Marco Musitano – Director General de Becton Dickinson Hub Cono Sur
Tras la emergencia sanitaria relacionada con la pandemia de COVID-19 se produjo una serie de cambios urgentes en la rutina de la práctica clínica, que requirieron la revisión de muchos procesos de toma de decisiones, la reorganización de las unidades de atención clínica, así como la reformulación de protocolos y procedimientos destinados a proteger a los trabajadores y los pacientes de eventuales riesgos que van más allá de su patología y tratamiento.
En el contexto del Día Mundial de la Salud, es fundamental reforzar el apoyo a las medidas destinadas a la seguridad de estos profesionales para evitar que puedan significar un peligro para su vida, como los accidentes con objetos cortopunzante, que representan hasta el 62% de las lesiones y es el riesgo laboral más común entre el personal sanitario. Los trabajadores del área médica representan uno de los grupos con mayor riesgo por el alto grado de exposición a muestras potencialmente infecciosas y a su derrame al momento de la manipulación, y actualmente en el mercado de Chile se puede implementar el uso de dispositivos que reduzcan hasta un 88% la tasa de accidentes cortopunzantes, por ejemplo.
En ese sentido, el uso de dispositivos de seguridad es fundamental cuando tienen el propósito de proteger al trabajador de lesiones que pueden estar ocasionadas por objetos como vidrio, instrumentos quirúrgicos o agujas que son utilizados a diario en procesos como la toma de muestra de sangre o aquellos usados durante las hospitalizaciones de los pacientes como los catéteres -usados para extraer sangre y administrar tratamientos- que cuidan no sólo la salud del paciente evitando infecciones, sino también al profesional a la hora de su colocación.
En Estados Unidos se ha observado que este tipo de accidentes es más frecuente en mujeres (3%), con edad entre 35 a 44 años. Siendo el grupo más afectado las enfermeras, seguido de técnicos paramédicos, personal de aseo y alumnos/as de enfermería y la ocupación de mayor riesgo es la de técnico de laboratorio. Un dato fundamental para agregar es que un 7% de los accidentes ocasiona pérdida de 31 o más días de trabajo.
A modo de ejemplo, Chile ya cuenta con una Guía de Bioseguridad para laboratorios clínicos y sus recomendaciones son relevantes para minimizar los riesgos a los que está expuesto el personal en esa área. Pero este tema debe ser visto como uno que trasciende instituciones. Por ende, el desafío está en mantener las normas, protocolos, tecnologías y prácticas como una prioridad, junto con mirar más allá para seguir impulsando el desarrollo de insumos que sean un aporte tanto por su técnica como por la prevención que entregan.
Ratificamos el compromiso que día tras día debemos asumir quienes trabajamos en la industria de la salud y, en particular, de los dispositivos médicos porque el acompañamiento en la capacitación del personal y la innovación permanente de los insumos médicos debe estar al servicio de los trabajadores de la salud y para el mejor cuidado de los pacientes.