El territorio autónomo del Reino de Dinamarca, Groenlandia, ha estado bajo la lupa tras la investidura del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el pasado 20 de enero.
El mandatario ha renovado su interés por la isla ártica y ha insistido en la idea de “tomar el control” de ella, sin descartar posibles medidas coercitivas.
El interés internacional en la enorme isla recubierta de hielo radica en su ubicación estratégica, codiciada por las principales potencias mundiales, y sus ricos depósitos de minerales de tierras raras necesarios para fabricar desde teléfonos móviles hasta tecnología de energías renovables.
El territorio autónomo danés se sitúa entre los océanos Atlántico y Ártico, lo que entrega varias posibilidades comerciales y políticas relacionadas al deshielo. Debido a esto, Rusia, China y Estados Unidos mantienen una competencia por el control de la isla.
Desde su primer mandato en 2017-2021 que Trump ha resaltado la importancia de Groenlandia. Incluso, en ese entonces lanzó la idea de comprar el territorio, lo cual fue denegado por las autoridades locales, quienes firmemente declararon que “no se vende”.
Ante esto, el mandatario comenzó su nueva administración con una idea clara: hay que anexar Groenlandia a EE.UU. “de una forma u otra”.
Hace un par de semanas el mandatario declaraba desde el Salón Oval que “tenemos que hacerlo. Realmente lo necesitamos por seguridad nacional”.
“Tenemos a muchos de nuestros actores favoritos rondando la costa y debemos ser cautelosos”, añadió el mandatario estadounidense haciendo un guiño al interés ruso y chino sobre la isla.
La tensión aumentó esta semana tras el anuncio de visita de una delegación estadounidense a la isla, que incluyó a la esposa del vicepresidente J. D. Vance, Ushua.
El primer ministro saliente de Groenlandia, Múte B. Egede, calificó el comportamiento de EE.UU. como “agresivo”.
“Nuestra integridad y nuestra democracia deben ser respetadas sin ninguna injerencia extranjera”, escribió Egede a través de Facebook.
Además reafirmó que “se informó claramente a los estadounidenses que sólo podrá haber reuniones una vez que entre en funciones un nuevo gobierno”.
Ante la polémica, Donald Trump defendió el viaje como “una muestra de amistad, no una provocación. Estamos tratando con mucha gente de Groenlandia que quiere ver que se tomen medidas para que estén debidamente protegidos y cuidados como es debido”.
“Hemos sido invitados, y realmente les gusta la idea, porque han estado de alguna forma abandonados (…) Y creo que Groenlandia será algo que tal vez esté en nuestro futuro. Creo que es importante desde el punto de vista de la seguridad internacional”, reiteró el mandatario.
Más tarde, se informó que el vicepresidente de Estados Unidos también asistiría. En un video con una amplia sonrisa, Vance mencionó que “hubo tanta expectación por la visita de Usha a Groenlandia este viernes que decidí que no quería que se divirtiera sola, así que la acompañaré”.
Las aguas se calmaron cuando Vance aseguró que la visita constaría de un “monitoreo” de la base espacial estadounidense de Pituffik.
“Pienso que es muy positivo que los estadounidenses suspendan su visita a la sociedad groenlandesa. En vez de eso, harán una visita a su propia base, Pituffik, y no tenemos nada contra eso”, aseguró el ministro de Exteriores de Dinamarca, Lars Løkke Rasmussen.
Histórico interés de EE.UU.
El presidente ruso, Vladimir Putin, manifestó su preocupación por si el Ártico se podría convertir en “un trampolín para posibles conflictos” y descartó que Rusia sea “una amenaza” en la zona del extremo norte.
El mandatario ruso también estimó esta semana que la idea de Trump de controlar Groenlandia era un proyecto “serio”, con “raíces históricas de larga data”.
Tal como mencionó Putin, Groenlandia ha sido objeto de deseo estadounidense desde mediados del siglo XIX, un interés acrecentado por el escenario que abre el progresivo deshielo del Ártico.
Según EFE, el comienzo fue en 1867, cuando bajo la presidencia de Andrew Johnson, un informe del Departamento de Estado norteamericano sugiere que la ubicación estratégica de Groenlandia y sus recursos hacen del territorio “una adquisición ideal”.
Años después, en 1946, el presidente norteamericano, Harry Truman, ofrece a Dinamarca 100 millones de dólares por Groenlandia. Este fue el primer ofrecimiento de compra de parte de EE.UU.
En 1951, Estados Unidos y Dinamarca llegan a acuerdo para que las fuerzas estadounidenses puedan seguir operando y estableciendo bases militares en la isla, bajo consideración de la OTAN. Ese año EE.UU. construye la base aérea Thule, que ahora se conoce como Pituffik.
De ahí la relación geopolítica se salta a 2019, en el primer intento de Trump de comprar la isla, deseo que sigue vigente hasta la actualidad.
Según consignó a AFP la historiadora Astrid Andersen, del Instituto Danés de Estudios Internacionales, el interés de Estados Unidos por la isla ártica se ha extendido por varios años.
“Durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Dinamarca fue ocupada por Alemania, Estados Unidos se apoderó de Groenlandia. En cierto modo, nunca la abandonaron”, explicó la académica.
Estados Unidos todavía tiene una base aérea militar activa en el noroeste de la isla, en Pituffik, que fue visitada por el vicepresidente en su viaje del pasado viernes.
La base también fue utilizada para alertar de posibles ataques de la Unión Soviética durante la Guerra Fría, y hasta el día de hoy continúa siendo un “eslabón esencial” en el escudo antimisiles estadounidense.
“Estados Unidos se queja legítimamente de la falta de vigilancia del espacio aéreo y submarino en el este de Groenlandia”, señaló a la mencionada agencia de noticias el politólogo Ulrik Pram Gad.
Cuando el deshielo libera las rutas marítimas, “el problema es legítimo pero Trump usa términos exagerados”, apuntó el politólogo.
A esto se suma que desde EE.UU. consideran crucial el acceso a los recursos minerales de Groenlandia desde que la Unión Europea identificó materias primas esenciales en el territorio autónomo danés, incluidas las llamadas “tierras raras”.
“Con el aumento de la demanda de minerales, necesitamos buscar recursos sin explotar”, mencionó Ditte Brasso Sørensen, experta en geopolítica y subdirectora del grupo de reflexión Europa a AFP.
“Los actores internacionales son cada vez más conscientes de la necesidad de diversificar sus fuentes de suministro, especialmente cuando se trata de la dependencia de China de las tierras raras”, apuntó.
Postura independentista
La mayoría de la población groenlandesa, un 85%, rechaza la idea de formar parte de Estados Unidos, según un último sondeo de febrero realizado por la encuestadora Verian. Además, todos los partidos políticos promueven la independencia del territorio, aunque discrepan en la velocidad de este proceso.
El pasado 11 de marzo se realizaron elecciones legislativas en Groenlandia, donde resultó ganador el Partido Demokraatit (Democrático), de tendencia conservadora y que apuesta por el independentismo moderado, al igual que la mayoría de las fuerzas políticas de la isla.
“Creo que este es un resultado histórico en la historia política de Groenlandia”, dijo Jens-Frederik Nielsen, líder de Demokraatit de tan solo 33 años.
“Groenlandia necesita que nos mantengamos unidos en un momento de gran interés desde el exterior (…) Hay una necesidad de unión, así que entraremos en negociaciones con todos”, expresó Nielsen a los medios tras conocerse los resultados.
El ministro de Defensa de Dinamarca, Troels Lund Poulsen, felicitó a Demokraatit y dijo que el futuro gobierno groenlandés probablemente tendrá que “enfrentar una enorme presión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump”.
Groenlandia cuenta con el respaldo de Dinamarca y la Unión Europea ante la “amenaza Trump”.
Cabe recordar que la isla dispone de autonomía dentro de Dinamarca, que conserva competencias en diplomacia, defensa y política monetaria y suministra una ayuda anual que representa un 20% del PIB de Groenlandia.
Es por eso que la propia primera ministra danesa, Mette Frederiksen, criticó la visita de una delegación estadounidense a la isla programada para el pasado viernes y afirmó que “es una presión inaceptable la que se está ejerciendo sobre Groenlandia y Dinamarca en esta situación. Y es una presión a la que nos resistiremos”.
Estados Unidos “sabe que Groenlandia no está en venta. Sabe que Groenlandia no quiere formar parte de Estados Unidos. Se les ha comunicado sin ambigüedades, tanto directamente como en público”, reiteró Frederiksen.
“Hemos expresado una posición clara en esta cuestión. La UE seguirá defendiendo los principios de soberanía nacional, integridad territorial e inviolabilidad de las fronteras”, afirmó la portavoz de Asuntos Exteriores de la Comisión Europea, Anitta Hipper.
Hipper también declaró que “son principios fundamentales y no pararemos de defenderlos si se cuestiona la integridad territorial de un Estado miembro”.
“La UE apoya totalmente al Reino de Dinamarca”, añadió la portavoz comunitaria.
Ante la amenaza, Dinamarca ya se comienza a preparar ante un eventual intento de toma de control de la isla.
En enero Copenhague anunció que destinará 15.000 millones de coronas (casi 2.000 millones de dólares) para reforzar su presencia en el Ártico y en Atlántico Norte.
Además, tiene previsto adquirir tres nuevos buques especializados para las regiones polares, dos drones más de largo alcance para la vigilancia y el reforzamiento de la capacidad de sus satélites para mejorar la defensa del Ártico.
Fuente: Emol