No es novedad que no hay agua. Tampoco es novedad que la necesitamos para todo: desde consumo humano hasta procesos industriales, incluida la minería. El estrés hídrico es real y llegó para quedarse, obligándonos a tomar medidas que promuevan el uso eficiente de este recurso cuya demanda va en aumento. Para el 2050 habrá cerca de 10 mil millones de personas en la tierra, y todos necesitaremos agua… y productos que también requieren de este recurso. Muchos artículos de uso diario requieren minerales como materia prima. En el contexto de escasez hídrica, los distintos usuarios compiten por acceso a este recurso, incluyendo personas, ciudades, agricultura, y el sector industrial, incluyendo a la minería.
Se estima que el 76% de las fuentes de agua que actualmente abastecen a la minería en Chile están expuestas al riesgo climático, un porcentaje relevante si añadimos el factor de que, durante los próximos 20 años, Chile será uno de los países con mayor estrés hídrico. En tiempos de crisis hídrica estamos llamados a buscar soluciones y el estrés hídrico nos conmina a buscar nuevas formas para optimizar el uso de recursos escasos con innovadoras propuestas que no solo contribuyan a reducir el problema, sino que además permitan aportar al desarrollo en forma sostenible. Siendo la primera mitad del siglo 21, contamos con experiencia y tecnologías probadas que nos permiten abordar la escasez hídrica mediante el uso de fuentes alternativas de suministro como es el caso del agua de mar o el uso de residuos líquidos que son actualmente descargados al ambiente, como medidas alternativas para aliviar la alta demanda y extracción de aguas continentales.
Actualmente, en Chile operan 11 sistemas de suministro de agua de mar que abastecen a la actividad minera, 8 de ellos incorporan plantas desaladoras para el suministro de agua desalada y 3 impulsan agua de mar a la operación. Sin embargo, el alto costo de implementación y operación de la infraestructura de suministro de agua en el norte del país, permite que de momento esta solución sea viable mayoritariamente para operaciones de la gran minería. Para facilitar el acceso a nuevas fuentes de agua a la pequeña y mediana minería, y otros posibles usuarios como comunidades, el sector agrícola e industrial, se requerirá un esfuerzo de planificación e implementación de proyectos que permitan incorporar un mayor número de usuarios teniendo acceso a infraestructura compartida, con el fin de reducir el costo de acceso a agua. La solución no pasa solamente construir más infraestructura, se requiere el aporte de distintos sectores para planificar e implementar proyectos que aborden las necesidades de agua en forma conjunta y que permita dar respuesta a las necesidades futuras que conlleva el cambio climático.
El Estado también tiene un rol principal, ya que el actual marco legal chileno no incentiva el desarrollo de infraestructura crítica para el suministro de agua y la falta de un marco regulador que contemple la gestión integrada del recurso hídrico constituye una amenaza para la sostenibilidad de las actividades desarrolladas en zonas de mayor estrés. La optimización del uso del agua debe ir de la mano de una mayor sensibilización o consciencia hídrica, para contar con información confiable y, por tanto, el primer esfuerzo es desarrollar la infraestructura para adquirir y manejar estos datos., ya que con información disponible podemos revisar el uso del agua y así buscar medidas de optimización. Una vez identificados los riesgos y oportunidades es posible planificar e implementar con planes a largo plazo. Estos planes deben ser flexibles y para permitir la adaptación a nuevas necesidades y cambios. Chile es un líder mundial en operaciones mineras, por lo que es nuestra responsabilidad liderar en materia de eficiencia hídrica también.
Fuente: Sergio González
Project Manager Water Mining