Paola Marambio – Académica Facultad de Educación, U.Central
La Convención sobre los Derechos del Niño (tratado internacional de las Naciones Unidas vigente a partir del 20 de noviembre de 1989), ha servido para motivar a los gobiernos de todo el mundo a considerar el desarrollo y los derechos de la infancia como prioritarios en sus programas legislativos.
Por ejemplo, el artículo 31 declara que los Estados “reconocen el derecho del niño al descanso y al esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas propias de su edad y a participar libremente en la vida cultural y en las artes”. Sin embargo, casi 30 años después que nuestro país validara este convenio y en torno de un nuevo día internacional del juego (28 de Mayo), nos debemos preguntar, ¿qué hemos hecho para cautelar efectivamente el derecho al juego y la recreación?
Lamentablemente las cifras son desalentadoras; ya en el año 2007, Unicef reveló que sólo un 23% de los niños chilenos jugaba fuera de casa, el último entre 11 países. Hoy, los tiempos que disponen para jugar en el exterior, han descendido un 71% en tan solo una generación y un 90% del tiempo lo hacen en espacios cerrados.
A principios de este mes, se dio a conocer la noticia que Chile obtuvo nota 3,0 en la medición internacional sobre actividad física, esto quiere decir que solo uno de cada 5 niños y niñas de 9 a 11 años, es considerado físicamente activo.
Sabía usted que hace más de 21 años, en todo el mundo se celebra el día del juego. Nuestros niños y adultos lo necesitan, es fundamental, tiene beneficios de carácter integral ya que potencia la creatividad, la imaginación, la sociabilización y permite conectar con nuestras propias emociones. Este día internacional es una obligación social que les debemos a los individuos. No hay doble lectura ni intereses económicos, es un deber y un derecho.