Dos trabajos sobre el porcentaje de contagios que es necesario para alcanzar la inmunidad de rebaño con el coronavirus descubren que el nivel podría situarse entre el 10 y el 40%.
Dos investigaciones publicadas en los últimos días han cuestionado uno de los dogmas más repetidos durante la pandemia. Que la inmunidad de rebaño que podría frenar el SARS-Cov-2 no se alcanzará hasta que se infecte al menos el 60% de la población. El dato lo lanzó por primera vez un ‘paper’ liderado por el epidemiólogo Neil Ferguson, vicedecano de la Facultad de Medicina del Imperial College de Londres. Profesores de la Universidad de Estocolmo y la Escuela de Medicina Tropical de Liverpool (LSTM, en inglés) sostienen ahora que el umbral de la inmunidad de grupo se encuentra muy por debajo. Algunas provincias españolas incluso podrían haberlo alcanzado.
El descubrimiento brilla como un cañón de luz en el drama continuo del covid-19, aunque ambos trabajos están pendientes de contradicción (el de Ferguson también salió sin revisión por pares). Sus planteamientos van contra la ortodoxia científica, aunque utilizan enfoques realistas, emplean modelos matemáticos contrastables y aportan claves que explicarían por qué en algunas demarcaciones ha empezado a caer el número de contagiados sin tomar medidas tras restrictivas como las impuestas en España. El estudio de seroprevalencia en suelo nacional no arrojó datos ilusionantes. Pese a que el número oficial de fallecidos por covid-19 llegó este sábado a los 27.563, solo tiene anticuerpos el 5% de la población. Habría que multiplicar la cifra de muertos por 12 para llegar al nivel de Ferguson.
Las nuevas investigaciones estiman que no será necesario. La más conservadora la firman tres matemáticos: los profesores de la Universidad de la capital sueca Tom Britton y Pieter Trapman y su colega de la Universidad de Nottingham Frank Ball. Sostienen que la inmunidad de rebaño no se sitúa en el 60%, sino en torno al 43%. Al contrario que los estudios tradicionales sobre inmunidad de rebaño, parten de la tesis de que no todos los ciudadanos están expuestos al virus del mismo modo. Los dividen en tres grupos: los menos activos, los de actividad media y los de mayor actividad. Estos últimos son los más susceptibles de infectarse por estar en contacto con un elevado número de personas.
Su modelo dibuja un país ficticio en el que el 50% de la población tiene un nivel de contactos promedio, el 25% tiene la mitad de contactos que la media y el 25% restante, el doble. El estudio, publicado el pasado 8 de mayo, también toma en consideración las medidas preventivas adoptadas por los principales países del mundo (distanciamiento social, higiene continua…) para mitigar los contagios y que estas se prolongarán al menos hasta que se alcance el nivel de inmunidad de grupo para evitar segundos y terceros brotes.
Con estos factores sobre la mesa, Britton y sus compañeros concluyen que “se requiere una fracción inferior de infectados para que aparezca la inmunidad de rebaño”. “La explicación es que, cuando la inmunidad es inducida por la propagación de la enfermedad [y no por campañas de vacunación, por ejemplo], la proporción de infectados en grupos con altas tasas de contacto es mayor que en grupos con bajas tasas de contacto. En consecuencia, la inmunidad inducida por la enfermedad es más fuerte que cuando la inmunidad se distribuye uniformemente en la comunidad, como establece el modelo clásico de inmunidad colectiva”. Cuánto más heterogénea sea una sociedad, es decir, más diferencias haya entre los tres grupos de actividad, más bajo será el umbral de la inmunidad de rebaño.
El segundo ‘paper’ es aún más prometedor. Se publicó el 2 de mayo y lo capitanea la biomatemática Gabriela Gomes, profesora de la Universidad de Oporto y de la Escuela de Medicina Tropical de Liverpool. Frente al 60% de Ferguson, considera mucho más probable que el cenit de la pandemia se sitúe entre el 10% y 20%. Soria (14,2%), Cuenca (13,5), Segovia (12,6%), Albacete (11,6%), Madrid (11,3%), Ciudad Real (11,1%) y Guadalajara (10,9%) ya estarían dentro de esa horquilla.
La crítica de este grupo se basa igualmente en que la cifra del 60% interpreta que todos los ciudadanos tienen las mismas probabilidades de coger el SARS-Cov-2. Sin embargo, mantiene que en la práctica hay una gran variabilidad en la susceptibilidad de cada individuo a contagiarse. Las personas que son frágiles o que tienen una mayor exposición al virus por estar trabajando en un hospital o una residencia, por ejemplo, tienen muchas más opciones de contraer la enfermedad. A medida que la pandemia se extiende, el número de personas más expuestas se reduce y el virus necesita encontrar nuevas víctimas del grupo con menos riesgo de infectarse.
Gomes y su equipo han desarrollado un coeficiente de variación en el que cero equivale a que todos los habitantes son igual de susceptibles al virus y cuatro representa el máximo nivel de diferencia entre individuos. Con cero, la inmunidad estaría en el 60%. Pero con 2 bajaría al 20% y, con el máximo, 4, se desplomaría hasta el 10%. Según este grupo de investigadores, las sociedades modernas registran coeficientes que oscilan entre el 2 y 3.
“Las personas que son más susceptibles o están más expuestas tienden a infectarse antes, agotando la subpoblación susceptible de las personas con mayor riesgo de infección”, concluyen los investigadores de Liverpool. “Este agotamiento selectivo de susceptibles intensifica la desaceleración en la incidencia. Eventualmente, los números susceptibles se vuelven lo suficientemente bajos como para prevenir el crecimiento epidémico o, en otras palabras, se alcanza el umbral de inmunidad de rebaño”.
“Estos estudios proponen un concepto interesante que no se considera a la hora de estimar la inmunidad de grupo o inmunidad de rebaño. No todas las personas son igualmente susceptibles al virus, bien por tener algo de inmunización frente al mismo o bien por su grado de exposición”, opina el virólogo Estanislao Nistal, profesor de la Universidad San Pablo CEU.
Hay algunos experimentos involuntarios que apuntalarían los hallazgos de estos estudios. El que más ajusta a lo que podría ocurrir con la expansión del covid-19 en una gran muestra cerrada tuvo lugar en el crucero Diamond Princess. El buque fue puesto en cuarentena el pasado febrero en el puerto japonés de Yokohama con 3.711 personas a bordo, entre pasajeros y tripulación. El virus entró en enero y sobrevivió 17 días. Se extinguió tras infectar a 712 individuos, el 19% del total.
No obstante, las investigaciones lideradas por Britton y Gomes están pendientes de ser revisadas por la comunidad científica. Algunos datos siembran desconfianza. “No creo que eso vaya a funcionar. De hecho, casi nunca ha funcionado así. Antes de que hubiera vacuna, la viruela infectaba más del 85% de la población, por ejemplo. Con la polio pasaba igual”, explica el doctor Francisco Salmerón, que pasó más de 25 años al frente de la División de Productos Biológicos y Biotecnología de la Agencia Española de Medicamentos (AEMPS) y por tanto es experto en la gestión de epidemias. “Ni siquiera parece un virus propenso a la inmunidad de grupo, porque es muy infeccioso. Se expande con mucha facilidad. Tampoco está claro que no sea posible reinfectarse. Que no se desarrollaría la enfermedad de nuevo pero se pueda volver a contagiar a otros. Lo normal es que todo el mundo se infecte, aunque es cierto que podría ralentizarse a medida que aumente el número de contagiados”, opina Salmerón.
El propio ministro de Sanidad, Salvador Illa, aseguró esta semana en el Congreso que buscar la inmunidad de grupo no es una solución para España. Su apuesta es reducir los contagios al mínimo hasta que llegue una vacuna, aunque tampoco es seguro que esta vaya a encontrarse ni que aparecerá antes de que se haya contagiado la población al completo.
Otros estados están explorando vías más arriesgadas. La rebaja del nivel de inmunidad que propone la doctora Gomes implicaría que el condado de Estocolmo habría alcanzado el umbral el pasado 11 de abril, cuando la tasa de infectados llegó al 17%. Al contrario que la mayoría de países, Suecia ha optado por no aplicar restricciones, aunque promueve medidas para evitar una expansión descontrolada. Los resultados están llegando. La tasa de contagios de sus vecinos nórdicos sube y la suya baja. Pero también es cierto que Suecia ha sufrido la mayor tasa de fallecimientos en la región, 361 muertos por millón de habitantes. Peor está yendo para España, con 587 fallecidos por millón.
Fuente: Elconfidencial.com