La economía lineal, que por definición consiste en extraer, producir, usar y desechar, ha sido por décadas el modelo de negocios dominante en nuestras sociedades, sin embargo, este enfoque, eficaz en su momento, ha demostrado ser insostenible. Solo el año 2023, se generaron más de 57 millones de toneladas de residuos electrónicos a nivel mundial, y más del 91% de los plásticos sigue sin reciclarse, según datos del Global E-waste Monitor (ONU, 2022) y la Ellen MacArthur Foundation (2016).
Frente a este escenario, surge con fuerza un nuevo paradigma: la economía circular, que propone rediseñar los sistemas productivos para mantener los recursos en uso el mayor tiempo posible y regenerar los ecosistemas. Esto no se limita solo al reciclaje, sino que abarca reparar, reusar, reacondicionar, remanufacturar, reducir e incluso repensar el modo en que consumimos.
Chile ya no es ajeno a este cambio. El retail ha comenzado a dar señales importantes. Uno de los casos más notorios es el de tienda Paris, que desde 2020 impulsa su programa “Ropa x Ropa”, una iniciativa que permite a los clientes entregar ropa en desuso para su reciclaje o reutilización. En colaboración con la empresa Ecocitex, estas prendas son transformadas en hilados, frazadas o ropa de segunda mano, ayudando a evitar que toneladas de textiles terminen en vertederos. Según cifras de la empresa, más de 500 mil prendas han sido recolectadas hasta la fecha.
Pero no es el único actor relevante. Entel, a través de su programa “Reutiliza”, ha reciclado más de 300 mil celulares desde 2015, reacondicionando miles de ellos para donación social. Asimismo, PC Factory lanzó el plan “Trae tu PC”, que permite entregar equipos antiguos y obtener descuentos por productos nuevos. Estas acciones no solo reducen la generación de residuos, sino que fomentan una nueva cultura de consumo más consciente y responsable.
Pese a estos avances, el desafío sigue siendo enorme. Según el Banco Interamericano de Desarrollo (2022), apenas el 3% de los residuos electrónicos en Chile se recicla formalmente, muy por debajo del estándar de países europeos, donde la cifra supera el 40%. La reciente implementación de la Ley REP (Responsabilidad Extendida del Productor) es un avance, pero requiere aún mayor compromiso, fiscalización y cultura ciudadana para ser efectiva.
La economía circular no es una opción decorativa ni una moda verde. Es una estrategia inteligente que combina innovación, rentabilidad y resiliencia. Como señaló el Instituto Andaluz de Tecnología (2014), el 80% del impacto ambiental de un producto se define en la etapa de diseño. Por lo tanto, empresas que rediseñan sus modelos desde el origen no solo contribuyen al planeta, sino que se preparan para un mercado más exigente y regulado.
Paris, Entel y otras empresas en Chile están mostrando que sí se puede avanzar, sin embargo, no basta con campañas esporádicas, sino de qué forma transformamos los modelos de negocios en agentes de cambios y con mayor conciencia ambiental de nuestro ecosistema.
Eduardo A. Barrueto Mercado
Académico Facultad de Economía y Negocios
Universidad Andrés Bello