El proyecto de un astrónomo de la Universidad de Atacama persigue saber cómo estos mini satélites dificultan el estudio del universo por medio de los telescopios localizados en esta región del mundo.
Posiblemente ya ha tenido ocasión de visualizar trenes de objetos brillantes en los cielos nocturnos. Hoy sabemos que se trata de satélites, pues hace unos años se ha informado a través de los medios que distintos proyectos buscan iluminar con Internet sectores remotos, a través de la conexión satelital, algunas de estas iniciativas se han hecho más conocidas, como Starlink, Amazon y OneWeb, entre otras y para lograr su objetivo deben tener una cobertura global, lo que implica disponer de miles de satélites orbitando el planeta.
Sobre este fenómeno, recientemente la prestigiosa revista Nature publicó un reportaje titulado: ‘Unsustainable’: how satellite swarms pose a rising threat to astronomy. SpaceX and other companies are still struggling to make their satellites darker in the night sky; el cual citó la investigación que se refiere a “un estudio preliminar de 50 satélites OneWeb durante 2021 encontró que casi la mitad de ellos (Satélites de órbita baja) eran un poco más brillantes que el límite “seguro” especificado por los astrónomos, dice Jeremy Tregloan-Reed, astrónomo de la Universidad de Atacama en Copiapó, Chile”.
El astrónomo explica que las megaconstelaciones de satélites en órbita terrestre baja (LEO) están diseñadas para proporcionar acceso a Internet de alta velocidad y baja latencia a los habitantes de regiones remotas en las que, debido a su elevado coste, se prohíbe la instalación de cables de fibra de alta velocidad. Al tener una órbita baja, pueden proporcionar un internet más rápido que los anteriores servicios de internet por satélite, pero debido a sus órbitas bajas, se necesitan miles o incluso decenas de miles de satélites (en lugar de 10 o 100) para proporcionar la máxima cobertura a la superficie de la Tierra, de ahí que los llamemos megaconstelaciones. Por ello, a finales de la década habrá potencialmente 100.000 satélites en LEO, todos visibles a simple vista.
Efectivamente el Dr. Tregloan-Reed, hoy lidera uno de los dos proyectos Fondecyt que llevan adelante investigadores del Instituto de Astronomía y Ciencias Planetarias (INCT) de la UDA, y este que busca responder a las preguntas: ¿Cuál será el impacto de las mega constelaciones de LEOsat en los observatorios profesionales de Chile? En este contexto, los objetivos del proyecto se han desarrollado en torno a las recomendaciones de los informes AAS/NSF SATCON 1 y IAU/UNOOSA Dark & Quiet skies, para producir resultados relevantes y herramientas orientadas al tratamiento de datos astronómicos que permitan la mitigación del impacto de las mega-constelaciones de satélites de comunicación de órbita baja”.
Sobre el trabajo citado en la revista Nature, el investigador de la UDA comentó que se refiere a “un pequeño subconjunto de mi proyecto Fondecyt; el que consiste en realizar observaciones ópticas en tierra de los satélites de las megaconstelaciones (por ejemplo, Starlink, Oneweb, Amazon y otros) para crear modelos basados en datos del brillo reflectante de éstos para un rango de distancias, ángulos de fase reflectante y orientaciones de los satélites. A través de los datos recabados esperamos comenzar a entender el impacto de las mega-constelaciones en los observatorios astronómicos aquí en Chile y la calidad del cielo nocturno”.
La investigación toma datos del 2021 de los satélites OneWeb con el telescopio danés de 1,54m de ESO en La Silla, Chile -uno de los lugares que disfruta de las noches más oscuras de la Tierra-. Sobre el particular el Dr. Tregloan-Reed comentó que “Los resultados preliminares indican que algo más de la mitad de los satélites OneWeb se encuentran en la zona de seguridad (más débiles que la magnitud 7,9 para una altura orbital de 1.200 km), mientras que algo menos de la mitad son demasiado brillantes, lo que hace imposible eliminarlos de las imágenes obtenidas con los últimos detectores de cámaras sensibles, como los que se están instalando en el nuevo telescopio Charles Simonyi del Observatorio Vera C. Rubin, en Chile”.
Se han realizado algunos estudios al respecto utilizando la información de los mismos disponible en el momento. En todos los casos los instrumentos/telescopios más afectados son los de larga exposición que utilizan cámaras de campo ultra ancho”.
“Actualmente el telescopio más afectado en Chile es el nuevo telescopio Charles Simonyi del Observatorio Vera C. Rubin. Basándose en un estudio de la primera generación de satélites Starlink, se predijo que al menos el 30% de todas las imágenes obtenidas en el crepúsculo astronómico (primera y última hora y media de cada noche) tendrían al menos una raya del satélite. Sin embargo, con los nuevos satélites Starlink, que emplean algún tipo de diseño de reducción de brillo por reflexión (es decir, visores o material de oscurecimiento), se reducirá el brillo de las rayas de los satélites, facilitando su eliminación en el procesamiento de imágenes, aunque esto requerirá que el observatorio dedique tiempo, recursos y personal para desarrollar el hardware/software para lograrlo”., reconoce el astrónomo que fue becario del Programa posdoctoral de la NASA (NPP) en el centro Ames en California, EE. UU.
Jeremy Tregloan-Reed adelantó que: “El coste financiero exacto -de las adecuaciones necesarias para corregir los registros captados por los observatorios- no se conoce en este momento, ya que muchas de las nuevas megaconstelaciones, que cuentan con la aprobación de la Comisión Federal de Comunicaciones (EE.UU.) o de la Unión Internacional de Telecomunicaciones, aún no han sido lanzadas. Mi proyecto Fondecyt consiste en obtener los datos de estos nuevos satélites (a medida que se lanzan) para ayudar a los investigadores a determinar el verdadero impacto en la calidad de nuestros cielos oscuros, y el futuro coste financiero”, acotó el doctor en Astrofísica de la University of Keele del Reino Unido.
Fuente: Universidad de Atacama