“Todos mis ministros son favorables a la Copa América en Brasil con el mismo protocolo de las eliminatorias y de la Libertadores. Caso cerrado”. Con estas palabras, el Presidente Jair Bolsonaro dio el visto bueno a que su país reciba la Copa América, luego de que el lunes la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) anunciara el cambio de sede del evento, originalmente programado en Colombia y Argentina.
La decisión de las autoridades del fútbol sorprendió a toda Sudamérica. Luego de que Colombia dejara de ser sede por la profunda crisis social que enfrenta, y Argentina se bajara por su situación sanitaria a raíz del covid-19, extrañó que se eligiera a Brasil, el segundo país del mundo más afectado por la pandemia, con 16,5 millones de casos y 462 mil muertos.
Esta realidad ha llevado a que, por ejemplo, el Senado abriera una comisión investigadora sobre la gestión del Gobierno de Bolsonaro ante la pandemia y que varios ciudadanos salgan a las calles para protestar contra el Mandatario y su trabajo. Para la oposición, el gobernante en ningún momento le ha tomado el peso a la situación sanitaria del país, por lo que es el gran responsable de este escenario.
Es por ello que el anuncio de la Conmebol desató la ira de varias fuerzas políticas. “¡Y nos enteramos que Bolsonaro autorizó la realización de la Copa América aquí en Brasil! ¿Esto es serio? ¿En medio de la pandemia, la llegada de la tercera ola, riesgo por falta de camas y suministros y con vacunación lenta? ¡Increíble!”, tuiteó Gleisi Hoffmann, presidenta del Partido de los Trabajadores (PT).
Por su parte, el Tribunal Supremo de Justicia pidió explicaciones al Mandatario sobre la realización del evento futbolístico “considerando la importancia del tema y la emergencia de salud pública derivada del brote del coronavirus, así como la urgencia que requiere el caso”.
Con todo, el Ejecutivo brasileño se mantuvo en su postura y confirmó la celebración de la cita deportiva, con todos los riesgos que esto podría conllevar. Con un país sumamente polarizado, el líder derechista se juega sus cartas.
¿Sensación de normalidad?
Pese a que se jugará sin público, la realización de un evento como la Copa América siempre trae réditos económicos para el país organizador. La llegada de las distintas delegaciones a las ciudades sede significa de alguna forma un impulso al sector hotelero, uno de los más afectados por la pandemia, entre otras cosas.
Esto va en línea con el discurso de Bolsonaro, que en todo momento se ha manifestado en contra de confinamientos y altas restricciones, privilegiando siempre la actividad económica.
No obstante, muchas voces críticas afirman que, con la realización del torneo, el Gobierno buscaría dar una sensación de “normalidad” tanto a nivel interno como en el exterior, a pesar de que las cifras, y el malestar popular, digan lo contrario.
“Es un intento de ocultar la pandemia, de mostrar que la situación se ha normalizado lo suficiente como para hacer un evento como este”, dijo a BBC News Brasil el doctor Miguel Nicolelis, profesor de Neurociencia de la Universidad de Duke, en Estados Unidos, y excoordinador del comité científico de lucha contra el covid-19 del consorcio de gobiernos del Nordeste de Brasil.
“Nos hemos convertido en el basurero del planeta. Todo lo que no se debe hacer en una pandemia se está haciendo aquí”, agregó.
Por su parte, el exdiputado del PT Adriano Diogo aseguró al diario Página/12 que “Bolsonaro quiere reeditar el pan, circo y fútbol de 1970, durante el mandato del dictador Emilio Garrastazú Médici, que se benefició de la conquista de la Copa del Mundo de Pelé en México”.
El factor Lula
Ya en 2019, en la última edición de la Copa América precisamente en Brasil, Bolsonaro apareció en el estadio Maracaná celebrando junto a la selección local la obtención del título. Una imagen que, a todas luces, el Mandatario quiere reeditar este año, a ver si impacta en su popularidad.
A raíz de la pandemia, el apoyo al gobernante ha decaído a un 24% y la mayoría de los brasileños desaprueba su gestión. Un problema grave para el Presidente si es que quiere aspirar a la reelección en los comicios de 2022, lo que aún no está claro. Ahora, todo se le complicó con el regreso al ruedo político de un peso pesado: Luiz Inácio Lula da Silva.
Tras recuperar sus derechos políticos debido a la anulación de sus condenas por parte de la justicia, el ex Mandatario brasileño y líder del PT asoma como la opción opositora más clara para las próximas elecciones. Y el apoyo lo mantiene: de acuerdo con un sondeo de Datafolha de mediados de mayo, el referente izquierdista obtendría el 41% de los votos en primera vuelta y en el balotaje se quedaría con el 55%, versus el 32% de Bolsonaro.
La misma encuesta detalló que el 54% de los consultados no votaría por el Mandatario bajo ninguna circunstancia, mientras que el 36% no lo haría por Lula.
La popularidad del líder del PT pasa principalmente por los sectores socioeconómicos más bajos. Y es ahí donde querría entrar Bolsonaro: una Copa América exitosa, alejada de los escándalos y las acusaciones, le podría dar un respiro al Gobierno, que se ha mantenido firme en su posición de tener activa la economía para evitar que aumenten los niveles de miseria.
Con todo, ya es un hecho que, a partir del 13 de junio, los ojos de toda una región estarán puestos nuevamente en Brasil. Sólo el tiempo dirá si la estrategia de Bolsonaro fue efectiva.
FUENTE EMOL