“Exhortamos a quienes integran las instituciones de abstenerse de revertir la voluntad popular expresada con el libre sufragio”, reza un pasaje de la carta que los líderes de México, Bolivia, Argentina y Colombia firmaron esta semana en apoyo al ex Presidente de Perú, Pedro Castillo, pese a su intento de provocar un autogolpe de Estado.
En la misiva, Andrés Manuel López Obrador, Luis Arce, Alberto Fernández y Gustavo Petro también hicieron un llamado a que las autoridades peruanas “respeten a cabalidad” los DD.HH. del ex Mandatario del país vecino, en una declaración de la cual el Gobierno del Presidente Gabriel Boric tomó distancia.
Pese a que los impulsores del texto, México y Colombia, intentaron conseguir el apoyo de Chile, la respuesta de la cancillería fue negativa, en un gesto que llamó la atención en círculos diplomáticos, toda vez que evidenció un primer gesto de desavenencia del Ejecutivo con los gobiernos progresistas de la región.
El miércoles, la ministra de Relaciones Exteriores, Antonia Urrejola, detalló en una entrevista con el programa Mentiras Verdaderas, parte de la postura de nuestro país, explicando que “existen normas constitucionales, existen reglas del juego, y esas normas el Presidente Castillo no las respetó”.
“Nuestra posición fue buscar una salida no solo constitucional e institucional sino democrática y con respeto a los derechos humanos”, añadió, postura que ha ido profundizando con el correr de los días. Por ejemplo, este viernes expresó su preocupación “por la situación de los DD.HH. y la estabilidad democrática” de Perú.
Sin embargo, la opinión de La Moneda siguió la línea marcada por otro líder de izquierda: El próximo líder de Brasil, Lula da Silva, quien apenas se inició la crisis peruana emitió un comunicado en el que apoyó la destitución de Castillo, asegurando que “todo se llevó a cabo dentro del marco constitucional”.
La coincidencia con Lula y la diferencia que sostuvo con los países que respaldaron a Castillo, elevó la interrogante sobre qué camino tomará la estrategia regional de Boric, la cual en sus primeros nueve meses de mandato ha estado marcada por sus intentos de generar una convergencia más allá de las posiciones ideológicas de cada nación.
“Me interesa conversar de cómo recuperamos el liderazgo de América Latina en los foros internacionales. No podemos seguir teniendo grupos solamente en función de la afinidad ideológica temporal de los gobernantes de turno. Y me interesa fortalecer, institucionalmente, su voz en los foros”, decía al inicio de su mandato.
Sin embargo, el regreso del líder brasileño podría modificar en parte esa agenda, dado el pragmatismo con el cual suele moverse Lula en materia internacional. Si bien es conocido por ser uno de los impulsores de instancias como Unasur, también actúa de acuerdo con los intereses de la política exterior brasileña.
Así lo señaló el analista de la U. de Valparaíso, Guillermo Holzmann, quien dice que “Lula tiene una visión más moderada que está marcada por los intereses brasileños en la región”. Mientras, el académico de la U. Alberto Hurtado, Alexis Cortés, asegura que “está alineado con una perspectiva más clásica de las relaciones internacionales”.
Cercanía con el nuevo Gobierno
Quienes siguen de cerca las relaciones con Brasil, creen que existen grandes opciones de que Boric termine más cercano a Lula que del resto de los gobiernos progresistas de América Latina, pero coinciden en que aún es prematuro pensar en una nueva configuración de poder en la región.
A juicio de ex cancilleres, la decisión del Gobierno de no sumarse al apoyo a Castillo fue acertada, aunque son cautos al asegurar si ello representará un giro en la política exterior del Gobierno, al cual reconocen que actuó coherentemente con el discurso a favor de las democracias y los DD.HH. que ha sostenido Boric a lo largo del tiempo.
Por ejemplo, el ex ministro de RR.EE., Heraldo Muñoz, señaló que “estoy absolutamente de acuerdo con el Gobierno en el sentido de no haber firmado esta carta, pero no creo que sea un giro, sino que es una postura coherente con el respaldo a la democracia y al orden constitucional en la región”.
“De hecho, expresa un respeto a la Carta Democrática Interamericana que se debe activar en caso de la interrupción del orden democrático constitucional en cualquiera de los países del hemisferio”, agregó, junto con destacar que “yo creo que puede haber convergencia con el futuro gobierno brasileño de Lula”.
“Cada país puede tener su especificidad, pero más allá de las diferencias geopolíticas históricas, creo que debiera existir una convergencia entre Chile y Brasil, sin perjuicio de mantener la coherencia de posturas tan fundamentales como el respeto irrestricto a los DD.HH. y a la democracia que ha manifestado el Presidente”, dijo.
En esa línea, sobre si Chile actuará de forma más pragmática que ideológica en temas regionales, acoplándose a las posturas de Lula, Muñoz comentó que “me parece que el Gobierno está demostrando más que pragmatismo, coherencia con principios y eso me parece bien”.
Otro actor que conoce de cerca las relaciones con Brasil es el ex embajador de Chile en ese país, Jaime Gazmuri, quien destacó que “comparto la posición del Gobierno de Chile, se reconoce la crisis institucional de Perú y tengo la impresión de que Chile se alineó con una tradición. Lula siguió la misma posición, el mismo día de la crisis”.
Sin embargo, asegura que para poder visualizar un acercamiento de Boric a Lula primero “hay que ver cómo se desarrollan los procesos de diálogos e integración, porque todos están interesados en desarrollar más colaboración política en América Latina, pero eso se va a ir construyendo una vez que Lula asuma la presidencia”.
“Ahí vamos a poder ver cuál es el grado de afinidad. Pero frente a un episodio que es complejo como el de Perú, tener distintas opiniones no me parece un quiebre severo. Hay que esperar, el diálogo político en América Latina, con estos últimos gobiernos elegidos se va a acelerar”, afirmó.
Según Gazmuri, “el gobierno de Brasil va a tener una presencia muy importante, pero no es momento de hablar del tipo de liderazgo, porque esto recién está comenzado”, opinión que fue compartida por el ex ministro Carlos Ominami, quien es parte de los círculos estrechos del líder brasileño.
“La relación entre Boric y Lula es algo que no está dado y hay que construirla, creo que entre Chile y Brasil hay muchas cosas para hacer en conjunto y Lula y Boric, pueden potenciarse mucho, porque la relación entre ambos países puede fluir con mucha facilidad”, sostuvo el ex secretario de Estado.
No obstante, advierte que “es una relación a construir, porque el Frente Amplio es una fuerza política reciente y el Partido de los Trabajadores es más antiguo, pero yo creo que puede haber una muy buena relación, hay intereses objetivos muy importantes, políticos y económicos, y están todas las condiciones”.
Asimismo, Ominami destaca otro elemento que a su juicio podría contribuir al acercamiento entre ambos Presidentes, recordando la decisión de Boric de firmar la carta que un grupo de políticos chilenos elevó para pedir a las autoridades brasileñas que permitieran la inscripción de Lula como candidato cuando estaba en la cárcel.
“El hecho que haya sido solidario con Lula en un momento delicado para él, es algo que se valora mucho”, sostiene el ex senador. Pese a ello, aclara que todo está en manos de Sebastián Depolo, el embajador designado por Boric y cuyo agreement sería aceptado por el nuevo gobierno brasileño.
“Un emisario de un jefe de estado vecino que tiene un nombre presentado, no veo por qué no se le otorgaría”, dijo este jueves al diario O Globo el futuro canciller brasileño, Mauro Vieira, adelantando de alguna forma el beneplácito para el dirigente de RD, el cual fue denegado por el gobierno de Jair Bolsonaro por más de siete meses.
Fuente: emol