Más de 5.500 ciudades del país sudamericano elegirán a sus autoridades, en medio de una campaña profundamente polarizada.
Brasil acude este domingo a las urnas para renovar alcaldes y concejales para los próximos cuatro años, tras una campaña agresiva que llegó a las manos, un outsider como serio aspirante a la alcaldía de Sao Paulo y la sombra del crimen organizado.
Los brasileños reformularán los gobiernos de más de 5.500 ciudades, dos años después de las presidenciales más polarizadas entre el ahora mandatario Luiz Inácio Lula da Silva y su predecesor Jair Bolsonaro.
Según sondeos, Río de Janeiro y otras diez de las 26 capitales estatales podrían definir su máxima autoridad en primera vuelta. Cuando ningún aspirante obtenga más de la mitad de los votos, la contienda se resolverá en segundo turno, el 27 de octubre.
La capital, Brasilia, tiene la particularidad de no tener alcalde.
La campaña transcurrió sin la red social más politizada, X, inhabilitada en Brasil desde el 31 de agosto bajo acusaciones de desinformación.
Los comicios ocurren cuando el país sufre incendios récord, alimentados por una sequía vinculada por los expertos al cambio climático. Sin embargo, el tema de la emergencia ambiental estuvo casi ausente de los debates.
Lula versus Bolsonaro
Vistas como la antesala de las presidenciales de 2026, las municipales ofrecerán una radiografía de las principales fuerzas en Brasil, encarnadas en el izquierdista Lula y el derechista Bolsonaro (2019-2022).
No obstante, ambos líderes “optaron por una postura discreta” y “el esperado choque entre lulismo y bolsonarismo no se concretó” en la campaña, según el analista político André César.
Lula centró su padrinazgo en el diputado Guilherme Boulos, candidato a la alcaldía de Sao Paulo, la mayor ciudad de América Latina con 12 millones de habitantes.
Aunque la disputa de Boulos con Ricardo Nunes, el actual alcalde apoyado por Bolsonaro, ilustra la polarización en Brasil, la irrupción del outsider Pablo Marçal cambió el panorama. Según los sondeos, hay un empate técnico entre los tres.
En Río de Janeiro, el alcalde centrista Eduardo Paes es favorito a un cuarto mandato, seguido de lejos por el diputado Alexandre Ramagem.
Ramagem, jefe de inteligencia de Brasil durante la presidencia de Bolsonaro, es investigado por supuesto espionaje ilegal de importantes políticos y otras figuras en ese periodo.
La histórica formación de izquierda de Lula, el Partido de los Trabajadores, no ostenta ninguna capital de estado y la situación puede repetirse. “Ni la fuerza política del titular de Planalto ni los buenos números económicos parecen capaces de revertir esta situación”, según César.
Marçal, el outsider
En Sao Paulo, el influenciador Pablo Marçal amenaza con patear el tablero político.
Señalado de lanzar noticias falsas, Marçal centró su campaña en acusaciones provocadoras y burlas hacia sus rivales que le valieron expulsiones de debates. Durante uno de ellos, fue golpeado con una silla en un arrebato de furia de un adversario, en lo que trascendió como “a cadeirada” (el sillazo).
Marçal, un ex coach de 37 años, ganó popularidad atrayendo votos del bolsonarismo, sectores evangélicos y jóvenes con un discurso agresivo, que apela a la “libertad”.
Alarmados con su ascenso, artistas, intelectuales, empresarios y juristas lanzaron un manifiesto por “el voto útil” a Boulos para evitar una segunda vuelta “trágica” en Sao Paulo.
Ese estilo agresivo forma parte de “un patrón” que apareció con Bolsonaro en la campaña de 2018, estima la analista política Carolina Botelho, del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Sao Paulo.
“Las fuerzas políticas extremistas usan este tipo de agresividad como arma política”, así como las redes sociales para “dar rienda suelta a ese tipo de comportamiento sin ninguna regla de decoro ni respeto a la democracia“, señaló la experta a la AFP.
La sombra del crimen organizado
La supuesta presencia del crimen organizado en el proceso electoral encendió las alarmas de las autoridades.
La presidenta del Tribunal Superior Electoral, Carmen Lucia Antunes, consideró que la tentativa de las organizaciones delictivas de incidir en las elecciones municipales es un asunto “muy grave” que “no puede subestimarse”.
Algunas iniciativas se pusieron en marcha, como la actuación por parte de la policía y la fiscalía para impedir eventuales infiltraciones de aspirantes vinculados a organizaciones criminales.
Esa penetración del crimen se vinculó a la violencia durante la campaña: en las últimas semanas se registraron tres muertes de candidatos a concejales en Brasil, según reportes de la prensa local.
Fuente: Emol