El papa Francisco, primer pontífice latinoamericano de la historia, que cautivó al mundo con su estilo humilde y su preocupación por los pobres, murió el lunes. Tenía 88 años.
“A las 7:35 de esta mañana, el obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre. Toda su vida estuvo dedicada al servicio del Señor y de su Iglesia”, anunció el cardenal Kevin Ferrell, camarlengo del Vaticano, en un comunicado.
Francisco, que sufría una enfermedad pulmonar crónica y a quien se extirpó parte de un pulmón en su juventud, fue admitido en el hospital Gemlli el 14 de febrero de 2025 por una crisis respiratoria que derivó en una neumonía bilateral. Pasó 38 días ingresado, la hospitalización más larga de sus 12 años de papado.
Desde su primer saludo como papa —un casual “Buonasera” (“Buenas noches”)— hasta su acogida a los refugiados y los oprimidos, Francisco marcó un tono diferente en su papado, enfatizando la humildad sobre la soberbia en una Iglesia católica asolada por el escándalo y la indiferencia.
Tras esa noche lluviosa del 13 de marzo de 2013, el argentino Jorge Mario Bergoglio trajo un soplo de aire fresco a una institución de 2.000 años de antigüedad que había visto decaer su influencia durante el problemático pontificado de Benedicto XVI, cuya sorpresiva renuncia llevó a la elección de Francisco.
Su mayor reto llegó en 2018, tras el mal manejo de un polémico caso de abuso sexual clerical en Chile, cuando el escándalo que se había gestado con sus predecesores estalló nuevamente bajo su supervisión.
Luego, el papa trotamundos, a quien las multitudes amaban, tuvo que navegar una realidad sin precedentes al liderar una religión universal durante la pandemia de coronavirus desde una Ciudad del Vaticano cerrada.
Francisco imploró al mundo que usara el Covid-19 como una oportunidad para repensar el marco económico y político global que, según dijo, había puesto a los ricos en contra de los pobres.
“Nos hemos dado cuenta de que estamos en el mismo barco, todos frágiles y desorientados”, dijo Francisco en una Plaza de San Pedro vacía durante una oración solitaria en marzo de 2020.
Cambios
Entre los hitos de su papado, aprobó un controversial acuerdo con China sobre los nombramientos de obispos que había irritado al Vaticano por medio siglo, se convirtió en el primer papa en reunirse con un patriarca ruso y trazó nuevas relaciones con el mundo musulmán al convertirse en el primer pontífice en visitar la península arábiga e Irak.
Francisco reafirmó que únicamente los hombres célibes podían ser sacerdotes y sostuvo la oposición de la Iglesia al aborto, procedimiento que equiparó a “contratar a un sicario para resolver un problema”.
Francisco incorporó a varias mujeres a posiciones que involucraban importantes tomas de decisiones en el Vaticano y les permitió fungir como lectoras y acólitas en las parroquias. Además, permitió que las mujeres pudieran votar junto con los obispos en sínodos en respuesta a las quejas que señalaban que éstas realizan gran parte del trabajo de la iglesia pero son excluidas de las altas esferas del poder.
La hermana Nathalie Becquart, a quien Francisco asignó uno de los puestos más altos en el Vaticano, dijo que el legado del papa era su visión de una Iglesia en la que hombres y mujeres coexistieran en una relación de reciprocidad y respeto.
Usando el modelo de San Francisco de Asís
Francisco vivió en el hotel del Vaticano en lugar del Palacio Apostólico, usaba sus viejos zapatos ortopédicos en lugar de los mocasines rojos del papado y fue un ejemplo para las clases clericales al usar autos compactos en lugar de sedanes de lujo.
“Veo claramente que lo que la Iglesia necesita hoy es una capacidad de sanar heridas y de dar calor a los corazones de los fieles”, dijo a la revista jesuita La Civilta Cattolica en 2013. “Veo a la Iglesia como un hospital de campaña después de la batalla”.
Como si convertirse en el primer papa jesuita y latinoamericano de la historia no hubiera sido suficiente, también fue el primer papa en nombrarse a sí mismo en honor a San Francisco de Asís, el fraile del siglo XIII conocido por su sencillez personal, su mensaje de paz y su preocupación por los marginados y la naturaleza.
Francisco se dirigió a los desempleados y a los enfermos, a los discapacitados y a los sin hogar. También se disculpó formalmente con los pueblos indígenas por los crímenes de la Iglesia desde la época colonial en adelante.
Él mismo también sufrió. Parte de su colon fue removido en 2021 y necesitó otra cirugía en 2023 para reparar una dolorosa hernia de su pared abdominal y retirar tejido intestinal cicatrizado. A partir de 2022, debido a problemas en las rodillas, tuvo que usar bastón o silla de ruedas con frecuencia y atravesó por varios ataques de bronquitis.
Viajes
Su primer viaje como papa fue a la pequeña isla de Lampedusa, en ese momento la zona cero de la crisis migratoria de Europa. Consistentemente, eligió visitar países pobres donde los cristianos a menudo eran minorías perseguidas en lugar de centros del catolicismo global.
El obispo Marcello Sánchez Sorondo, amigo de Francisco y compatriota argentino, dijo que su preocupación por los pobres y los marginados se basaba en las ocho bendiciones que Jesús pronunció en el Sermón de la Montaña para los mansos, los misericordiosos, los pobres de espíritu y otros.
“¿Por qué son las bienaventuranzas el programa de este pontificado? Porque fueron la base del propio programa de Jesucristo”, afirmó Sánchez.
Pasos en falso en el escándalo de abuso sexual clerical
Pasó más de un año antes de que Francisco se reuniera con sobrevivientes de abusos sexuales cometidos por sacerdotes y hubo grupos de víctimas que inicialmente cuestionaron si realmente entendió el alcance del problema.
Francisco creó una comisión de abuso sexual para asesorar a la Iglesia sobre mejores prácticas, pero perdió su influencia después de unos años y su recomendación principal —la creación de un tribunal especial para juzgar a los obispos que encubrieron a los sacerdotes abusadores— no se concretó.
Después llegó la mayor crisis de su papado, cuando desacreditó a las víctimas de abuso chilenas en 2018 y apoyó a un controversial obispo vinculado al abusador. Francisco eventualmente se dio cuenta de su error e invitó a las víctimas al Vaticano para emitir un mea culpa personal y convocó a toda la cúpula de la Iglesia chilena a renunciar en masa.
Aunque esa crisis terminó, pronto estalló una nueva en torno al excardenal Theodore McCarrick, el arzobispo retirado de Washington y consejero de tres papas.
Francisco se había movido ágilmente para dejar de lado a McCarrick tras una acusación de que había abusado de un monaguillo en la década de 1970. No obstante, el pontífice fue acusado por el exembajador del Vaticano en Estados Unidos de haber rehabilitado a McCarrick al principio de su papado.
Expulsó del sacerdocio a McCarrick después de que una investigación del Vaticano determinara que abusó sexualmente de adultos además de menores. Cambió la ley de la Iglesia para eliminar el secreto pontificio que encubre los casos de abuso y trazó procedimientos para investigar a los obispos que abusaron o encubrieron a sacerdotes pedófilos, esperando terminar con la impunidad en la jerarquía.
“Sinceramente quería hacer algo y lo transmitió”, dijo Juan Carlos Cruz, uno de los sobrevivientes de abuso chilenos que Francisco desacreditó en 2018 y quien después desarrolló una estrecha amistad personal con el pontífice.
Relación con Benedicto
El camino hacia la elección de Francisco en 2013 fue allanado por la notable decisión del papa Benedicto XVI de renunciar y jubilarse —el primero en 600 años— y creó la realidad sin precedentes de tener dos papas viviendo en el Vaticano.
Francisco no rehuyó la sombra potencialmente incómoda de Benedicto, sino que lo acogió como un sabio anciano estadista a quien recurrió en busca de consejo y persuadió a salir de su retiro enclaustrado para participar en la vida pública de la Iglesia.
“Es como tener a tu abuelo en casa, un abuelo sabio”, dijo.
Tratando de eliminar la corrupción, supervisó la reforma del Banco Vaticano y procuró luchar contra los burócratas y meterlos en cintura, limitando su compensación y capacidad de recibir obsequios u otorgar contratos públicos.
Además autorizó que la policía vaticana realizara redadas en su propia Secretaría de Estado y en la agencia de vigilancia financiera debido a sospechas de una inversión de unos 350 millones de euros (unos 365 millones de dólares) en una empresa inmobiliaria de Londres. Tras un juicio de dos años y medio, el tribunal vaticano condenó a quien alguna vez fue un poderoso cardenal, Angelo Becciu, de malversación de fondos y dictó sentencias mixtas contra otras nueve personas, absolviendo a una.
Fútbol, ópera y oración
Nacido el 17 de diciembre de 1936 en Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio fue el mayor de cinco hijos de inmigrantes italianos.
Atribuyó a su abuela Rosa haberle enseñado a orar y durante los fines de semana escuchaba ópera en la radio, asistía a misa y a los partidos del club de fútbol San Lorenzo, amado por la familia.
Dijo que recibió su llamado religioso cuando tenía 17 años y se dirigía a confesarse. “Algo extraño me pasó en esa confesión”, relató en una biografía autorizada de 2010. “No sé qué fue, pero cambió mi vida… Me di cuenta de que me estaban esperando”.
Ingresó al seminario diocesano cuatro años después y, en 1958, se transfirió al seminario jesuita, atraído por la tradición misionera y la militancia de la Compañía de Jesús.
Fue por esta época que sufrió un ataque serio de neumonía que derivó en la extirpación de la parte superior de su pulmón derecho. Su frágil salud le impidió convertirse en misionero como había deseado, y su mermada capacidad pulmonar fue quizá responsable de su voz como susurro y su renuencia a cantar durante la misa.
El 13 de diciembre de 1969 fue ordenado sacerdote y de inmediato comenzó a enseñar. En 1973, fue nombrado jefe de los jesuitas en Argentina, cargo que luego reconoció como una “locura”, ya que solo tenía 36 años.
“Mi forma autoritaria y rápida de tomar decisiones me llevó a tener serios problemas y ser acusado de ser ultraconservador”, admitió en su entrevista con La Civiltà Cattolica.La vida bajo la dictadura argentina
Su mandato de seis años como provincial jesuita coincidió con el comienzo de la dictadura de Argentina, que duró de 1976 a 1983, cuando los militares lanzaron una campaña brutal contra las guerrillas de izquierda y otros opositores al régimen.
Bergoglio no confrontó públicamente a la junta y fue acusado de permitir que dos sacerdotes de barrios marginales fueran secuestrados y torturados por no respaldar públicamente su trabajo.
Se negó durante décadas a disputar esa versión de los hechos. No fue sino hasta 2010 que, en una biografía autorizada, finalmente contó los esfuerzos que hizo tras bambalinas para salvarlos, como persuadir al sacerdote de la familia del temido dictador Jorge Videla para que se reportara enfermo y él pudiera dar misa en su lugar. Una vez en casa del líder de la junta, Bergoglio pidió clemencia en privado. Ambos sacerdotes fueron eventualmente liberados, entre otros pocos sobrevivientes.
Bergoglio viajó a Alemania en 1986 para investigar para una tesis que nunca terminó. A su regreso a Argentina, se mantuvo en Córdoba durante un período que calificó como una “gran crisis interior”.
Sin el aprecio del liderazgo más progresista de los jesuitas de Argentina, Bergoglio fue rescatado de la oscuridad por San Juan Pablo II, quien lo nombró obispo auxiliar de Buenos Aires en 1992.
Seis años después fue nombrado arzobispo y en 2001 cardenal.
Estuvo cerca de convertirse en papa en 2005, cuando fue elegido Benedicto, al obtener la segunda mayor cantidad de votos en varias rondas de votación.
Fuente: Emol