El 20 de marzo es el Día Mundial de la Salud Bucal y es una buena oportunidad para reflexionar sobre una deuda que Chile arrastra hace demasiado tiempo: a millones de personas en nuestro país les cuesta sonreír porque la salud bucal no ha recibido la atención ni la prioridad que merece.
Las cifras no mienten y duelen. La última encuesta de la Universidad de los Andes mostró que el 62% de las personas considera que su salud bucal es regular, mala o muy mala. Según el Minsal, a los 6 años el 70% de los niños y niñas tiene la enfermedad de caries, por lo que no debe extrañar sólo 31% de las personas entre 35 y 44 años conserve todos sus dientes. Estos números no son solo estadísticas: son historias de dolor, vergüenza y oportunidades perdidas.
En el caso de niños y niñas una mala salud bucal está relacionada con dificultades para comer, hablar y dormir, además de un mayor ausentismo escolar y peor rendimiento académico. En la vida adulta, estos problemas se traducen en baja autoestima, aislamiento social, menor empleabilidad y una peor salud general. Es una realidad que vemos en todo Chile y que es urgente cambiar.
Hacemos un llamado al actual gobierno y a quienes aspiran a liderar al país en los próximos años a que hablemos de la sonrisa. Es un problema que afecta a millones de personas y que no puede seguir escondido ni relegado. La salud bucal debe convertirse en un desafío nacional, un motor de desarrollo humano, económico y social. Porque una sonrisa cambia una vida, pero muchas transforman a un país.
Raúl Valdivia
Director Ejecutivo Fundación Sonrisas