Publicado hace 20 años, el álbum homónimo fue el último del trío original de González, Narea y Tapia. Tensiones internas, desencuentros creativos y una tibia recepción comercial marcaron la historia de un registro cruzado por canciones como Ultraderecha y San Miguel. Este lunes, a tono con el aniversario, se publicará un videoclip inédito del tema Europa, el que marca la celebración del hito.
Era un paso natural para una banda que se reunía tras largo tiempo fuera de los escenarios. Por ello la intención de Los Prisioneros, casi desde el momento que comenzaron los preparativos para sus multitudinarios shows de regreso en el Estadio Nacional a fines de 2001, era el de lanzar un nuevo álbum. Para el invierno de 2002, tras la gira por Chile que los reencontró con el público nacional, un animado Jorge González comenzó a componer su nuevo material en la casa enclavada en el Cajón del Maipo que compartía con su entonces pareja, Loreto Otero.
“El proyecto del nuevo disco partió con mucho entusiasmo, como pasa en todos los grupos que se vuelven a juntar, que aún tienen el bicho creativo y las ganas de correr el riesgo de hacer música nueva. Era el caso de Los Prisioneros”, detalla a Culto el exmánager histórico del grupo, Carlos Fonseca. “Grabar un disco nuevo se transformó en una razón de ser fundamental del regreso. Una vez que nos dimos cuenta que era para largo plazo y no solo para tocar en el Estadio Nacional. Como siempre, Jorge, el encargado de salir con las canciones”.
“Para Jorge el Estadio fue lindo, fue bárbaro, pero para él la idea de reunirse siempre fue seguir adelante con el grupo, hacer cosas nuevas. Él estaba más preocupado por el disco que por el Estadio”, dice Alfonso Carbone, por entonces gerente de Warner Music, que trabajaba con el grupo.
A pesar del ánimo que rondaba en el trío por el reencuentro, el proceso del nuevo álbum abrió tensiones insalvables que derivaron en la posterior salida del guitarrista Claudio Narea. El punto crítico estuvo, precisamente, en el proyecto del álbum. Como detalla en su libro Biografía de una amistad, González entregó los demos de diez canciones que acababa de componer al baterista Miguel Tapia y a Fonseca, quienes estaban muy entusiasmados.
Miguel Tapia recuerda esas primeras sesiones. “A mí me gusta mucho ese disco, toda la vida me gustaron las letras de Jorge -dice a Culto-. Yo vivía en Ñuñoa en ese tiempo, me llevaba el material a mi departamento y lo editaba, que es algo que me encanta. Se lo llevaba de vuelta a Jorge. Con ese material fuimos después al estudio”.
Pero a Narea, los temas nuevos no le movieron un pelo. “En cuanto los tuve en mi poder, me decepcioné -detalla en el texto-. Los oía una y otra vez intentando sentir lo mismo que los demás, pero fue imposible (…) carecían de la chispa que tenían los antiguos temas”. Contactado por Culto para este reportaje, Narea declinó hablar, argumentando que aquella “fue una época horrible”.
“Como compañía teníamos muchas expectativas con el disco, sabiendo, lógico, que no eran Los Prisioneros de los 80′”, recuerda Alfonso Carbone. “Eran gente que habían crecido y tenía que hacer las cosas de acuerdo a como estaban en ese momento. Sí creo que el que esperaba algo igual era el público, creo que el publico aún no termina de descubrir ese disco”, agrega.
Mientras, en noviembre el grupo viajó a Europa y EE.UU para el tramo internacional de la gira. Durante los días en Madrid y Barcelona, el camarógrafo que acompañaba al grupo, Marcos Rodríguez, los registró caminado por lugares como la Puerta de Atocha y la estación de trenes de Madrid. González, luciendo walkman y audífonos, hizo un doblaje de la canción Europa, una de las elegidas para el disco, a partir de una versión single que nunca se llegó a publicar. El registro, hasta ahora inédito, será publicado este lunes 5 de junio en las plataformas oficiales de los sanmiguelinos. No es la única novedad; en los próximos meses se espera la reedición del álbum En las Raras tocatas nuevas de la Radio Rock & Pop, en formato físico y digital, a tono con sus 20 años.
Una vez de regreso en el país, el grupo tuvo presentaciones en la Teletón (cuando González despachó su recordada introducción en que aludió a los empresarios) y dos shows en el Estadio Víctor Jara. Tal como en la gira internacional, el grupo interpretó la canción Concepción, la primera que se daba a conocer al público y que ya habían presentado durante su participación en el programa De pé a pá, en octubre. Era un homenaje a la escena musical penquista, compuesto por Jorge González durante sus días de rehabilitación en Cuba y que el grupo ensayó incluso durante su preparación para los shows en el Estadio Nacional.
Hasta ese punto, todo parecía ir bien, pero en la interna la situación comenzaba a agriarse justo en la previa a las sesiones de grabación en Estudios del Sur. “Claudio dijo que quería componer más y todos accedimos a que lo hiciera -recuerda Carlos Fonseca-. No compuso prácticamente nada en ese período, pero se dedicó a criticar los temas que mostraba Jorge, en especial los más electrónicos, como Europa y Los Templos. Decía que el material de Jorge era flojo y no lo que él esperaba de un nuevo disco de Los Prisioneros. A última hora, Claudio sólo entregó dos canciones para las sesiones que comenzaron en diciembre de 2002; Fiesta nuclear, un tema medio divertido que después se negó a incorporar en el disco porque no quería que su canción estuviera en él. Y Canción del trabajo, que básicamente era una idea de letra de Claudio, que Jorge la ayudó a terminar”.
Según Fonseca, en el sello Warner, que trabajaba con el grupo, había una buena opinión del nuevo material. “Ellos estaban súper entusiasmados de los demos que estábamos entregando. De hecho muchas veces hablaron con Claudio para entender ellos qué era lo que le pasaba con las canciones”.
“Yo fui a almorzar con Claudio un día -recuerda Carbone- él se quejaba de que habían canciones que no le gustaban, pero creo que el problema era que él en ese momento estaba en una sequía compositiva y eso lo frenaba también, algo que a todos les pasa, pero Jorge quería que Claudio tuviera más participación”.
Un disco en tensión
Así, con la tensión latente, Los Prisioneros comenzaron las sesiones de trabajo en los Estudios del Sur (ubicados por entonces en Santiago) el 9 de diciembre de 2002. En la parte técnica, Jorge González convocó a un viejo amigo de sus días vinculado a la música electrónica, el alemán Tobías Freund. “Conocí a Jorge en 1996 a través de mi amigo Martin Schopf (Dandy Jack), él también es chileno y teníamos un proyecto de banda juntos llamados Sieg Über Die Sonne -detalla el músico desde Berlín a Culto-. Estuve trabajando con ellos en una mezcla en Santiago en un proyecto de cumbia electrónica llamado Gonzalo Martinez (NdR: disco de 1998). A través de esta conexión nos hicimos amigos y debido a mi largo trabajo como ingeniero de sonido me preguntó si podía hacer la mezcla para el próximo disco de Los Prisioneros”.
Así el conjunto comenzó a trabajar en largas sesiones. Una nota de La Tercera publicada el 8 de junio, detalla que el trío comenzaba a trabajar habitualmente a las 9 de la mañana y se retiraban cerca de la medianoche, incluso comían en el estudio. “Ahí le dimos los toques finales, marcados por un clic, después yo hacía correcciones en mis máquinas”, recuerda Miguel Tapia.
Según Carlos Fonseca, se trató de buscar soluciones para enganchar a Narea con el álbum. “Durante todo el proceso, Claudio siguió diciendo que quería incorporar más temas suyos, pero no entregó nada más. Incluso armamos un mini estudio en nuestras oficinas con Chalo González, que iba todos los días. Claudio apareció los primeros dos días, tarde. No avanzó nada y después no fue más. Chalo se aburrió de esperar todo el día sin que llegara, así que desmontamos el estudio a la semana”. Incluso, para Canción del trabajo se convocó a un coro de niños y a parte de la Orquesta Sinfónica Juvenil, con quienes tocaron en un show a beneficio de la misma llamado Liberan Talento, en marzo de 2003.
Lo cierto es que Narea, tal como en los 80′s no enganchaba con el costado más electrónico. “Siempre fue así, cuando grabamos ese disco no era distinto, en el estudio estábamos más Jorge y yo -dice Tapia-. De hecho, el solo de guitarra de Ultraderecha fue un efecto que yo le puse, nos gustó y así quedó porque no estaba Claudio para opinar”.
Por su lado, Tobias Freund recuerda el ánimo del grupo en esas extensas jornadas de trabajo. “El primer disco que mezclé (con Los Prisioneros) fue en el 2003 en el Estudio del Sur. Recuerdo que hicimos varias sobregrabaciones con un coro infantil y algunas tomas extra de la voz de Jorge. Miguel y Claudio estaban en el estudio con bastante frecuencia, teníamos un agradable tiempo, productivo y eficiente ¿si vi alguna dificultad de Claudio con las canciones más electrónicas? No tuve mucho contacto con él, así que en realidad no puedo decir si hubo alguna dificultad”.
El proceso en el estudio fue documentado por la cineasta Carmen Luz Parot. El registro de 30 minutos, grabado en formato Dv Cam, se realizó entre marzo y abril de 2003. “Sin duda lo más interesante de este trabajo es que se muestra cómo los músicos van tomando determinaciones sobre los temas. Personalmente una de las partes que más me gustaron fue cuando grabaron Canción del trabajo, porque rescata cada detalle del registro, entre ellas, las discusiones de Claudio y Jorge”, le dijo la realizadora a LT en su edición del 14 de junio de ese año. Hoy ese registro está disponible en el canal oficial del grupo en YouTube.
Como cuenta Narea en Biografía de una amistad, le planteó a González que no se sentía bien tocando la nueva música del grupo. “Terminé diciéndole que quizá yo debería dejar la banda”, detalla, lo que enfureció a su viejo amigo. Por su lado, Carlos Fonseca cuenta que todo el embrollo de Narea ya tenía hastiado a González. “Desde comienzos de 2003, Jorge lo quería sacar y yo trataba de convencerlo de varias maneras que no lo hiciera. Miguel se mantenía neutro durante ese tiempo, pero lo tenía entre ceja y ceja, ya que él siempre ha tenido una mala opinión del compromiso y aporte de Claudio desde la prehistoria de Los Prisioneros”.
Ultraderecha y San Miguel
El proceso de mezcla del álbum a cargo de Tobías Freund, terminó el 13 de abril. “Me gusta mucho todo el disco, pero hay algunas canciones que son un poco más experimentales y que son de mi agrado. El otro extranjero, Canción del trabajo, Mami y la final En el cementerio, son asombrosas para mi gusto”, dice el músico, quien acaba de publicar un nuevo álbum titulado, Tobías & Friends TOP TEN, un proyecto de versiones en que participa el chileno Carlos Cabezas.
Pese a que González le había asegurado a Narea que el disco solo saldría cuando “todos estemos conformes”, las dificultades no acabaron. Aunque se había hablado llevar la canción Los Templos como primer sencillo, tras las aprensiones de Narea luego se eligió a Concepción. Allí entró en escena el videísta Carlos Moena, con experiencia al haber trabajado con figuras como Javiera Parra y Lucybell.
“Me contactó Carlos Fonseca y me encargó ponerme creativo con la canción Concepción y ser discreto”, le contó Moena a este medio con ocasión de la reedición del álbum en 2021. “Me llegó un CD quemado sólo con esa canción, todo muy secreto. Inventé un hermoso guión con los Prisioneros arriba de un tren junto a los personajes que menciona la canción; todo muy caro y complejo”.
La productora de Moena le mandó el presupuesto a Fonseca. “Costaba 25 millones de pesos -cuenta-. Obviamente no íbamos a pagar esa cantidad de dinero por hacer el video. Entonces nos pilló la máquina, no se nos ocurrió otra idea para el vídeo”.
Así hubo cambio de planes y se escogió a Ultraderecha como primer sencillo; una canción en el tono contestatario de los 80′s y con pulso bailable. “Tuvimos una grata reunión con los tres Prisioneros y Carlos Fonseca, dejamos a un lado el plan original, y Jorge vino con el concepto clarito: tocamos en vivo para un grupo de cuicos”, recuerda Moena. Tras buscar clubes nocturnos, finalmente el videoclip se filmó en la ex Oz el 27 de abril de ese año con centenares de extras, en una jornada que se extendió desde las seis de la mañana hasta las dos de la madrugada de la jornada siguiente. “Yo creo que es un video correcto sin ser brillante -pondera Moena-. Creo que siempre hay que contar historias, aunque sean tan mínimas que no lo parecen, y ahí fallamos porque teníamos una buena premisa, pero no buenas acciones. No todo sale perfecto, ¿no?”.
El álbum Los Prisioneros se lanzó el 5 de junio de 2003. En una época en que la piratería era un asunto serio, se le dio una agresiva campaña de promoción en medios. Así, el grupo pasó por programas en radio Rock & Pop y hasta grabó un especial para TVN, aprovechando la cercanía que tenían con el equipo del programa De pé a pá, donde se habían presentado desde su regreso. El empuje fue tal, que en su primer día en los escaparates, el álbum se agotó, lo que obligó a Warner a reponer el stock horas más tarde. En dos días despachó 20 mil copias. “Hasta ese momento no hubo grandes tensiones, el lanzamiento se hizo normal, lo que pasó después fue un tema interno de ellos, quizás el disco motivó otras cosas, pero el disco no fue el motivo de la ruptura”, dice Carbone.
Pero la crítica no fue positiva con el álbum. “Además de Ultraderecha no hay otro tema en el disco que tenga un estribillo tan pregnante. Por eso, más que un álbum que abra una nueva brecha en la historia del trío, éste viene a ser un interesante collage de las inquietudes de González”, señala la crítica de Mauricio Jürgensen publicada en La Tercera. Aunque Miguel Tapia asegura que “siempre hubo críticas, incluso Corazones, que hoy es un disco venerado, no es que fue destruido, fue hecho mierda por los medios”.
En principio, las ventas del disco cumplieron las expectativas, incluso logró el Disco de Oro (por más de 10.000 copias vendidas), pero luego se estancaron. En el momento se dijo que por ello se lanzó el single San Miguel. Pero Carbone matiza la situación. “En general a todos los discos les pasa eso -asegura-. Había mucha expectativa y el disco vendió lo que tenía que vender, pero después se vuelve una venta normal, no fue que sacamos San Miguel para levantar el disco, era el proximo single, ahora, no esperábamos que esto fuera Corazones o La voz de los 80′”.
Así salió el single San Miguel, un tema de sonoridad sesentera con aire a Los Galos que evocaba un regreso al terruño. “Ese me encanta, tiene una cosa como de Ricardo Cocciante”, dice Miguel Tapia. El videoclip, dirigido por Carlos Moena, tenía como premisa que Jorge pasaba a buscar a Claudio y Miguel, casi como en su adolescencia. “Fue una idea mía, inspirada totalmente por la canción. Es un tema de sanación personal, por eso escogí al gatito que se lame como primera y última imagen”, recuerda el director. Este video se realizó en doble jornada. “Un hermoso domingo de sol después de lluvia filmamos a Los Prisioneros caminando; otro hermoso día de sol después de la lluvia filmamos miles de lugares y personas por toda la comuna de San Miguel”.
Pero de la camaradería de los inicios ya quedaba poco. Por entonces las relaciones al interior del grupo ya estaban trizadas. El punto crítico fue una entrevista de Narea a LUN, lo que molestó al grupo. “Lo llamaban directamente y hablaban con él, eso fue lo que empezó a aguar el el tema. Cuando Narea ya se puso muy pesado, Jorge quería echarlo nomás, ya le daba lo mismo”, dice Fonseca. “Al final fue el mismo Miguel el que tomó la decisión después que saliera publicada una entrevista a Claudio en LUN donde criticaba el disco”, agrega.
El clip de San Miguel fue el último proyecto que reunió a González, Tapia y Narea. “Para cuando grabamos el video de San Miguel en septiembre, Claudio ya estaba desahuciado y se había mantenido en el grupo gracias a mi insistencia para que no lo echaran. De hecho, fue despedido a los pocos días”, comenta Carlos Fonseca. A ello siguió el ingreso de Álvaro Henríquez por unos meses, mientras todavía estaba ocupado en Pettinellis, su banda de entonces. Con él, grabaron la sesión en las Raras tocatas nuevas, ocasión que también se recuerda por la conferencia de prensa en que González, harto de las preguntas sobre Narea, lanzó los micrófonos al suelo. Todo había acabado.
Fuente: La Tercera