Carlos Cisterna, Sergio Arévalo y Misael Vidal. Esos son los tres carabineros que hace exactamente una semana fueron cruelmente asesinados en Cañete, provincia de Arauco, en la Región del Biobío.
Siete días en que la Fiscalía y Carabineros han realizado diversas diligencias para dar con el paradero de los autores. Se dicen que son seis, que planificaron muy bien el ataque, que no fue algo fortuito.
Eso en cuanto a los datos. Por su parte, en la población de la provincia de Arauco, y en especial vecinos de Cañete, hay una conmoción. En todo sentido. Un antes y un después.
“Esto marca un quiebre. Hasta el pasado viernes no digamos que tranquilidad tranquilidad, pero sí se vivía sin esta sensación horrible, de pena, angustia. Fue todo tan macabro”, relata a Emol una vecina, que por motivos de seguridad pide resguardar su identidad.
“Pero de todo sale algo bueno. Hoy existe una sensación de seguridad. Porque claro, los andan buscando por cielo, mar y tierra. Drones, furgones, hasta en el agua, por todos lados, entonces eso nos genera una seguridad. Lamentable el motivo, pero seguridad al fin y al cabo”, agrega.
En la semana el delegado presidencial provincial de Arauco, Humberto Toro, señaló que hasta el atentado “Cañete estaba tranquilo. Las cifras de delitos habían bajado. Los homicidios, robos de vehículos, todo. Pero fue un mazazo. Eso sí, que tengan claro, no pondrán de rodillas a la provincia”.
Mientras que el alcalde de Lebu, Cristián Peña, sostuvo en Radio Pauta que “han sido días muy difíciles, en Lebu convivimos con la tragedia, pero esto nos ha golpeado en demasía y ha causado mucho sentimiento a los habitantes de la provincia de Arauco y también mucha rabia y enojo. No solo existe el miedo a que esto vuelva a ocurrir, siento que las persona de la provincia creemos que no se ha hecho lo suficiente para detener una situación del sector, que viene desde hace décadas”.
Temor por aviso de bomba
Paralelo a las múltiples diligencias, el pasado jueves se encendieron nuevamente las alarmas. Un artefacto sospechoso dejado en el sector de cajeros automáticos de un banco hizo temer lo peor.
Se aisló a la gente de la sucursal, se evacuó a los cercanos. Finalmente se descartó que fuera explosivo, pero hubo temor.
“Imagínese, todos convulsionados y nos salen con este aviso. Obvio que todos nos asustamos. Algunos andan hasta espiritúados, no se atreven a salir”, señala otro habitante de la comuna.
El hombre, quien tampoco quiere identificarse ya que hace un tiempo él fue víctima de un atentado donde le quemaron cabañas, considera que “ojalá que esto no sea solo por ahora. Si uno anda por la calle y lo pueden fiscalizar. Necesitamos más protección. Y los pobres carabineros tuvieron que sufrir la muerte para que nos resguardaran más. Cuántas veces se dijo que la Ruta P72 es mala. Si nadie acá entiende cómo andaban tres carabineros solos en una camioneta, sin resguardo militar. ¿No se supone que estamos en estado de excepción?”.
Para los habitantes de la zona la noticia fue un golpe duro. Así quedó demostrado el martes en los funerales de los tres nuevos mártires. Cientos de personas acompañaron a las familias en Lebu, Curanilahue y Contulmo, todos buscando darles un último adiós.
“Una que es madre, se pone en el lugar de ellas y ufff. Imagínese, pero ellos murieron en lo que amaban”.
Por ahora Cañete, Tirúa y Contulmo están con toque de queda. Una medida celebrada por los vecinos, quienes esperan reforzamiento de seguridad en la denominada “zona roja”, o bien “triángulo de la violencia”.
Fuente: Emol.com