Tercer día se centró en las problemáticas laborales
Un esperado y tradicional encuentro se vivió en el Santuario de La Candelaria este sábado 25 de enero: la bendición de los trabajadores, celebración presidida por el administrador diocesano, P. Jaime Pizarro. Fueron los mineros quienes trasladaron la imagen histórica de la Virgen Candelaria hasta el altar de piedra del Santuario, para la liturgia.
En la homilía, elP. Jaimedijo que“nos hemos acostumbrado a poner a la persona al servicio de las cosas, de la ley, de la economía, de la tecnología, del dinero”. “Queremos reconocer que todo trabajo es digno, valioso, sagrado, -enfatizó- no importa el uniforme, el delantal, el overol que nos pongan ni el color del casco, en cada trabajo continuamos la obra creadora de Dios”. También invitó a “que cada uno de nosotros en su lugar de trabajo tenga siempre la foto de nuestra familia, que nos recuerde la importancia de trabajo y el sentido del sacrifico, el deber de hacerlo con responsabilidad y seguridad”.
En el ofertorio se llevaron al altar elementos de distintas actividades económicas. Un casco minero, una toma de presión, un libro y un estuche, un martillo, un plumero, uvas, una bandera colombiana representando a los trabajadores extranjeros, y una luz. Luego, como es tradicional, se rezó por los trabajadores fallecidos en accidentes de trabajo en el último año. Daniel Antivilo, fallecido en Paipote,Álvaro Tapia, en Chañaral, y Eleodoro Muñoz, en Tierra Amarilla.
La liturgia finalizó con la bendición de las manos. Finalmente, el grupo musical Las voces del Checo interpretó algunas canciones como homenaje a los trabajadores y trabajadoras.
“Que nadie se sienta en peligro en nuestra Iglesia”
En la novena, el P. Jaime dijo que“Cada persona expresa en su trabajo su talento y creatividad, cuando no puede aportar su genio personal, pierde sentido”, e invitó a orar“por los jóvenes que no encuentran trabajo, por las personas mayores que son discriminadas, por las mujeres que -haciendo un trabajo igual o mejor- reciben sueldo menor, por los migrantes a los que se les explota. Que en nuestra región haya condiciones de trabajo y de vida más humanas, y más dignas.En la misa celebrada después de la novena, el P. Jaime recalcó: “Que nadie sienta que en las estructuras eclesiales no tiene lugar; que nadie se sienta en peligro ennuestra iglesia”, declaró.
FUENTE OBISPADO DE COPIAPO