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La economía de la longevidad

Por Paulina Pozo, directora ejecutiva de SeniorLab

Es un hecho que el envejecimiento de la población está avanzando a un ritmo acelerado. A nivel latinoamericano se proyecta que la proporción de personas de más de 65 años se duplique en 20 o 30 años, mientras que en Francia y Suecia este proceso demoró 115 y 85 años, respectivamente, según datos del Banco de Desarrollo de América Latina. A su vez, la esperanza de vida ha aumentado de forma exponencial, alcanzando hoy en Chile los 80 años (INE, 2019). Sin embargo, es paradójico que nos estemos enfrentando a uno de los principales desafíos del siglo XXI y se valore tan poco la trayectoria vital y profesional de una persona mayor.

La edad es una construcción social, y por consecuencia, la vejez ha sido construida como una etapa en la vida donde se asocia a las personas mayores como vulnerables, con múltiples problemas físicos y cognitivos, menor energía y autonomía, además asociando a esta etapa de la vida, comúnmente, con una caída en la productividad (Larraín, 2022). Según la Sexta Encuesta Nacional de Inclusión y Exclusión Social de las Personas Mayores (2021), un 77% evalúa la imagen social de las personas mayores moderadamente negativa. No obstante, la edad, lejos de ser un impedimento, es una fuente de experiencia y talento, por lo que el envejecimiento de la población representa una tremenda oportunidad para nuestra sociedad.

En ese sentido, algunas regiones han sido activas en visualizar las oportunidades que propone el envejecimiento de la población, y ha surgido el concepto de Economía Plateada (o “Silver Economy”), siendo definida como todas las actividades económicas que atienden las necesidades de personas de 50 años o más (BID, 2020), jugando un papel fundamental en el desarrollo de la economía de los próximos años. Si lo analizamos en cifras internacionales, en Japón se estima que el mercado de la Economía Plateada ha superado los US$1,1 trillones, cifra que se ha duplicado en 20 años. De esta manera, se abren espacios para la generación de nuevos emprendimientos, oportunidades laborales y desarrollo de productos y servicios.

Claramente, la innovación juega un rol fundamental en la generación de valor y adaptación de los diversos sectores de la economía en los que se sitúe al segmento senior en el centro, pensando que los productos y servicios desarrollados para una población joven, no necesariamente responden a las necesidades de las personas mayores. Por lo tanto, podemos entender la innovación como un proceso clave para mejorar la calidad de vida de los “seniors”, dirigiéndose desde una mirada del enfoque de derechos.

Es fundamental que los distintos actores que componen el ecosistema comiencen un trabajo colaborativo y articulado que permita entregar las condiciones para que las personas enfrenten la etapa de la vejez con perspectivas económicas y sociales favorables, y donde este segmento de la población esté integrado a los distintos ámbitos de la sociedad. 

Partir por algo sencillo como construir un relato donde la vejez sea diversa es crucial. Como señala Ximena Abogabir, “debemos realizar un cambio de mirada del proceso de envejecimiento (asociado a lo que perdemos con la edad), proponiendo el concepto de Nueva Longevidad (lo que ganamos con la madurez)”. Indudablemente que esto nos preparará para un mundo mejor, transitando desde una sociedad con una mirada de la vejez vulnerable y asistencialista, hacia la vejez como una etapa de la vida desde una mirada positiva y heterogénea, erradicando la discriminación hacia las personas mayores.

Esto deja en evidencia lo relevante que es eliminar los estereotipos y la discriminación a causa de la edad (en este caso viejismos), siendo también una de las principales barreras para la inclusión laboral de las personas mayores. La fuente laboral como sentido de pertenencia y desarrollo representa una arista importante para el empoderamiento senior, donde puedan mantenerse vigentes y logren desempeñar nuevos roles que doten de sentido a sus vidas. Por lo que también se observa la necesidad de crear oportunidades laborales de calidad para las personas mayores y adaptar y preparar a las organizaciones para que transiten a ser amigables con la edad, teniendo en cuenta que los espacios laborales han sido diseñados sin considerar las necesidades que pueden surgir en la vejez (SeniorLab, 2022). Adicionalmente, es esencial la creación de un ecosistema de emprendimiento senior, que contemple el desarrollo de una cultura de emprendimiento para este segmento, con sistemas de financiamiento y apoyo específicos adaptados a sus necesidades.

Si nos detenemos un momento a reflexionar y pensamos: ¿qué, si no la experiencia de una persona, te puede llevar a los lugares más certeros de la vida? La experiencia acumulada en la trayectoria vital sin duda que es un tesoro que debemos valorar. No podemos desaprovechar el talento, conocimiento y resiliencia que pueden entregar y aportar las personas mayores a las distintas generaciones y ámbitos de nuestra sociedad, incluyendo el económico. Es hora de comenzar a ver este gran desafío, de una pirámide invertida, como una tremenda oportunidad.

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