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¿Cómo controlar el uso de pantallas en niños y evitar conductas agresivas o desreguladas?

En el último tiempo, se han extendido los estudios y las investigaciones sobre lo nocivo que puede ser el uso prolongado de videojuegos y sistemas electrónicos en los niños. En este contexto, “hay que considerar el uso o abuso de estas ‘entretenciones’, que pueden ser determinantes en el desarrollo cognitivo, tanto en su aspecto positivo como negativo”, advierte Claudia Figueroa León, académica de la Escuela de Fonoaudiología de la U. Andrés Bello.

Según explica la fonoaudióloga experta en desarrollo cognitivo, “un niño en desarrollo requiere experiencias y exploración de su entorno para poder gestionar, proveer y potenciar su cognición y desarrollo global. En este sentido, jugar es un aprendizaje fundamental pues no sólo nos plantea el desafío de crear -que como seres humanos será la base de un desarrollo ‘inteligente’- sino que, además, nos moviliza y orienta en el seguimiento de reglas, la comprensión de otro y las estrategias para interactuar en un medio activo de información nueva, momento a momento pues los juegos como tal, no son estáticos”.

Sin embargo, la académica sostiene que “la introducción de las tecnologías y dispositivos, nos plantean escenarios más solitarios, incluso en juegos en líneas, pues el “otro” es virtual y las claves sociales (gestuales, de interpretación de emociones, etc.) están más limitadas o incluso ausentes, por lo que se pierde en parte o casi totalmente la virtud que posee la socialización. Los dispositivos no reemplazan el juego activo”.

La profesional detalla que “en el desarrollo cognitivo-inteligente, el funcionamiento ejecutivo es un sistema de habilidades y funciones que orientan la conducta, la monitorizan y la regulan. Es aquí donde hay más efectos perjudiciales en el desarrollo de niños que abusan de los dispositivos, pues al tener un mundo virtual controlado de respuestas instantáneas (más o menos estables) e inmediatas (muy fuera de lo que es el mundo real), el cerebro suele mostrar patrones más impulsivos, desregulados, poco planificados y con baja organización de manera más establecida por lo que al enfrentarse a una realidad como la común que es cambiante, dinámica y desafiante desajusta las respuestas que se suelen dar y comprometen (generalmente) la conducta y su regulación”.

Para Claudia Figueroa, “ello se hace evidente con patrones conductuales restrictivos, desregulados y desafiantes en los menores que son trasladados a su día a día, en rutinas cotidianas. A esto es lo que las investigaciones apuntan cuando se señala que los menores con rutinas extendidas con dispositivos, son más agresivos o desregulados, pues el sistema nervioso comienza a generar patrones de activación que no son los que se replican en la vida común y ello genera gran frustración o bloqueo”, dice.

¿Qué hacer?

Si bien la tecnología llegó para quedarse, es importante considerar algunas estrategias que al menos propicien una “salud cerebral” de niños que están en desarrollo. Para ello, la académica propone:

1. Mantener de manera regular, períodos acotados en el uso de dispositivos que no superen 30-45 min.

2. El uso de estos dispositivos puede ubicarse en horarios intermedios del día (un rato en la mañana y otro en la tarde, por ejemplo) que estén entre actividades diferentes. Por ejemplo, es importante que antes y después de usar un dispositivo, las tareas propuestas sean lo más controladas posible, de tal manera de darle tiempo al cerebro a insertarse a una realidad controlada. Podría ser levantarse, hacer la pieza, jugar en dispositivo, almorzar, por ejemplo, de tal manera que el uso de este esté limitado por tareas prácticas e imposible de sortear, pero que a la vez tengan un refuerzo a su ejecución tangible (se realiza o no).

3. Junto con el uso de dispositivos, destinar tiempo de estar en el “mundo”, ya sea con actividades al aire libre, tiempo de calidad haciendo alguna afición/deporte o rutinas que motiven a los menores a realizar actividades que los enfrenten a resolver problemas como jugar, ganar, comprar en el supermercado lo necesario, etc.

4. Evitar el uso de tecnología como “moneda de cambio” pues ello orienta a la meta y no a generar procesos “reflexivos en la solución de problemas”. La rutina organizada debe tener como eje motivador el hacer y solucionar, más que hacer para lograr algo que no favorece su aprendizaje.

“Es importante, resaltar que no hay ‘recetas’, pero que es fundamental tomar conciencia de los procesos de desarrollo y estimulación en nuestro niños y adolescentes”, concluye la experta.

FUENTE EL MOSTRADOR

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