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Chile vivió siete procesos electorales en los últimos 14 meses: ¿Qué nos dice el análisis global de los resultados?

Luego de los vaivenes que presentaron los resultados de los últimos -y numerosos- comicios, analistas desglosan la correlación de las fuerzas políticas que existen y la forma en que se moviliza el votante ocasional.

Chile ha acudido siete veces a las urnas en los últimos 14 meses para elegir nueve cargos de representación popular; “un año electoral” -o un poco más- y las “mega elecciones”, fueron algunas de frases que se oyeron en este último periodo.

Y es que desde el Plebiscito de octubre de 2020 en adelante, se abrió un proceso que no se detuvo hasta el pasado 19 de diciembre con la segunda vuelta presidencial, dejando un “hasta pronto” a las elecciones, al menos, hasta el Plebiscito de salida, cuya fecha aún está por definirse.

Lo cierto es que no todas las elecciones arrojaron resultados que hablaran de una “tendencia” entre los votantes, entre aquellos que, en definitiva marcan las directrices de quiénes quieren que gobiernen. Por ejemplo, el Plebiscito, emanado de un hito social como el estallido, arrojó un rotundo 78% para la opción “Apruebo” y hasta entonces, un récord de participación, con el 50,9% del padrón.

Otras elecciones importantes, a juicio de los analistas, es la de mayo, cuando la ciudadanía eligió alcaldes, convencionales, gobernadores y concejales. En el caso de los alcaldes, la derecha fue la gran derrotada, mismo escenario en el caso de quienes se postularon en el sector para redactar la nueva Constitución. En tanto, la primera vuelta de gobernadores dejó a dos independientes y a un PS electos, y la segunda, en julio, la centroizquierda logró imponerse en 10 de las 16 regiones.

En tanto, la presidencial, parlamentaria y de cores del 21 de noviembre mostró otra tendencia en el Senado, con una especie de equilibro ente las dos fuerzas políticas antagonistas y una Cámara de Diputados más inclinada hacia la derecha.

La primera vuelta de esa jornada también hacía parecer que la derecha se recuperaba tras el 28% de José Antonio Kast y el 25% de Gabriel Boric. Pero la balanza se volvió a inclinar hacia la izquierda en la segunda vuelta, dejando al frenteamplista con el triunfo y los récords de votación que tanto análisis han suscitado. ¿A qué se deben estos vaivenes en los resultados electorales en poco más de un año?

Preferencias políticas “volátiles”

Carlos Peña, abogado y rector de la universidad Diego Portales, planteó a EmolTV que estos vaivenes prueban que “las preferencias políticas se han independizado de la posición y la estructura social, de la historia personal, e incluso, de la memoria de las personas“, lo que lleva a que éstas sean “muy difíciles de predecir y sean más bien volátiles”.

Un breve repaso histórico da cuenta de cómo ha cambiado el clivaje: hacia el siglo XIX éste se daba entre la posición de la Iglesia Católica respecto del Estado; en el siglo XX, por la posición de clases; post dictadura fue entre el “SI” y el “NO” y este último, a juicio de Peña, “acompañó a la política chilena hasta el segundo gobierno de Michelle Bachelet“.

De ahí en adelante se instala esta suerte de volatilidad, “más bien dependiente de cuestiones episódicas, pasajeras, del carisma de los candidatos; un poco lo que ha ocurrido ahora”, comenta.

De lo contrario, dice Peña, no se explicaría que “hace apenas cuatro años se eligió por segunda vez en la historia política moderna a un Presidente de derecha, y al cabo de 18 meses, ese Presidente fue convertido en una especie de pararrayos de todos los malestares de la sociedad chilena”.

El “votante a la carta”, el más complejo de predecir

Me estoy deconstruyendo como analista“, dijo Axel Callís el pasado 19 de noviembre, mientras entraban los resultados parlamentarios de ese día. El sociólogo y director de la encuesta Tú Influyes, explica que la frase apuntaba precisamente a no se podía anticipar qué grupos iban a ir a votar.

Eso hace el voto voluntario, moviliza ciertos grupos que son muy difíciles de detectar, entonces uno se tiene que deconstruir en términos analíticos para entender bien lo que está pasando“, comenta.

Esta conducta electoral, dice, se viene dando desde 2017; donde existe ese votante que convivió con el antiguo sistema y vota en todas las elecciones y, por otro lado, “están quienes entran a votar en las elecciones de acuerdo a las motivaciones, miedos, amenazas, esperanzas, y ese grupo va cambiando, no son siempre los mismos”, plantea.

Por ejemplo, para el plebiscito dejó de votar gente de mayor edad y fueron los jóvenes quienes participaron en mayor medida, también existen los “electores de primera vuelta, de balotaje, los que votan en todas las elecciones, otros que se reservan sólo para algunas, etc.“.

En definitiva: “tenemos un votante a la carta, de acuerdo a la urgencia o menú de candidatos que existan”, comenta Callís, no sin advertir que hay que tener cuidado con el significado de la “volatilidad”, pues “no tenemos gente que en la mañana piensa A y en la noche, B”.

Correlación de fuerzas

“¿Cuál es la correlación de fuerzas que existe?”, se pregunta Callís. Según su análisis, la que hoy vemos “sigue siendo muy parecida a la del Plebiscito de 1988; es decir, la derecha se maneja en torno al 43% o 44% y la centroizquierda o izquierda en torno a 54% y 55%”.

Germán Silva, analista político de la Universidad Mayor, coincide en este análisis: “mientras siga votando el 50% de la población, uno nunca va a saber exactamente cuánta consistencia tiene el voto, pero al menos entre la gente que vota, hay una tendencia más o menos estable”.

El tema, afirma, es cómo esos grupos se movilizan frente a determinados temas en una sociedad que ha ido cambiando. En esa línea, el analista cree que incluso se puede hablar de una inclinación más hacia el progresismo. “Cuando se instalan temas o polémicas como el voto de las mujeres (con el caso de Johannes Kaiser) o el aborto, movilizas un voto más progresista”, zanjó.

Fuente: Emol.com

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