Cada 4 de febrero, se conmemora el Día Internacional del Cáncer, cuyo objetivo es generar conciencia, y movilizar individuos, comunidades y estados en la lucha contra uno de los mayores desafíos de salud pública de nuestro tiempo. El 2025, el lema “Cerrar la brecha en la atención” nos invita a reflexionar sobre las desigualdades en el acceso a la detección temprana, tratamiento y cuidados paliativos.
El cáncer no discrimina, afecta a las edades, géneros y contextos socioeconómicos. Sin embargo, las cifras revelan una realidad desigual. Mientras que en países de ingresos altos se registran tasas de supervivencia significativamente mayores gracias a la tecnología avanzada y los sistemas de salud robustos, en regiones de bajos recursos las limitaciones económicas y estructurales pueden transformar un diagnóstico en una sentencia de muerte.
En Chile, el cáncer ocupa el primer lugar como causa de muerte, desplazando a las enfermedades cardiovasculares en algunas regiones. Según el Ministerio de Salud, el cáncer más frecuente es el de estómago, pulmón, mamas, próstata y colorrectal. Esta distribución refleja factores genéticos, determinantes sociales y conductuales, como acceso desigual a salud, hábitos alimenticios y exposición a agentes cancerígenos. Debemos recordar que la transición epidemiológica y el envejecimiento poblacional explican, en parte, esta tendencia, pero también subrayan los desafíos estructurales que enfrenta el sistema de salud chileno. Por ejemplo, las desigualdades geográficas marcadas. Mientras que Santiago concentra la mayoría de los centros especializados, en regiones como Aysén, Arica y Parinacota, los pacientes deben trasladarse grandes distancias para recibir tratamiento.
La prevención es una herramienta poderosa, pero subutilizada. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que el 40% de los casos de cáncer podrían evitarse con cambios en los estilos de vida y medidas de salud pública. Esto incluye la reducción del consumo de tabaco, la promoción de una alimentación saludable, el aumento de la actividad física y la vacunación contra infecciones relacionadas con el cáncer, como el virus del papiloma humano (VPH) y la hepatitis B.
A pesar de los avances científicos y tecnológicos, persisten retos significativos en la investigación, el financiamiento y la equidad. Los tratamientos innovadores, como la inmunoterapia y la medicina personalizada, han revolucionado el pronóstico de algunos tipos de cáncer, pero su alto costo los hace inaccesibles para millones de personas. Aquí radica una de las principales deudas de los sistemas de salud: garantizar que el progreso no sea un privilegio de unos pocos, sino un derecho de todos.
El Día Internacional del Cáncer también es una oportunidad para reconocer el papel esencial de los cuidadores, quienes a menudo enfrentan un inmenso desgaste emocional, físico y económico. Apoyar a estos héroes silenciosos es tan crucial como atender a los pacientes.
En este día, es vital recordar que cada acción cuenta. Desde iniciativas comunitarias que fomenten la educación y la detección temprana, hasta decisiones individuales que promuevan la salud y el bienestar, todos podemos contribuir a cambiar el curso de esta enfermedad. Pero, sobre todo, es imperativo exigir a los gobiernos y organizaciones internacionales que redoblen sus esfuerzos para cerrar las brechas en la atención y construir sistemas de salud más justos y resilientes.
Por: Fernando Cortés, académico y director del Magíster en Gerencia y Gestión de Salud de la U.Central Región de Coquimbo