Corea del Sur se enfrenta a un verdadero reto demográfico. Con una población envejecida y una tasa de natalidad de sólo 0,7 hijos por mujer, la más baja del mundo, el país podría perder hasta 20 millones de habitantes de aquí a 2070. Ante este alarmante panorama, Seúl empieza a plantearse la inmigración como solución para mantener a flote su economía.
El miércoles 21 de agosto, You Hye-mi, secretaria de Estado para la Natalidad, anunció que Corea del Sur probablemente tendría que recurrir a más trabajadores extranjeros para mantener a su población activa.
Una decisión bastante impopular
Sin embargo, esta decisión no cuenta con un apoyo unánime. Corea del Sur es conocida por su política de inmigración, muy restrictiva, y por las malas condiciones laborales que suele reservar a los trabajadores extranjeros.
Recientemente, un programa de visados destinado a traer a 100 trabajadoras domésticas de Filipinas causó una gran polémica. El gobierno tenía previsto pagarles por debajo del salario mínimo legal, lo que desencadenó una oleada de críticas. El secretario de Estado justificó este planteo afirmando que el coste global de la mano de obra extranjera era demasiado elevado debido al salario mínimo coreano, sugiriendo que debían tomarse medidas para reducir este coste.
Corea del Sur ha recurrido a la automatización para paliar la escasez de mano de obra; por ejemplo, muchas tiendas de comestibles carecen ahora de personal suficiente.
FUENTE DIARIO UCHILE