El Coeficiente de Gini permite mirar en el tiempo el comportamiento de la desigualdad, específicamente, aquella relacionada con los ingresos. Así, mientras el índice se encuentre más cercano al 0 significa que hay menos desigualdad, por el contrario, mientras más nos acercamos al 1 tendríamos mayor inequidad o concentración de riqueza.
De acuerdo a los datos entregados la por la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN 2020), entre 2006 y 2011 el índice de Gini en Chile se mantuvo en 0,511, para el año 2013 disminuyó a 0,508, en 2015 mostró su disminución más significativa llegando al 0,493, aumentando el 2017 a 0,501, ubicándose actualmente en el 0,527.
En lo concreto, las diferencias en los últimos datos, significan que, si el año 2017 el 10% de la población más rica del país presentaba un ingreso 39 veces más alto que el decil más pobre, hoy, esa diferencia a aumentado a 416.
Nadie podría discutir que la pobreza es un asunto serio, complejo, que dificulta y entorpece el desarrollo de las personas y de las sociedades, sin embargo, creo necesario preocuparnos y esforzarnos no sólo por la disminución de ella, sino de igual manera, poner el acento en la desigualdad, o en positivo, avanzar hacia mayores niveles de equidad.
Este fenómeno se presenta de variadas formas; una de ellas y la que hoy genera mayor preocupación es la distribución de ingresos; sin embargo, las oportunidades de desarrollo también se encuentran distribuidas de manera dispar en la sociedad, el acceso y la oportunidad en la atención médica, las condiciones laborales, o el acceso y calidad de la educación, demuestran que ello depende en gran medida de los recursos monetarios que tengamos.
Entonces, en un país donde se ha mercantilizado el bienestar social, y donde la responsabilidad de garantizarlo recae en las personas, es tremendamente necesario preocuparnos por la desigualdad en la distribución de los ingresos y por el rol del Estado como garante de derechos (y no únicamente como garante del buen funcionamiento del mercado) porque, tal como queda a la vista, los puntos de partida son diferentes y ellos terminan definiendo las posibilidades de desarrollo y de garantizar el bienestar de toda la población.
Mariela Valderrama Díaz, académica UCEN Región Coquimbo