Carlos Guajardo Castillo
Director Pedagogía en Educación General Básica, U. Central
El pasado 1 de junio, se formalizó la segunda cuenta pública del actual gobierno del presidente Gabriel Boric y en la cual se esperaban mayores pronunciamientos en temas que históricamente han aquejado al sistema educativo del país. Uno de ellos, es la denominada “deuda histórica de los profesores” que esta vez, estuvo condicionada a la aprobación de una futura reforma tributaria debido la cantidad de recursos públicos que implica una reparación como esta. Sin olvidar que, la cuenta pública del año 2022 ya había anunciado un compromiso en esta misma materia.
Otra de las incertezas, es saber lo qué sucederá con la fallida Jornada Escolar Completa que continúa impidiendo la flexibilidad curricular y una formación centrada en la integralidad de los estudiantes. Es decir, no sólo en asignaturas troncales como lo son lenguaje, matemática y ciencias. De qué sirve tener a niños y jóvenes durante más de 8 horas en las escuelas si durante la jornada de mañana y tarde son “bombardeados” con una batería de contenidos disciplinares que no los preparan en el desarrollo de habilidades para la vida. Es imperativo formar sujetos que tengan la capacidad de pensar complejamente y en alineación con modelos educativos que trasciendan a la mera implicación de saberes.
Finalmente, poco y nada se logró escuchar sobre el grave problema que se avecina, en un par de años más, con la falta de profesores en todo el país y la escasa campaña por motivar a los estudiantes de enseñanza media a cursar carreras de pedagogía. Así como también, el análisis que se espera sobre lo que sucederá con el SIMCE y el plan de educación sexual integral que siempre ha generado debate. Todos, aspectos que involucran al gobierno de turno y el poder legislativo quien tiene la responsabilidad de aprobar las leyes que propicien una mejora de todos y todas.
Por ahora, existe una “alerta” de movilización del Colegio de Profesores, organismo que reiterará los compromisos de fondo que ayudarían a mejorar al “pariente pobre” del que poco se habla: la educación.