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Isabel Allende y el caso Neruda: Los movimientos feministas no pueden borrar su obra

La escritora chilena más importante en el mundo dio una rueda de prensa a propósito de su última novela, El viento conoce mi nombre. En la charla, no solo se explayó sobre la obra, basada en la inmigración, también sobre feminismo y su mirada al hecho de que se revisen clásicos con criterios actuales. Por ejemplo, el caso de Pablo Neruda. Y también su propia obra: “Si se hiciera una nueva edición de La Casa de los Espíritus habría que quitarle la mitad, porque todo es políticamente incorrecto”.

Tal como lo comentó en charla con Culto, el origen de El viento conoce mi nombre,la nueva novela de Isabel Allende fueron las noticias. En concreto, las políticas de la administración Donald Trump respecto a los inmigrantes.

“Fue la política de Trump de separar a las familias que pedían refugio o asilo en los Estados Unidos y miles de niños fueron separados de sus de sus padres en la frontera. Algunos eran bebés que estaban amamantando todavía, que se los arrancaron de los brazos a las madres. Eso apareció en la prensa, los reportajes mostraban a los niños en jaulas llorando en pésimas condiciones, a los padres desesperados, y nadie pensó en la reunificación. Cuando el clamor público acabó con esa política, porque ya no se podía sostener, se siguió haciendo de noche y a escondidas, pero ya no era una política oficial”, comenta la autora en una concurrida rueda de prensa de este martes 13 de junio a la que asistió este medio.

El tema a la escritora no le es indiferente, no solo porque ella misma ha pasado gran parte de su vida fuera de Chile (primero en el exilio en Venezuela, y ahora en Estados Unidos), sino porque realiza un trabajo al respecto junto a su fundación. Eso le hizo fáciles las cosas a la hora de reunir datos para la novela. “Fue una investigación muy fácil porque está pasando hoy y conozco a la gente que está trabajando para aliviar el problema, porque en eso trabaja mi fundación”. Fue algo que disfrutó, comenta risueña.

Es como hacer el amor. Lo que importa no es el final. Lo que importa es el proceso. Es una frase perfecta que se puede utilizar en muchas fases de la vida. Si bien, la investigación es la base, el fundamento, lo que me gusta es contar la historia, desarrollar los personajes”.

Por supuesto, aborda la infaltable dimensión feminista. “Tengo 80 años y en la trayectoria de mi vida he visto cambios positivos. Cuando yo nací, no se hablaba de feminismo. Ser feminista era un insulto y ahora es parte de la sociedad. La paridad de género es algo totalmente aceptado por las generaciones jóvenes. Entonces yo creo que vamos avanzando, lentamente, pero para allá vamos. Ahora hay retrocesos tremendos. De repente sucede algo como el talibán en Afganistán y en 24 horas mujeres que eran médicos, abogados, tienen que encerrarse en sus casas con una burka. Entonces siempre hay que estar vigilantes para que eso no ocurra. En los Estados Unidos ha habido un tremendo retroceso desde que se suspendió el derecho al aborto, por ejemplo”.

En ese sentido, tuvo palabras para algo que también toca en la novela: el femicidio: “Matan mujeres, aparecen los cadáveres y ni siquiera investigan. Yo no sé cuál es la solución a esto. Las mujeres tenemos que unirnos para defendernos. Una mujer sola es muy vulnerable. Y las mujeres juntas pueden ser invencibles. Entonces, la protección de la mujer y de las niñas es parte del movimiento feminista y parte de lo que debería ser la política de cualquier país, porque sin eso, una mujer que vive con miedo está frita, no puede hacer nada. Y un país que vive con el terror de que a la mujer la puedan asesinar con impunidad tampoco puede progresar. Los países más atrasados del mundo son aquellos en que las mujeres están en la peor situación”.

También fue consultada sobre su opinión de la revisión que se ha hecho de clásicos del pasado a ojos actuales. Sin rodeos, comentó: “Si se hiciera una nueva edición de La Casa de los Espíritus habría que quitarle la mitad, porque todo es políticamente incorrecto. O Cien años de soledad o cualquier libro de los que conocemos, que son parte de nuestra cultura. Yo vivo en los Estados Unidos, donde casi todo es ofensivo. Hay que tener un cuidado, ¿pero andar pisando huevos? se pierde todo el sentido del humor. Además, me acuerdo de los tiempos en Venezuela, cuando se podía decir cualquier cosa, barbaridades, con total libertad. No es que esté yo promoviendo eso, no quiero ofender a nadie”.

De hecho, le comentaron que según estadísticas de PEN América solo durante el último semestre del año escolar de 2023 se prohibieron 1477 libros en escuelas del país en los que se incluyó La Casa de los Espíritus. Me parece estupendo, porque gracias a eso tantos muchachos quieren leerla, porque si no, no tendría esos lectores. Basta que te prohiban algo para tener ganas de hacerlo”.

Y a renglón seguido también se manifestó sobre los casos en que se ha cuestionado al autor de una obra por su integridad. “Por ejemplo, lo que ha pasado con Pablo Neruda en Chile, que confesó en sus memorias que violó a una mujer. Entonces, los movimientos feministas jóvenes -con mucha razón- han denunciado todo esto, pero no pueden eliminar la obra del poeta, porque en ese caso tendríamos que revisar a todos los artistas, los políticos, los científicos, los inventores, a todo el mundo y si acaso su vida no es perfecta, ¿habría que eliminar su obra? Volveríamos a la Edad de Piedra. Hay que separar la obra de la vida privada del autor”.

Además, fue consultada por la nueva versión fílmica de La casa de los espíritus, protagonizada por Eva Longoria, en formato serie de 10 capítulos. “Me parece fantástico. Y el hecho de que la miniserie sea escrita por mujeres, que el elenco sea latino, que sea en español es fantástico, porque cuando se hizo la película de La Casa de los Espíritus en el año 93, no podía haber ningún proyecto de ese tipo que tuviera éxito comercial, que no fuera en inglés y con estrellas de Hollywood. Entonces, si bien me parece que es una película buena, honesta, bien hecha, no tiene nada de latinoamericano. Era plata alemana”.

¿Qué cosas siente que han cambiado en su escritura desde La Casa de los Espíritus hasta hoy?

Creo que tengo más experiencia. Antes pensaba que muchos libros eran como un regalo del cielo que me caían y que tal vez la próxima vez no iba a suceder. Ahora sé que este es mi oficio y tengo más experiencia. Se que si me doy suficiente tiempo para investigar y para escribir puedo contar casi cualquier historia. Eso es un alivio. Pero lo que yo creo que la diferencia mayor es la computadora. Antes escribía en una pequeña máquina portátil, no había copias de nada. Para corregir había un líquido blanco y uno lo pintaba la página y tenías que meter en ese pedacito una frase que fuera con el mismo número de letras. Para cortar un párrafo era de locos: lo cortabas con tijeras, lo pegabas con scotch.

FUENTE LA TERCERA

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