Por Oscar Vega Gutiérrez, Director Dpto. de Trabajo Social
Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM)
La comprensión y el abordaje de la multiculturalidad inherente al desplazamiento humano, se erige como un imperativo ético y también profesional: la gestión efectiva de la diversidad exige estrategias inclusivas que faciliten la construcción de un tejido social multicultural basado en la no discriminación.
Los procesos migratorios surgen en la actualidad como un fenómeno omnipresente, moldeando la dinámica social. Reflejan la interconexión global y la búsqueda de oportunidades, seguridad y una mejor calidad de vida.
Sin embargo, esta movilidad humana también supone desafíos significativos, como la adaptación a nuevas realidades socioeconómicas, el choque cultural y la preservación de la identidad en un contexto transcultural. La migración no se limita a la mera reubicación física, sino que implica una reconfiguración profunda de la vida cotidiana y la estructura social.
La comprensión y el abordaje de la multiculturalidad inherente a estos procesos de desplazamiento humano, se erige como un imperativo ético y también profesional, ya que la gestión efectiva de la diversidad exige estrategias inclusivas que faciliten la construcción de un tejido social multicultural basado en la comprensión, el respeto y la valoración de las diferencias.
Comprensión intercultural
La pluralidad cultural resultante exige un enfoque informado y culturalmente competente por parte de los profesionales del Trabajo Social, dado que ellos/as son puentes entre las comunidades migrantes y la sociedad de acogida, facilitando la integración sin menoscabar la riqueza de la diversidad cultural.
Asimismo, se erigen como un medio para abordar las disparidades socioeconómicas que, a menudo, acompañan a los procesos migratorios, trabajando hacia la equidad y la justicia social.
Mientras los procesos migratorios y la multiculturalidad definen la realidad social contemporánea, el Trabajo Social surge como una disciplina esencial para la construcción de sociedades inclusivas y equitativas.
Su función va más allá de la resolución de problemas inmediatos, extendiéndose hacia la promoción de la comprensión intercultural, la no discriminación y la justicia e inclusión social.