Camila Pávez vio que su compañera avanzaba por la banda y aceleró rumbo al área de Defensores de Belgrano. Con la intuición de las goleadoras, llegó al lugar justo y en el momento preciso para dar el pase a la red. Era el séptimo tanto en un triunfo apabullante, un mero dato estadístico, pero para la chilena era su primer tanto en River Plate y lo celebró poniendo la rodilla izquierda en el suelo y levantando la mano derecha, a lo Marcelo Salas. El instagram de la “Banda Sangre” rápidamente la bautizó como la “Matadora”.
“Él no es de mi época, alcancé a verlo un tiempo en la Universidad de Chile. Algunas de mis compañeras, cuando hice la celebración, me preguntaban quién era. Pero las más de edad sabían que había pasado por River y que era un excelente jugador. Es muy querido por acá por los hinchas”, expresa en conversación con Emol.
La carrera de la delantera de solo 19 años ha avanzado a un ritmo vertiginoso que parece no obnubilarla. A comienzos de este 2019, llegó a la Universidad de Concepción desde Cobresal y en solo diez partidos anotó 13 goles y repartió una asistencia. Esos números no pasaron desapercibidos en Argentina y Estudiantes de La Plata se interesó en ella. Parecía que el “Pincha” ganaba la carrera por ficharla, sin embargo, el “Millonario” arremetió por los palos.
“La primera oferta era de Estudiantes de La Plata, pero habían unos videos en Youtube que le llegaron a River, que se adelantó en la negociación y lo hablaron con mi representante, pidiéndole que no firmara aún por Estudiantes”, dice Pavez.
La “Cami” vive en el barrio de Núñez, a 25 cuadras del Estadio Monumental y prácticamente pasa todo el día en el club. Su vida gira como un balón redondo. En la cancha, además, la nostalgia por los seres queridos pega menos fuerte. Pese a extrañar, en ningún momento se queja. Con carácter declara que esto es lo que soñó desde que empezó en su natal Machalí.
Pavez, que se define como una típica delantera de área, cree que no había otro destino para ella. Su papá es un fanático del fútbol. Cuenta que la llevó al estadio por primera vez cuando tenía una semana de nacida y que lo acompañaba en sus viajes transportando al plantel o a la barra de O’Higgins de Rancagua.
“Empecé a jugar en un club que se llamaba Villa El Guindal. A mí me gustaba, era algo que me apasionaba y jugaba con hombres. Me hacía sentir mejor. Es un juego distinto y más rápido. Eso me ayudó a crecer. Nunca me dijeron cosas en contra, al contrario, siempre que llegaba del colegio o los fines de semana me pasaban a buscar a la casa para ir a la cancha”, relata.
No había reparos en las pichangas de barrio, pero sí en la familia. A su abuelo, con quien se crió, no le gustaba que jugara fútbol. Si la encontraba viendo un partido, le cambiaba el canal o le apagaba la tele.
“Era súper machista. Yo vivía con ellos, me criaron desde chiquita, soy muy regalona. Mi abuelo decía que no le gustaba el fútbol, que era para varones, que me podían lastimar. Ya después esto se fue masificando y él se fue haciendo la idea. Cuando se jugó el Mundial de Francia, mi abuela veía los partidos de la selección chilena y él se sentaba a verlos también. Ahora se hizo el hincha número uno mío y de mi prima, que también juega. Pasa viendo videos míos en Youtube o mandándoles fotos a su familia, siempre me está alentando, se siente muy orgulloso”, apunta.
Del Villa El Guindal pasó a la selección femenina de Machalí. Con el elenco de la Sexta Región se atiborró de títulos y distinciones individuales que le valieron un llamado a la “Roja” con 12 años. Recuerda haber compartido con Christiane Endler y con varias más de las que hicieron historia al clasificarse al Mundial de Francia. “No me dejaron por ser muy chica y por la estatura”, revela entre risas.
Pero la edad no fue impedimento para que Cobresal la contratase y la hiciese debutar con los mismos 12 años. Camila Pavez cuenta que estaban disputando un encuentro contra Rangers y que una compañera se lesionó. Si bien sentía los nervios propios del debut, tenía mucha confianza en lo que podía hacer.
“Yo confío mucho en mis capacidades, jamás he dudado. El técnico sí dudó un poco, porque era muy pequeña y le daba miedo que pudiera debutar con personas mayores. Cuando me hizo entrar, íbamos perdiendo 4-1, pero convertí esos goles y terminamos ganando 4-5. No me sacó más del equipo titular”, narra.
La pasión era la pelota, pero en la casa le exigían que rindiese en el colegio. No podía conciliar las dos cosas y su mamá le decía que estudiara, que no le veía mucho futuro al fútbol femenino.
“Cuando yo estaba en media, me escapaba del colegio para ir a jugar cuartos de final contra Universidad de Chile. Tuve un reto gigante de mis papás y quedé condicional. Pero mi papá siempre fue perseverante conmigo, mi mamá se tiraba más por el tema del estudio. A veces no me daban permiso para ir a jugar por tema de notas, entonces tenía que escaparme por las noches. Habían viajes a Temuco o Valdivia. Hacía dedo en la carretera o a veces mis compañeras no se iban la noche anterior por esperarme a mí el otro día”, devela.
Pavez fue goleadora nacional en tres campañas con Cobresal. Con el cuadro minero, además, llegó a dos finales, perdiendo ambas con Colo Colo. Sus metas ahora son ganarse la titularidad en River y hacerse espacio en la selección adulta. Para el futuro, mira a Europa.
“Me gustaría ir a Europa, a España, si no a Francia. Me encantaría jugar en el Barcelona”, cierra.
FUENTE EMOL