El cambio climático no es una amenaza lejana ni futura, sino una realidad presente que ya está afectando profundamente a nuestro territorio. Desde el árido desierto de Atacama hasta los glaciares de la Patagonia, Chile es un país altamente vulnerable a los efectos de la crisis climática, y, al mismo tiempo, es una nación con enorme potencial para liderar acciones climáticas ambiciosas y sostenibles.
En las últimas décadas, hemos sido testigos de fenómenos climáticos extremos que se intensifican año tras año. La mega sequía que afecta a gran parte del centro y norte del país, los incendios forestales que destruyen miles de hectáreas cada verano, los aluviones y desbordes de ríos, así como la acelerada pérdida de glaciares, son síntomas de un sistema climático profundamente alterado. Estas situaciones no solo impactan los ecosistemas, sino también la seguridad hídrica, la producción agrícola, la salud pública, la infraestructura y la calidad de vida de millones de personas.
Según informes del Ministerio del Medio Ambiente, si las emisiones de gases de efecto invernadero siguen al ritmo actual, Chile experimentará un aumento significativo de la temperatura promedio, mayor estrés hídrico y escasez de agua potable en diversas regiones del país. Estos impactos afectarán con mayor dureza a las comunidades rurales, los pueblos indígenas y los sectores más vulnerables, intensificando las desigualdades sociales y económicas existentes.
Frente a este panorama, Chile ha avanzado en gobernanza climática, con la promulgación de la Ley Marco de Cambio Climático en 2022, que establece metas de carbono neutralidad al 2050 y planes de adaptación sectorial. Además, se destaca el crecimiento de las energías renovables no convencionales, que hoy representan más del 35% de la matriz energética del país, y el impulso a la electromovilidad y al hidrógeno verde como parte de su estrategia para reducir las emisiones de carbono.
Sin embargo, los desafíos siguen siendo enormes. El éxito de las políticas climáticas dependerá de su implementación efectiva y de la participación de las regiones, municipios, universidades, comunidades y sector privado. La descentralización de la acción climática y el fortalecimiento de capacidades locales son fundamentales para enfrentar los impactos en territorios tan diversos como los que conforman nuestro país. Asimismo, es esencial promover la educación ambiental y climática en todos los niveles, empoderar a las y los jóvenes como agentes de cambio, y resguardar los conocimientos de los pueblos originarios, que han sabido convivir en armonía con la naturaleza durante siglos.
En este Día Mundial del Clima, Chile debe reafirmar su compromiso a avanzar hacia una economía regenerativa, resiliente y baja en emisiones, que respete los límites del planeta y coloque la protección de la vida y los ecosistemas en el centro de las decisiones.
Desde el sur del mundo, Chile tiene la oportunidad de liderar soluciones innovadoras que lo posicionen como un referente en la acción climática global. El cambio climático no espera, y la acción debe comenzar de inmediato. Defender el clima es también defender nuestra identidad, nuestra biodiversidad y nuestra dignidad como nación, trabajando para mitigar los impactos y adaptarnos a los cambios con una visión que garantice un futuro sostenible para todos y todas.
Nacarid Delgado Parra
Académica Facultad de Ingeniería
Universidad Andres Bello