Dos ministros de Educación destituidos, con más dudas que certezas respecto de los fundamentos que cimentaron tan extremas sanciones. Ahora una tercera acusación constitucional contra la ministra del ramo, la que acaparará la atención y desviará el foco de lo esencial durante un tiempo considerable, desgastando energías que podrían ser puestas al servicio de los temas que realmente le importan a la comunidad. Después de todos estos años, ¿esta será la contribución que los actores políticos desean que el país recuerde que han hecho en materias de educación?
Razonablemente, creo que no.
Esperaríamos que el debate de políticas educacionales ocupe un espacio preeminente en la discusión legislativa y de las políticas públicas. Pero a propósito de temas que van a la vena de las prioridades que deberíamos atender como el mejoramiento de los aprendizajes en el aula, el aumento de la cobertura en la Educación preescolar, la mejora de la carrera docente, la valoración y articulación de la educación media y superior técnico profesional, la formación inicial docente, el involucramiento de las familias en el proceso educativo, el financiamiento de la Educación Superior, la valoración de la Educación como el medio más eficaz para lograr la movilidad social y la reducción de la pobreza, entre otras.
Pero, lamentablemente no es esto lo que se aprecia.
Como alertaba José Joaquín Brunner, “en vez de discutir sobre cuestiones de fondo del sistema educacional, de las cuales depende en parte importante el futuro del país, estaremos abocados a una querella intestina”.Al menos eso parece y, dada la desafección y el rechazo de los ciudadanos por los temas que huelen a conflicto no aportará en nada a lo verdaderamente importante, mejorar la Educación que reciben los niños y jóvenes en los distintos niveles. ¿Quién gana con esto?: NADIE. Es un juego de suma cero, el que al final hará que aumente la desconfianza y la baja valoración que hacen los ciudadanos del quehacer de sus instituciones. No se ve tanta vehemencia en otros ámbitos, en los que, por supuesto existen grandes diferencias, pero que no llegan al extremo que se observa en la discusión que se da,no sobre las ideas en Educación, sino más bien sobre sus actores en un ritual de destrucción cívica que parece ya se ha vuelto una costumbre.
La Educación se ha convertido en un campo de batalla en la que se escenifica una guerra sin cuartel ante la indiferencia ciudadana.
Rodrigo Rojas Veas
Rector Santo Tomás Copiapó