A Pascual De Gregorio, de 48 años, le gusta mirar videos de su etapa como futbolista. Anotó goles con varias camisetas en Chile y también en el Bari de Italia. Sin embargo, esa vida ya quedó atrás y el presente no es tan radiante como aquellos años. Su local de comida “La 23 de Pascual”, ubicado en La Florida, es uno de los tantos negocios que intentan resistir el arrasador brío de la crisis sanitaria.
“Estoy cero pesos, sin producción de dinero, viviendo de los ahorros. Esa es mi realidad hoy en día, tratando de reinventarme para poder echar a andar nuevamente el negocio”, le comenta a Emol.
La pandemia no es el primer contratiempo al que debe enfrentarse. Abrió el 28 de octubre, diez días después de que iniciara el estallido social. Cuenta que al principio estaba entrando buen dinero con los completos, sándwiches y papas fritas, pero el incendio del metro San José de la Estrella lo cambió todo. La parada de colectivos que había justo frente al negocio se vació.
Aguantaron hasta año nuevo y en enero solo abrieron una semana. Hubo días en que apenas vendía un par de promociones. Parecía que el repunte venía en marzo con las colaciones, pero apareció el coronavirus.
“Estuvimos dos semanas abiertos y nos fue bastante mal. Tuvimos que cerrar y ahora estamos viendo la posibilidad de abrir. Siempre y cuando tengamos una o dos aplicaciones de delivery. Como soy nuevo, he tenido que mandar solicitudes a las aplicaciones para que nos asocien. Quisimos hacer delivery a través de redes sociales, pero no funciona”, expresa.
La anécdota con Zidane y su gran lamento
De Gregorio se formó en las inferiores del Audax Italiano y de ahí inició un largo derrotero por canchas chilenas. Tras una gran campaña con Coquimbo Unido en 1999, tenía todo acordado para firmar con Colo Colo, pero inesperadamente apareció una oferta del Bari de Italia. Era la oportunidad de su vida.
En los blanquirrojos fue compañero del campeón del mundo Simone Perrotta y también del talentoso e ingobernable Antonio “Bambino” Cassano. Recuerda la monumental atajada con que Gianluigi Buffon le sacó una pelota de gol, sus duelos con el central Marco Materazzi y, cómo no, la clase de Zinedine Zidane.
“Me impresionó la técnica de Zinedine Zidane. Estaba en la Juventus y tenía una calidad enorme. Me acuerdo que yo estaba en la banca y justo en una jugada quedó frente a nosotros. Juntó como seis jugadores del equipo mío. Le pisa la pelota a una por acá, a otro por allá, le hace hoyito a dos o a tres y termina levantándosela a otro. Todos nos miramos en la banca y nos cagamos de la risa. Un jugador de clase mundial”, comenta.
De Italia volvió a Cobreloa, pero no duraría mucho en Calama. Fue a probar suerte a la exótica liga china. El contrato era por dos años, pero solo estuvo ocho meses. Nunca se acostumbró.
“Allá la vida es totalmente distinta. Yo estaba solo, no estaba con mi familia y vivía en un hotel con grandes lujos, pero la soledad finalmente te mata. Lo único en lo que pensaba era en el tema económico para poder juntar algo y venirme. Me las comí todas, los chinos son muy estructurados. Rendí muy bien y terminé arrancándome. Querían que siguiera y tuve que hacer unos malabares dos fechas antes de que terminara el campeonato para poder pasar pascua y año nuevo con mi familia acá. Les prometí que iba a volver, pero no era para aguantar dos años allá”, declara.
Tras su retiro en 2005, hizo el curso de técnico. Dirigió a una universidad y también a Deportes Rengo en Tercera División, pero asegura que ahí no estaban las condiciones para trabajar. Ante ese escenario, pasó a dedicarse por completo a sus dos escuelas de fútbol, Colo Colo del Este y Colo Colo Puente Alto, que ya cumplen diez años.
Este 2020 alcanzó a hacer clases los dos primeros fines de semana de marzo y tuvo que parar. Esa era su otra entrada. Son tiempos difíciles, pero trata de mantener la cabeza fría para no desesperarse.
“Muchas personas dicen ‘a lo que llegaste’, pero hay que vivirla. La plata se acaba. Uno no ha tomado buenas decisiones, uno no tiene los estudios, la preparación para invertir bien, pero ya no puedo echar el tiempo atrás, hay que mirar hacia delante”, cierra.
Fuente: emol