor de planta y que puede, por lo tanto, ser considerada energía de base”.
“Es la única que es independiente de las condiciones climáticas y que puede funcionar las 24 horas del día, los 365 días del año. Esta calidad de ser una fuente de energía estable, que da seguridad e independencia energética y, lo mejor de todo, distribuida a lo largo del país, la convierten en una fuente de energía que debiese ser considerada como estratégica”, añadió el académico.
Por su parte, el presidente del Consejo Geotérmico, Carlos Jorquera, gremio que agrupa a empresas desarrolladoras y tenedoras de concesiones geotérmicas en Chile; considera que lo visto en los últimos años es “el nacimiento de nuevas trabas, más que la facilitación del desarrollo de proyectos. Hoy la energía geotermal es la única del mercado que está expuesta a dos procesos de consulta indígena en un mismo proyecto y sin ser vinculantes”.
Sobre este punto, dijo que el Estado no ha tomado la iniciativa en resolver esa materia que impacta en los plazos, y es así como hoy, “adicional al Estudio de Impacto Ambiental donde la consulta indígena es parte del proceso, y no hay nadie en la industria en desacuerdo respecto a ello, se introduce una nueva consulta indígena en el proceso administrativo del Ministerio de Energía para otorgar la concesión de explotación”.
Esto dilata los plazos a tal magnitud, asegura, que hay proyectos que ingresaron en 2015 y a la fecha no tienen resultados.
Energía de base
La comparación recurrente entre la energía solar, la eólica, y la geotérmica, es “desafortunada” en su planteamiento, considera Jorquera, pues “no se puede comparar un suministro de 8 horas al día versus uno de 24, porque si se quisiera comparar desde la geotermia, tengo que ver un suministro equivalente a 24 horas al día y ahí la energía solar con baterías vale sobre US$100. La geotermia es energía de base, renovable, flexible y 24/7”.
Tomando eso en consideración, prosigue, “a la energía geotermal hay que compararla con ciclos combinados, con una carbonera, con energía solar y eólica con 18 horas de almacenamiento (…) la forma de desarrollarse del SEN a futuro, para alcanzar la meta de carbono neutralidad, tiene dos líneas: una es cómo se reemplaza el carbón, el gas y el petróleo, que es generación que opera 24 horas, y esa generación debe ser reemplazada por una de las mismas características”.
Un segundo eje, advierte, es el crecimiento natural de la demanda, “si se tiene una buena base de generación 24/7, flexible, se puede cubrir con energía solar y eólica. Del momento que la base es mala, lo demás no va a funcionar o lo hará en la medida que exista diesel y gas. Los estudios están hechos, la Mesa ERNC en 2015 calculó la cantidad de intermitencia que es capaz de soportar el sistema, y no consideraba el retiro de las carboneras, y estamos en ese límite que era del 30%”.
Pioneros
Quizás el mayor hito de la geotermia en Chile, tuvo lugar en septiembre de 2017 cuando fue inaugurada en Ollagüe, Región de Antofagasta, la primera planta geotérmica de Sudamérica: Cerro Pabellón, complejo de una potencia inicial de 48 MW, construido por Geotérmica del Norte que surgió del joint venture entre Enel y Enap, y que hoy, tras una ampliación, posee una capacidad instalada total de 83 MW, según detalla el responsable de Operación y Mantenimiento Geotermia de Enel Green Power Chile, Francisco Arechaga.
Sobre el futuro de la central y de esta tecnología, el ejecutivo explica que, si bien hoy no tienen nuevos planes de inversión en geotermia, sí están trabajando en un proyecto para mejorar la capacidad y eficiencia de uso del recurso en Cerro Pabellón, “siempre dentro de lo considerado en las autorizaciones vigentes, lo que permitirá optimizar y aumentar la producción de las unidades con la misma capacidad instalada”.
El proyecto, indica Arechaga, consiste en un estudio de monitoreo y control de los depósitos minerales en forma de escalada en las infraestructuras de circulación de fluido e intercambio de calor, y su remoción, para permitir el mejor aprovechamiento de la fuente renovable de geotermia. “Este año ya hemos hecho trabajos de mantenimiento con drilling rig para eliminar obstrucciones de estos minerales en tres pozos de producción, mejorando considerablemente la eficiencia de cada uno”, precisó.
Además de Cerro Pabellón, existen tres concesiones geotermales las cuales, en el mediano plazo, podrían materializarse, según informa Jorquera: uno es Mariposa, en la zona cordillerana de Talca, Región del Maule; Tinguiririca, ubicado en la cordillera de San Fernando, Región de O’Higgins; y Adobera, en la zona cordillerana de Tolhuaca, Región de la Araucanía.
“Esos tres proyectos hoy reúnen al menos las condiciones administrativas y técnicas para avanzar y convertirse en el mediano plazo en una planta geotermal. Todos estos proyectos son en escala sobre los 80, 100 MW con su primera unidad, con un potencial entre 100 y 200 MW cada uno”, precisa el ejecutivo, quien estima la inversión conjunta hasta en US$3.000 millones.
FUENTE NUEVA MINERIA Y ENERGIA