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Suspenden audiencia porque miembro de “Los Gallegos” se negó a asistir a juicio, vía telemática

Un episodio más dentro de la ya accidentada historia del juicio en contra de “Los Gallegos de Caracas”, una de las facciones del Tren de Aragua (TDA), se vivió ayer, cuando los jueces del Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Arica constataron que uno de ellos, quien se encuentra internado en el Recinto Especial Penitenciario de Alta Seguridad (REPAS) en Santiago, no estaba en la sala virtual –dado que, como informó El Mostrador, los presos más peligrosos asisten a las sesiones en forma telemática, desde la capital y otros penales del país–.

Ante las preguntas relativas a la ausencia de Jorvis Parra Viloria, más conocido como “Pichi”, otro de los internos aseguró que tenía un fuerte dolor en los testículos y que por eso no había asistido, ante lo cual los magistrados solicitaron a Gendarmería que enviara un paramédico a su celda, a fin de constatar lo anterior. Sin embargo, el informe al respecto, entregado durante la mañana, asegura que Parra no tenía ningún problema de salud.

El Mostrador consultó durante la tarde de ayer a Gendarmería al respecto, con el fin de saber por qué Parra no llegó hasta la sala del cuarto piso de la cárcel, en la cual se conectan los internos con el tribunal de Arica, vía Zoom, pero hasta el cierre de esta edición no se había entregado una versión al respecto.

Lo que sí es claro es que luego de ello, en el tribunal, algunos de los abogados defensores alegaron que los derechos de sus defendidos estaban siendo vulnerados por la institución carcelaria dentro del REPAS, por lo cual interpusieron un recurso de cautela de garantías, solicitando que un juez (que en este caso debería ser del Séptimo Juzgado de Garantía de Santiago) se constituya en el penal, a fin de constatar lo denunciado en la audiencia.

Un largo historial

En el organigrama de “Los Gallegos”, el venezolano Jorvis Parra está considerado un mando de nivel medio superior, a las órdenes directas los dos líderes territoriales (Jorve Galavis García, más conocido como “Culito”, y Yoneiker Paredes Fagúndez, “El Enano”). Sus funciones, según la Fiscalía eran de “brazo operativo y coordinador”, entre las distintas células dedicadas al tráfico de drogas, a la trata de mujeres con fines de explotación sexual y al secuestro y el sicariato.

De hecho, el Ministerio Público pide en su contra un total de 73 años (actualmente tiene 35), por delitos de homicidio, asociación ilícita, tráfico de personas con fines de explotación sexual y varios ilícitos relacionados con armas, entre otros.

Pese a su posición inicial en la organización, fuentes penitenciarias indican que desde que está preso ha ido ganando preeminencia, dado que se le identifica como uno de los líderes de varios intentos de motín al interior del REPAS, donde hoy se encuentran juntos los cabecillas del TDA “original”, los asesinos del suboficial mayor Daniel Palma y del mayor Emmanuel Sánchez, “Los Gallegos” y varios de los secuestradores pertenecientes a “Los Piratas de Aragua” entre ellos, los compañeros de delito de los sujetos que secuestraron y asesinaron al exteniente venezolano Ronald Ojeda, entre otros.

La primera demostración de fuerza colectiva la dieron en octubre del año pasado, cuando se produjo un intento de motín, debido a la negativa de Gendarmería de permitir que los acusados fueran visitados por personas que decían ser sus familiares, muchos de los cuales no portaban ningún documento de identidad. En dicha ocasión, los disturbios culminaron con varios reos lesionados (según la institución, por lesiones autoinferidas), entre ellos Parra.

Este episodio decantó posteriormente en una serie de acciones judiciales que culminaron con la polémica decisión del juez Daniel Urrutia (del Séptimo Juzgado de Garantía) de permitir que varios de ellos fueran beneficiados por videollamadas incluso, hacia el extranjero, decisión que fue posteriormente revertida por la Corte de Apelaciones.

El 21 de febrero, en tanto, Gendarmería detectó una pelea a cuchilladas en el patio número 3, de la cual participaban dos de los reos más peligrosos: Hernán Landaeta Garlotti, más conocido como “Satanás”, sicario del TDA “original”, y Daniel Márquez Meléndez, de “Los Gallegos”.

Tras separarlos y constatar que tenían lesiones menores, descubrieron posteriormente que Parra había escondido otros dos cuchillos (envueltos en papel) en uno de los muros de la prisión.

Después, a inicios de marzo, fue sancionado debido a que –junto a otros presos– se opuso a un allanamiento en las celdas. A inicios de mayo, junto a Márquez y otro interno de “Los Gallegos” fueron sancionados por Gendarmería, luego de que los descubrieran realizando muecas (por Zoom) mientras comenzaba el juicio en contra de ellos y la Fiscalía detallaba las penas que se les piden.

Hace pocos días, en tanto –según fuentes penitenciarias que pidieron resguardo de sus identidades–, se produjo un nuevo intento de motín por parte de los líderes del TDA, en medio del cual resultaron lesionados varios gendarmes, incluyendo un capitán.

En dicho contexto, una de las fuentes consultadas indicó que, además de las amenazas a las que pueden estar sometidos muchos de los funcionarios por parte de los internos, se suma también el miedo de ser objeto de emboscadas o ataques, lo que podría explicar el no uso de la fuerza ante la negativa de Parra de acudir al juicio.

Ayer, el diario La Tercera informó que gendarmes pidieron al diputado (REP) Cristián Araya que se constituyera en el recinto, luego de lo cual este ofició al Ministerio de Justicia, denunciando –según dicho medio– que “la situación actual de la gran mayoría de las celdas de los internos, así como del patio interior de la unidad, son deplorables. Los internos extranjeros, con las nuevas formas de incivilidad que han importado a nuestro país, han destruido, al punto de dejar inutilizables, 47 de las 60 celdas de la unidad. Lo anterior se ha mostrado muy problemático para las condiciones de trabajo de los gendarmes, toda vez que las cerámicas que inexplicablemente se utilizaron para reforzar las paredes de las duchas de las celdas son una permanente amenaza para su vida, ya que se usan como cuchillos en su contra, al igual que los pedazos de vidrio que se han removido de las ventanas”.

Del mismo, indica el matutino, “hizo presente que hay situaciones de permanente filtración de agua en los muros con ocasión de las lluvias y también producto de acciones deliberadas de inundación de los internos”.

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