La evolución alcista del tipo de cambio se ha vuelto altamente preocupante. Los efectos completos sobre la inflación están aún por verse y aunque se origine en un evento externo (por mayor inflación futura en USA con tasas más altas), esto sí tendrá impacto en los precios domésticos.
Aunque el consumo este deteriorado y por tanto no habría traspaso de alzas cambiarias a precios por esa vía, si serán afectados todos los bienes y servicios cuyos precios se indexan al dólar y que tienen demandas más inelásticas. Y aquí si se pueden sentir con fuerza los efectos de segunda vuelta haciendo más difícil tener una inflación bajo el 4% a fines del 2025. Ya el Central señalizó que está en pausa monetaria (decisión correcta en esta fase) esperando las decisiones de Trump post-elección.
Aquí todos los escenarios tienen una dosis de más o menos pesimismo (más inflación, más o menos aranceles, más guerras comerciales, etc.). Y aunque la opción de intervenir en el mercado cambiario esta latente, no es claro si esto podrá revertir el alza del dólar. Además, el Central tiene relativas bajas reservas internacionales (14% del PIB) lo cual hace un poco más compleja esta decisión. Quizás hay que aceptar que un tipo de cambio en torno a mil pesos es el nuevo tipo de cambio de equilibrio que debe tener la economía dado su relativo menor crecimiento.
Por: Francisco Castañeda, Economista y académico U. Central