La polinización, el cuidado de ecosistemas, los manejos sanitarios y nutricionales de las colmenas y los graves efectos que está trayendo el cambio climático son algunos de los puntos a considerar, a juicio del investigador Emilio Cáceres.
Cada 20 de mayo se conmemora el Día Mundial de las Abejas, y para este año 2023 la ONU ha entregado el lema “Compromiso con las abejas: por una producción agrícola respetuosa de los polinizadores”. En este contexto, el Centro Regional de Investigaciones de INIA Rayentué, ubicado en la Región de O´Higgins, ha estado trabajando diversas aristas para comprender el fenómeno y ayudar medioambientalmente a la floración, polinización y producción apícola, siempre con compromiso hacia los ecosistemas.
La apicultura desempeña un papel fundamental en nuestra sociedad y en el equilibrio ecológico. Las abejas, como principales polinizadores, juegan un rol crucial en la reproducción de muchas especies, lo que asegura su diversidad y la producción de alimentos. Además, la miel y otros productos apícolas generados a través de la labor incansable de las abejas, son apreciados tanto a nivel gastronómico como en la industria de la cosmética y la medicina.
Emilio Cáceres, ingeniero agrónomo e investigador INIA Rayentué, con varios años desarrollando el área, destaca la importancia que poseen las abejas para el desarrollo de la agricultura. En efecto, a juicio del investigador, el principal aporte es la “mantención y recuperación de los ecosistemas fracturados por los cambios de uso de suelo debido al negocio inmobiliario o las grandes extensiones de monocultivos agrícolas y forestales. Cuando esto pasa, el sistema se vuelve muy vulnerable, ya que, al perder diversidad genética, las especies vegetales son más susceptibles a plagas y enfermedades. Las abejas y la apicultura también cumplen un rol fundamental para la agroindustria, como lo es la polinización, aunque aún existe mucho por investigar sobre esta (la polinización), sus tiempos de duración y sus impactos medioambientales”.
“Otro rol relevante es, por supuesto, la producción de miel, un alimento de importancia nutritiva. Pero más allá de ello está la gran cantidad de subproductos que se pueden obtener, como por ejemplo propóleo, cera, jalea real, polen, material genético vivo entre otros. Estos subproductos tienen gran relevancia, pero en Chile aún no se les da la importancia que realmente tienen debido a la dificultad que conlleva su producción y desarrollo”, señala Cáceres, quien además cuenta con varias colmenas, donde aprovecha de estudiarlas y obtener información valiosa para su producción y conservación.
Pero en el actual escenario de Cambio Climático, y en especial del Fenómeno de El Niño -que a juicio del mundo científico no solo vendría más fuerte, sino que con mayor duración-, la preocupación lógicamente se traslada a la supervivencia de las abejas.
Los efectos del Niño pueden ser diversos y dependen de la región específica y las condiciones locales, sin embargo, hay ciertos factores comunes a considerar, como la disminución de la disponibilidad de néctar y polen, cambios en los patrones de floración, mayor incidencia de enfermedades y plagas y pérdida de hábitat y diversidad, entre otros factores.
“La base de todo esto es cómo nosotros logramos mantener nuestros ecosistemas más allá de la venta de miel. Debemos ser capaces de centrarnos en el apoyo ecosistémico que nos dan las abejas, ya que ello es fundamental para avanzar en producciones sustentables”, concluye Cáceres.
Dado todo lo anterior es que en INIA Rayentué se han comenzado a desarrollar proyectos relativos a las abejas y sus ecosistemas, los cuales esperan poder concretarse prontamente y así avanzar en el cuidado de un ser vivo fundamental para nuestra supervivencia como es la abeja.