“Acá no hay improvisación”, asegura el Ministro de Hacienda al referirse a los paquetes de ayuda económica, enfatizando que el norte del accionar del gobierno es proteger los ingresos y los puestos de trabajo. Todo, con miras a que en unos meses la actividad se recupere con fuerza y se cumplan sus proyecciones y no las del FMI para este año.
Debe ser de los ministros de Hacienda más agradecidos con la institucionalidad fiscal, ya que en más de una hora de entrevista el actual titular, Ignacio Briones, no deja de mencionarlo en innumerables ocasiones.
Y no se refiere solo a la posibilidad de contar con ahorros de los fondos soberanos que permiten el traspaso de recursos para financiar los paquetes económicos para enfrentar la pandemia, sino que también a la existencia de un Seguro de Cesantía que, con varios miles de millones de dólares, servirá para complementar los ingresos en la hibernación a la cual está obligando el coronavirus. “Son pocos los países con un fondo de cesantía de US$12 mil millones para apoyarse en esta coyuntura. Quiero valorar nuestra institucionalidad, construida bajo gobiernos de distintos signo. Institucionalidad tan cuestionada o minimizada por algunos antes de esta pandemia, y aquí estamos, agradeciendo cuánto vale haber sido responsables”, destaca Briones.
También debe ser el ministro que más ha tenido que hacer malabares con los recursos desde 1990, ya que arribó tras el estallido social de octubre, y ahora ha debido recurrir a todas las fórmulas posibles para estructurar planes de ayuda a distintos grupos de trabajadores y empresas.
Y no para, ya que a principios de la semana que viene anunciará el nuevo seguro para los independientes con boleta, y luego el diseño de una línea de ingresos para los más vulnerables.
“Hay algo fundamental que está en mi cabeza y en la de todas las autoridades, que es evitar a toda costa que este shock transitorio tenga un efecto permanente en destrucción de empleo, de empresas y de los ingresos de las familias. Esta no es una foto, es una película que va evolucionando, por tanto tenemos que ir actuando y éstas no serán las primeras ni las últimas medidas, porque hay que ir viendo el desarrollo de la crisis y moviéndose en consecuencia”.
¿Las medidas adoptadas hasta ahora solo se mantendrán durante el estado de excepción o pueden extenderse más allá?
-Insisto, hay que ir actuando dinámicamente. Cuando lo peor de la crisis sanitaria haya quedado atrás, habrá que tomar medidas distintas para impulsar el empleo, que quedará resentido. Hay que tener mucha flexibilidad para ir respondiendo con premura y celeridad, habrá que ir tomando medidas adecuadas a cada momento e ir anticipando los escenarios.
Entonces, si el FMI proyecta una desocupación de 9,7% para Chile, ¿ya están pensando en planes específicos de empleo desde el Estado, por ejemplo?
– La idea es apoyar el empleo cuando lo peor de la pandemia haya quedado atrás y hay varios instrumentos arriba de la mesa, en particular, mecanismos de subsidio al empleo que permitan impulsar la contratación. Por ahora puedo decir que estamos analizando distintas alternativas en esa dirección, ya que hay que ser muy claros: el empleo y los ingresos que de allí derivan para las familias es una prioridad central.
¿Cómo se plantea frente a la disyuntiva de extremar las medidas de aislamiento social versus el daño que se le genera a la economía?
-Este es un shock inédito que hace 100 años no teníamos en el mundo y el desafío es balancear adecuadamente los dos elementos: la prioridad sanitaria con mantener la economía operando, aunque sea en una escala más limitada. Acá está en juego proteger la vida, pero también los medios para la vida. Son dos elementos simétricos o parte de una misma moneda que van juntos y que forman parte del bienestar de las familias. Para ilustrarlo, el extremo de que viviéramos en cuarentena permanente a nivel nacional tendría consecuencias sobre los medios para la vida bien desastrosas, con impactos sociales dramáticos.
¿Cómo cree que se han balanceado estos elementos en Chile?
-Ese es el desafío que enfrentan todos los países. Junto con proteger la salud, que es un elemento prioritario, uno debe hacerse cargo, con inteligencia, de cómo la economía sigue funcionando en un régimen distinto de lo habitual. Es fundamental que ello ocurra, porque de lo contrario se generarían consecuencias socioeconómicas muy dolorosas y eso cabe evitarlo, siempre.
¿En ese “seguir funcionando” se enmarca el reabrir el comercio y los malls?
-Lo fundamental acá, más allá del caso específico de los malls, es que el funcionamiento del sistema productivo se debe adaptar a las condiciones excepcionales que tenemos, con un protocolo que dé seguridad y tranquilidad a los trabajadores. Hay un tema cultural-mental que nos interpela a todos los chilenos y es que tendremos que convivir con esta pandemia, porque cuando pase el peak no significa que la enfermedad se acabe. Nuestra rutina seguirá conviviendo con este virus. La pregunta es cómo adaptamos nuestra convivencia, aplicando los resguardos sanitarios pertinentes y las medidas de distanciamiento, porque cualquiera entiende que un ambiente de completo encierro no hay nadie que pueda soportarlo, ni económica ni mentalmente. Este virus va a generar un cambio en cómo producimos.
Pero es distinto una empresa, con un número acotado de trabajadores, a un mall, donde circula un alto número de personas difícil de controlar. ¿No temen que si tras la reapertura aumentan los contagios, se diga que el gobierno privilegió la economía a la salud?
-No tengo el conocimiento específico para referirme a los malls. Yo solo quiero señalar que habrá que operar en forma distinta, con los resguardos sanitarios necesarios, porque lo único claro es que si usted tiene comercios cerrados, esos comercios solo pueden aguantar un tiempo limitado. Uno no puede concebir una situación en que el aparato productivo, en cualquier nivel, tamaño o sector, esté completamente parado por meses y meses, porque la verdad es que eso no resiste.
A propósito de aguantar, ¿cree que con la reciente ley del Fogape se va a evitar una quiebra masiva de empresas en el país?
-Estoy seguro que sí, aunque no podemos salvarlas a todas. Aquí habrá quiebras y desempleo, eso tengámoslo claro.
¿Con qué porcentaje que se logre salvar diría que la medida tuvo un buen resultado?
-Es difícil especular sobre una cifra. Solo sé que la medida es potente y correcta porque ataca donde está el problema: ser capaces de mantener vivas nuestras empresas, aún sabiendo que vienen meses malos -en que van a vender o producir muy poco-, de forma tal que cuando lo peor de la pandemia quede atrás, vuelvan a levantarse con fuerza. Eso es apuntar a evitar que un shock transitorio se transforme en uno permanente.
Su última proyección de crecimiento, en el Informe de Finanzas Públicas, es de una caída de 2% para este año, muy alejada de la del FMI que planteó un -4,5%, ¿por qué?
-Nuestra proyección de crecimiento es más optimista y está más en línea con la del Banco Central. Las proyecciones han ido cambiando en todos los países prácticamente todas las semanas, y lo único que sabemos, a ciencia cierta, es que el mundo tendrá una recesión importante este año y que Chile también tendrá una tasa de crecimiento negativa, la peor desde la crisis del ’82. Eso es indesmentible.
¿Esta proyección es la que les arrojan los modelos, o tiene un componente de deseo?
-Por supuesto que está bien avalada por modelos y rigurosidad. Pero todos los modelos se anclan en escenarios y en ciertos supuestos. En este contexto, nuestro escenario central, el mismo del FMI o del Banco Central (BC), es que el efecto de la pandemia será durísimo, pero transitorio, y después la actividad económica retomará con fuerza. Nuestro gobierno ha actuado bien, con fuerza y decisión, las medidas económicas obedecen a un diagnóstico claro y a un plan de acción que hemos ido ejecutando de forma coordinada con el BC y la Comisión para el Mercado Financiero. Acá no hay improvisación y ese actuar ha sido destacado tanto dentro como fuera de Chile
En cuanto a esa salida, ¿comparte lo que plantea el FMI para 2021: un crecimiento de 5,3%?
-La buena noticia es que si hacemos las cosas bien, vamos a salir con fuerza, y así lo ve también el FMI, que nos coloca en la parte alta de la recuperación en el mundo y nos reconoce la forma adecuada en que hemos actuado y las medidas que hemos ido tomando. Así lo ve el BC y también nosotros. Estoy convencido que vamos a salir bien de ésta, estamos tomando todas las medidas para que este shock transitorio no tenga efecto permanente, mantengamos nuestra estructura productiva y retomemos con fuerza el crecimiento el próximo año. Ese es nuestro escenario central y es lo que nos motiva a trabajar más duro que nunca, con muchas horas todos los días.
El país ya venía afectado de antes, a causa del estallido social. ¿Qué pasará si cuando pase lo peor de la pandemia vuelven el conflicto y la violencia? ¿Eso está considerado en sus supuestos?
-Yo respondería de esta forma: si bien todos nuestros esfuerzos están puestos en esta pandemia, que es algo excepcional, evidentemente la discusión de largo plazo, la hoja de ruta económico social que veníamos discutiendo, tiene que volver a estar presente cuando superemos este momento crítico, sería un error olvidarla. Hay que retomarla y eso dependerá de la generosidad de todos, porque vamos a pasar por unos meses en que muchos chilenos terminarán muy golpeados, y eso cambiará en parte importante el eje de discusión.
¿En qué consiste esa generosidad a la que alude?
-Nos obliga a retomar una mirada de largo plazo, pensar en Chile para el 2040 y cuáles serán las políticas exigentes en lo social y en lo económico, pero con estaciones intermedias, con gradualismo reformista, partiendo de la base que, luego de esta crisis, vamos a tener un punto de partida bien distinto del que traíamos.
Algunos senadores de oposición han planteado suspender la discusión de la reforma previsional, ¿concuerda con ello?
-Así como lo han reconocido senadores de oposición, nosotros en el gobierno también tenemos una visión de cautela frente a esto, lo que no implica olvidarse de las pensiones, porque ese problema seguirá ahí, pero haciéndose cargo de las nuevas condiciones. Porque seamos claros, nos vamos a encontrar en una situación con empresas muy golpeadas, con desempleo y hay que hacerse cargo de esa realidad al abordar la reforma previsional. Acá la principal política social que viene es proteger el ingreso de las familias chilenas. Eso es un desafío fundamental, porque ya veníamos golpeados desde el 18 de octubre y ahora vamos a salir más golpeados.
¿Qué opina de los consejos de varios economistas, de que es ahora cuando hay que “tirar la casa por la ventana” o “toda la carne a la parrilla” en materia fiscal?
-Nosotros hemos actuado con prontitud, con montos muy sustantivos y de forma bien agresiva. La prueba es que hoy proyectamos un déficit fiscal de 8% del PIB para este año, que es histórico, aunque transitorio, excepcional. Me parece que nadie puede decir que el gobierno se ha ido quedando corto…
¿Pero queda carne para poner en la parrilla?
-Esto es una película en desarrollo, habrá nuevas medidas, vamos a ir actuando cada vez que sea necesario. Pero me quiero detener en un principio y es que acá tenemos poco margen, con un déficit que ya está en 8%. Hay que entender que hoy estamos con un presupuesto de pandemia, Por tanto, las acciones que vayamos tomando implicarán que habrá que repriorizar, y eso no significa gastar menos o achicar el Estado. Algunos se equivocan cuando dicen que crear un fondo de US$2 mil millones no tiene gracia si se hace con reasignaciones, pero ¡por favor, esa es precisamente la gracia! El FMI proyecta que aquellos países que más admiramos tendrán déficits fiscales de entre 7% y 11% del PIB, no están hablando de déficits de 30% o 20%, porque con todas las medidas excepcionales y a pesar de déficits altos, los déficits tienen límites.
¿Y el 8% de déficit fiscal es nuestro límite, o podemos extendernos al 11% de esos países?
-El 8% es significativo. Es lo que corresponde para el momento excepcional, pero tampoco tenemos margen infinito. Entonces, los nuevos aumentos de gasto tienen que ir acompañados de reasignaciones o disminución de gasto para centrarnos en lo prioritario, y por eso estamos trabajando en un Presupuesto de base 0, que permita internalizar estas prioridades y desafiar la rigidez presupuestaria tradicional para centrarnos en proteger el ingreso de las familias y la liquidez de nuestras empresas. Por lo mismo, así como estamos ordenados en materia sanitaria, me gustaría que nos ordenáramos en materia de gasto.
¿A qué se refiere?
-Que vemos una proliferación de ideas de gasto en el Congreso, sin duda bien intencionadas, pero que son inmanejables y que se plasman en iniciativas legales inconstitucionales. La cantidad de proyectos inadmisibles es un problema y es fundamental ordenarnos y que respetemos nuestras reglas básicas, siendo la Constitución la primera de ellas. El otro día se cambió por mayoría simple la regla de votación de una ley de quorum. Eso no puede volver a pasar.
En el Informe de Finanzas Públicas se indica que el déficit estructural este año sería de 3,5% mayor al 3,2% comprometido, ¿por qué?
-Debido a las rebajas transitorias de impuestos (de timbres y estampillas) y mayores necesidades de gasto para hacer frente a la emergencia sanitaria.
¿Atendida esta emergencia, se cambiará la meta de trayectoria hacia el balance estructural?
-Mantenemos nuestro compromiso con una trayectoria de responsabilidad fiscal.
El ministro sostiene que a principios de la semana se conocerá el instrumento para los independientes con boleta, un tipo de seguro que, tras una cotización, les permitirá tener un paraguas para eventos catastróficos que compense una parte de la pérdida de ingresos. “A grandes rasgos estamos abordando el gran segmento de la fuerza laboral: tenemos 4,5 millones de trabajadores formales con seguro de cesantía; 1 millón del sector público con estabilidad laboral; y 2,7 millones de informales desempleados y de segmentos más vulnerables, para quienes se anunciará en los próximos días una propuesta bien novedosa con cargo al fondo de US$2 mil millones. Esta crisis ha dejado en evidencia el enorme costo de la informalidad, y esta debería ser una oportunidad para avanzar en formalizar todo lo que se pueda”, señala.
Los primeros días de aplicación de la ley de protección del empleo se acogieron 56.986 empresas con un universo de 786.790 trabajadores, ¿está en línea con lo que ustedes proyectaban?
-No deja de ser decidor ese número. Esto muestra el valor de este mecanismo que propusimos y la importancia de la celeridad de su aprobación. Ese universo de 786.790 trabajadores que podrían acogerse a este mecanismo, es un número equivalente de potenciales puestos laborales que no se están destruyendo y ese era precisamente el objetivo de la ley.
¿Le llama la atención que grandes del retail estén usando este instrumento?
-Me parece estrecha la crítica de si esto lo ocupa el retail o una empresa grande. Lo que se busca es proteger empleos ante este shock sistémico que afecta a empresas de todos los tamaños y sectores.
A última hora del miércoles, el Congreso despachó la ley que aumentará la cobertura y las garantías que el Estado entrega a través del Fogape. “Lo que necesitan las empresas es oxígeno. Esta política está bien diseñada, es plata fresca para capital de trabajo, financiando hasta 3 meses de ventas en condiciones excepcionales de tasa, período de gracia, etc. Les dará mucho aire, pero debemos ser honestos: no permitirá que todas las empresas se salven, pero a la gran mayoría le da una chance fundamental de mantenerse vivas cuando esta situación quede atrás”, comenta el ministro.
Quedan pendientes las muy grandes, ¿qué diseño de salvataje habrá para ellas?
-Al extender el Fogape a las firmas con ventas de hasta un millón de UF, estamos llegando a más de 99% de las empresas, que representan el 84% del empleo. Para las grandes estamos analizando varios mecanismos. No es que uno se quiera desentender, pero cada cosa en su minuto y hoy las que están más complicadas son las más chicas, por eso las abordamos en primer lugar. Luego será el momento de ese otro tema.
¿Considera también un proyecto de ley?
-Estamos trabajando en ideas en esa dirección. Es lo que puedo decir.
EE.UU. ha entregado salvatajes con la condición de que las empresas no despidan. ¿Por qué no se incorporó eso en el Fogape?
-El tema se planteó en las comisiones de hacienda. Es una idea que puede sonar bien en el papel, pero hay que repensar la bajada práctica, ya que no podemos impedir que haya despidos, porque despidos habrá. Lo que estamos tratando es que sean los menos posibles. Si esa fuera condición para entregar la garantía estatal, existe el riesgo de que el crédito no fluya.
Ud. sugirió a los trabajadores del sector privado que aceptaran las propuestas de rebajas de sueldos, ¿es el mejor camino?
-No soy quién para aconsejar, esa es una decisión libre entre las partes. Esto va a tener costos importantes para el país en los próximos meses, y si uno toma conciencia de aquello, reducirse el sueldo es una opción disponible y que varios países (Chile incluido) y empresas, de todo tamaño, han ido gatillando.
Y si la situación se agrava, ¿es dable pensar en una reducción de sueldos en el sector público?
-Respecto del sector público, lo que hemos planteado es que no está en juego la estabilidad del empleo. Hemos ido haciendo reasignaciones bien lógicas, como redestinar montos de viáticos que no se podrán cursar, o de disminución de horas extraordinarias. También hemos congelado nuevas contrataciones y aumentos de sueldo o grado. Es un ajuste interno que es fundamental entender.
¿Pero en los salarios puede venir un ajuste?
-Eso requiere una ley.
El senador Felipe Kast propone rebajar en 10% los sueldos más altos del sector público, ¿qué le parece esa idea?
-Hay países que han hecho movimientos en esa dirección: la primera ministra de Nueva Zelandia anunció una rebaja del sueldo de las máximas autoridades; el presidente de Uruguay también tiene una agenda en esta dirección. Creo que no hay que cerrarse a ninguna opción, porque, insisto, vivimos tiempos excepcionales que van a exigir esfuerzos excepcionales de todos, muy solidariamente, porque aquí vamos a tener un costo y la pregunta es, cómo hacemos para que ese costo esté bien repartido. Dentro de este punto se albergan ideas como la planteada, que merecen ser analizadas y discutidas, porque frente a una situación excepcional, se requieren ideas excepcionales.
La gente más vulnerable está asumiendo el costo de inmediato, en cambio las autoridades siguen percibiendo su mismo nivel de remuneración. ¿No sería adecuado un gesto pronto?
-Hay una discusión bien avanzada en el Congreso en esa dirección, por tanto no cabe innovar en esa materia.
En lo personal, ¿cuánto le afectó que el gabinete no haya tomado su propuesta de reducirse el sueldo, hace unas semanas?
-Ya me he referido a ese tema antes.
Hablando de repartir el costo, ¿existe la condición de reducir la dieta de los directores de las empresas que recurran a la ley del seguro de cesantía para la suspensión temporal de los contratos?
-No existe una restricción legal, pero me parece de suyo razonable y una señal necesaria, que si una gran empresa les pide un sacrificio a sus trabajadores suspendiendo temporalmente su contrato y recibiendo temporalmente un menor ingreso, los directores de esa empresa hagan lo propio rebajando sus dietas.
Es importante que se den señales de que en esta crisis hay que compartir los costos.
FUENTE LA TERCERA