- Por Carol Calderón, jefa social territorial de Hogar de Cristo.
El asunto es bien simple: para hacerimportantes tareas sociales en territorios donde no logra llegarel Estado, el gobiernoentrega financiamiento a quienes proveen esos servicios, ya sea mediante subvenciones (usualmente insuficientes) o mediante licitaciones y/o fondos concursables.
La entrega de esos recursos debe ser diáfana, justificada y sobre la base de credenciales de honestidad, expertise y probada trayectoria de las entidades que van a ejecutarlas. El traspaso del dinero debe ser ágil y el rendimiento del mismo igualmente rápido y detallado. Las tareas financiadas deben además tener sentido y prestar una ayuda real, porque se trata de atender urgencias que afectan dramáticamente la vida de los que no tienen nada.
Hoy son 227 mil niños, niñas y jóvenes los que patean piedras en las poblaciones sin ir al colegio y están a merced del narco y el crimen organizado. Existen miles de personas viviendo en situación de calle, lo que se acrecienta con el fenómeno de la migración masiva. Hemos visto en el curso de una semana a morir quemados a diez niños hijos de migrantes irregulares a causa de las precarias viviendas donde viven hacinados. Los problemas de salud mental y consumo problemático de alcohol y de otras drogas de los más pobres, no los atiende nadie. La discapacidad mental es otro tema en que la oferta de ayuda está dramáticamente insatisfecha.
Hacemos esta enumeración, porque que abarca varios programas de trabajo del Hogar de Cristo en todo Chile que se encuentranen incertidumbre financiera, tanto para el cierre 2023 como para la proyección presupuestaria 2024.
Esto, en parte a causa de los sinvergüenzas involucrados en “el caso convenios”.
La falta de escrúpulos de unos pocos tiene a muchas organizaciones de la sociedad civil que hacemos bien la pega con la entrega de recursos retenidos, haciendo pagar a justos por pecadores.
La situación económica del país tampoco favorece el dar hasta que duela que propiciaba nuestro fundador, Alberto Hurtado. En lo individual –muchas personas están sin trabajo y a otras la inflación las ha golpeado con dureza– y en lo institucional –las empresas que practican la filantropía son escasas y batallar por superar la pobreza no es visto masivamente como una inversión–.
Todo esto nos ha obligado a organizar una colecta nacional, que se llevará a cabo la primera semana de diciembre, y que requiere de todos, de la comunidad completa.
¿Cómo se puede colaborar?