La cocinera, que lleva cien mil libros vendidos, cinco años en pantalla y tiene cerca de un millón de seguidores en redes sociales, asegura que la gente está cansada del arribismo y que ella representa la normalidad, el esfuerzo y la reinvención permanente. Además, habla sobre cómo ha vivido esta cuarentena y su vida personal. La entrevista completa se podrá leer en la nueva edición de revista Velvet.
Connie Achurra, que se ha convertido en uno de los grandes referentes de la cocina saludable en Chile, cuenta que en la cuarentena le ha pasado de todo, pero también se ha reinventado, “yo hago mucha cosa presencial. No soy rostro del canal. No tengo un sueldo. Gano por capítulo emitido y no tengo familia millonaria ni marido que me mantenga. Aprendí a editar videos, bajé todas las aplicaciones y los programas, y cada vez que una marca me llama ahora puedo ofrecer clases on line. Y además he estado generando contenido que no me reporta plata pero que sí me parece un aporte. Mi intención fue ser una ayuda para hacer la cuarentena un poco más amable”.
Apenas salió del colegio entró a estudiar diseño, pero lo que realmente quería era cantar e irse de gira, “salí del colegio y entré a estudiar diseño porque había que entrar a la universidad. No había ninguna opción de entrar a un instituto o a una academia, las niñas “de colegios bien” teníamos obligación de ir a la universidad y a mí no me daba para entrar a teatro en la Chile porque salí con promedio 5,6, así que me metí a diseño porque me imaginé que igual tenía un poco de arte. Y en el último año, cuando debía empezar a hacer la práctica y fui a ver agencias, me dio una depresión enorme. Lo único que yo quería era cantar, irme de gira… Estudié la carrera entera pero no me titulé. Me salí”.
Cuenta que cuando era chica veraneaba en Cachagua y que nunca se sintió cómoda en ese lugar, “sentía que no encajaba. Siempre me sentía incómoda. No le veía ni un brillo, no me llamaba la atención ni la gente, ni los temas de conversación. Meterme a estudiar música en una escuela pituca no me convencía, y terminé en la SCD, que ya no existe; estaba en Barrio Bellavista y era absolutamente pluralista; era lo que yo quería…a mí me daba plancha decir que vivía en Las Condes. Yo iba en auto y me estacionaba como a veinte cuadras para que nadie supiera que llegaba manejando”.
Los problemas de autoestima de Connie Achurra empezaron en la pubertad, cuando empezó a sentirse permanentemente “insuficiente”. Allí comenzaron sus trastornos alimenticios (bulimia y anorexia), que durante años supo esconder. Pero el tema físico no era lo único que le hacía ruido. Nada a su alrededor le hacía mucho sentido, “siempre tuve muchos problemas de autoestima. Yo cantaba y pololeaba, era súper extrovertida y querida por todos, pero siempre tenía la sensación de no estar conforme. Nunca era lo suficientemente flaca, ni lo suficientemente linda, ni lo suficientemente nada”.
Además, agrega que “siempre estuve incómoda con mi cuerpo, con mi apariencia. Tuve una bulimia muy severa desde los 13 años, y lo disimulé hasta que mi pillaron. Mi hermano sospechaba, y un día me abrió la puerta del baño y me vio. Ahí empecé una seguidilla de tratamientos durante años, pero nunca lograba llegar a un equilibrio…comía chocolates, galletas. Me gastaba 25 mil pesos en golosinas, me encerraba en el baño, comía y después vomitaba. Durante años. Y después estaba una semana sin comer. Todo era extremo…cuando aparecieron mis hijas, hacerme cargo de alimentarlas bien empezó a sanar definitivamente mi propia relación con la comida. Y ahí, por fin, a los cuarenta y tantos años, cerré el tema”.
La entrevista completa se podrá leer en la nueva edición de revista Velvet, a la venta en www.revistavelvet.cl