Los expertos aseguran que la demanda mundial de metales continua al alza y Chile debe considerar una producción minera superior a 20 MTCon/año, a partir del 2035 y con una tendencia al alza. Este contexto obliga a las actuales fundiciones del país a modernizarse, optimizarse y expandirse, mientras que otras, tendrán que cerrar definitivamente.
“O nuestras fundiciones se las arreglan para bajar sus costos al segundo cuartil o la conclusión es lapidaria: deben cerrar”, sentenció Sergio Demetrio, presidente del IIMCh (Instituto de Ingenieros de Minas de Chile). “Pero, yo me inclino por rentabilizarlas y superar estas barreras para atraer a los productores locales; estoy seguro de que se puede, aunque no veo mucho movimiento en este sentido”.
El ejecutivo llegó a esta conclusión durante el Seminario FuRe (Fundiciones y Refinerías) organizado por el IIMCh, y realizado en octubre pasado, en la casa central de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV).
De acuerdo con datos de Cochilco (Comisión Chilena del Cobre) las cuatro fundiciones estatales: Chuquicamata, Potrerillos y Caletones, de propiedad de Codelco, junto con la planta Hernán Videla Lira o Paipote de Enami (Empresa Nacional de Minería), hoy se encuentran en el cuarto cuartil de costos, triplicando el costo promedio de las fundiciones chinas y doblando el promedio a nivel mundial. Según Cochilco, solo Chagres (de Anglo American) y Altonorte (de Glencore), son rentables.
“De hecho, tres de las cuatro fundiciones estatales de Chile, figuran entre las más caras del mundo”, recalca Demetrio. “Altonorte tiene mayor potencial y puede mejorar aún más su posición, siendo hoy la de menor costo unitario del país. Este complejo es un ejemplo de que la tecnología Teniente Noranda es competitiva, pero en Chile no hemos aprovechado todo su potencial”.
Mientras que Paipote, decidida a salir adelante, hoy despliega todo tipo de gestiones para concretar su plan de modernización. “Nuestro objetivo es lograr un quiebre tecnológico, con la menor cantidad de procesos unitarios y una continuidad en la operación”, sostuvo Hernán Santander, gerente de la fundición durante el evento FuRe.
El problema es que no son solo los costos. La baja productividad de las fundiciones estatales y que viene en picada hace años, es a lo menos preocupante. “Por ejemplo, Chuquicamata llegó a fundir 1,72 millones de toneladas anuales de cobre y hoy no alcanza a 1 millón”, precisa Demetrio. “Ventanas hace 20 años procesaba más de 510 mil toneladas y al momento de su cierre apenas fundía 350 mil. Paipote, en tanto, hoy procesa 250 mil toneladas cuando su capacidad nominal es de 350 mil”.
Como si todo esto fuera poco las exigencias ambientales de captura de gases para las FuRe, continúan aumentando. “No veo que las fundiciones sean capaces de sortear la próxima exigencia ambiental que está pronta a emitirse”, explica Demetrio. “Incluso, uno de estos complejos ya reconoció que ´si me exigen 98,5%, no seremos capaces”.
“No exijamos mucho más allá de lo que podemos soportar, podemos terminar por matar este eslabón (FuRe)”, advierte el timonel del IIMCh. “Somos lejos el mayor productor mundial de cobre primario y debemos tener claridad de que el mercado real y seguro es el de cobre metálico, no el de concentrados”.
Débil respuesta del Estado
¿Qué dice el gobierno frente a este crítico escenario?, “al inicio del gobierno del Presidente Gabriel Boric se propuso aumentar la capacidad de fundición y refinación de cobre en el país, para lo cual estamos planeando la construcción de una mega fundición”, anunció Carlos Silva, jefe de la División de Políticas Públicas del Ministerio de Minería durante el seminario FuRe.
“Desarrollamos una estrategia nacional para el fortalecimiento de las capacidades de FuRe en Chile y en julio pasado conformamos una mesa de trabajo junto a Cochilco y las carteras de Economía y de Medio Ambiente”, detalló el directivo. “Concluimos que, junto con diseñar una mega fundición, es necesario modernizar los actuales complejos, y éstos, junto a los futuros proyectos, deben ser social y ambientalmente competitivos”.
Sin embargo, “esta política en torno a las fundiciones surge como consecuencia de una ley y es fruto del cierre de Ventanas; nace a paso forzado y no por la inspiración de querer hacer las cosas mejor”, reparó el Dr. Roberto Parada, académico de la Escuela de Ingeniería Química de la Universidad Católica de Valparaíso y director ejecutivo Centro de Minería, durante el desarrollo del evento.
“Lamentablemente, no veo en la política de fundiciones del gobierno el mismo vuelo y energía que se le ha inyectado a la Estrategia Nacional del Litio”, apuntó el académico. Esta última, a su juicio, está presente prácticamente todos los días en el discurso del gobierno, mientras que la política en torno a las fundiciones “descansa en el cumplimiento de algo que había que hacer”.
“Por lo tanto, el Estado aquí tiene una doble obligación”, enfatizó el Dr. Parada, “Primero tiene que impulsar a la industria FuRe, para que ésta alcance los niveles de sostenibilidad exigidos por la sociedad y dentro de la granulidad, y el Estado debe liderar este proceso posicionándonos en el estándar internacional”. En segundo lugar, explicó, el Estado debe valorizar al sector de las FuRe, por su impacto social en los proyectos y no solo por su aporte económico y privado.
“Así como el Estado chileno ha invertido en forma magistral en desarrollar una industria del metro, que es la que más ha crecido en la región con los menores costos de inversión, perfectamente podría aplicar un modelo similar a las fundiciones del país”, ejemplificó el académico. “Al metro de Chile no se le exige que pague la inversión, sólo que asuma los gastos operacionales”.
Casos de éxito
Hasta aquí parece que la mejor solución es invertir en nuevos complejos. Pero hay mucho sesgo en pensar que una nueva fundición cuesta billones de dólares, cuando en la práctica no es así, aseguró Oscar Mendoza, metalurgista Senior Glencore Technologies durante el seminario FuRe. “Si se explora la tecnología adecuada se puede lograr y nosotros, como operadores de fundiciones, hemos hecho mejoras en nuestros sistemas para bajar aún más los costos”.
Un caso de éxito es la fundición ILO de Southern Copper Perú, apuntó el experto, que contaba con dos hornos reverberos y un tercero con tecnología Teniente Noranda. “La empresa minera estaba fundiendo cerca de 750 mil toneladas de cobre y decidieron hacer una serie de cambios, dado su nuevo enfoque ambiental para reducir las emisiones de azufre”.
“Retiraron los tres complejos e instalaron un horno Isasmelt con capacidad para 1,5 millón de toneladas. Hoy ellos están procesando 1,3 millones de toneladas de cobre con un costo operacional de 21 centavos por libra”, subrayó Mendoza. La inversión del proyecto totalizó US$500 millones, precisó, e incluyó además una planta de ácido; otra de oxígeno; una rueda de moldeo para el cobre adicional; una planta de tratamiento de agua y mejoras en los sistemas de gases de los convertidores.
“El horno Isasmelt solo costó US$30 millones. Lo más importante es que la fundición ILO debía llegar al 92% de captura de gases y hoy supera el 96% de captura, gracias a que Isasmelt representa el 0,02% de la emisión global de una fundición”, describe Mendoza. “Otro caso de éxito: la fundición de Freeport McMoran en Miami (Arizona) registraba una emisión mensual de 140 toneladas de CO2, cifra que bajó a 20 toneladas al remplazar su horno eléctrico por la tecnología Isasmelt”.
“Aunque son los convertidores tradicionales Peirce Smith los principales contaminantes de las actuales fundiciones”, aclara Demetrio, “por lo tanto, hay que apagarlos si queremos lograr niveles de captura superiores al 98%”. En su opinión, estos convertidores pueden ser reemplazados por otras tecnologías: convertidores de lecho empacado; tecnología Flash; de lanza; o continuo de baño.
“Otra opción válida es aplicar hidrometalurgia, o bien, ir directamente del metal blanco a cátodo, vía electrodepositación”, detalla el ejecutivo.
Lo cierto es que la demanda mundial de metales continua al alza y Chile debe considerar una producción minera superior a 20 MTCon/año, a partir del 2035 y con una tendencia creciente en los siguientes 50 años, aseguran los expertos. Bajo este contexto, algunas fundiciones del país podrán modernizarse, optimizarse y expandirse. Otras, en cambio, tendrán una muerte anunciada como ya ocurrió con Ventanas.
Lo cierto es que el Estado vía Codelco/Enami, parece no contar con los recursos financieros necesarios, ni el apoyo político, ni la capacidad de gestión para invertir en mega fundiciones. Por este motivo, Juan Rayo, director de JRI Ingeniería y past president del IIMCh, plantea que es factible construir una mega fundición y refinería de carácter privado.
“Esta consistiría en un complejo metalúrgico que reciba el concentrado en pulpas (vía pipelines) y que produzca cátodos, ácido sulfúrico y otros productos valiosos que se transportan por ferrocarril, para procesar hasta 10 MT Conc/año antes del 2050”.
¿Y mientras tanto?, hay que reducir los costos de las fundiciones chilenas, una tarea que, a juicio de Demetrio, sí es posible llevar a cabo. “Chile gasta entre US$600 a 800 millones anuales en forma adicional para procesar sus concentrados internamente, debido a que los costos de nuestras fundiciones son muy ineficientes (figuran entre finales del 3er cuartil y las últimas del 4to cuartil siendo las más caras)”.
Lo anterior se debe a que el país no recupera todos los elementos, ni los créditos que debiera, sostiene el ejecutivo, “y tenemos un costo de electricidad que supera los US$100 por MWh, cuando los del 1er cuartil están en US$20-30/MWh. Además, falta implementar mejoras en equipamiento y procedimientos para bajar los costos de mano de obra, los que hoy representan en algunos casos hasta el 40% del costo directo total. Ello se puede optimizar con más I+D+i para operar reactores en forma estacionaria y de alta automatización a menos de la mitad”.
FUENTE NUEVA MINERIA Y ENERGIA