Los resultados de la prueba PAES 2025 confirman lo que estudios y expertos han advertido por años: las desigualdades educativas en Chile persisten y reflejan brechas estructurales profundas. Este fenómeno excede ampliamente el ámbito educativo y se entrelaza con los determinantes sociales de la salud, definidos por la OPS, CEPAL y OCDE, como factores que las personas crecen y se desarrollan, moldeando las condiciones de vida y oportunidades a lo largo del curso de su vida.
En Chile, el rendimiento académico está profundamente condicionado y determinado por el nivel socioeconómico, el territorio y el acceso a recursos. Según la CEPAL, las desigualdades en educación son la causa y la consecuencia de las inequidades estructurales. Esto se evidencia en los marcados contrastes entre estudiantes que acceden a establecimientos bien financiados, con infraestructura adecuada y acceso a tecnología, frente a aquellos que enfrentan carencias múltiples en sus entornos.
La OPS señala que los determinantes sociales de la salud, como la pobreza, la inseguridad alimentaria y las condiciones de vivienda, afectan directamente el desarrollo cognitivo y emocional de los estudiantes. Un estudiante que asiste a clases con hambre o que vive en un ambiente inseguro tiene menos posibilidades de rendir al máximo de su potencial. Los datos de la PAES muestran que los estudiantes de contextos más vulnerables obtienen puntajes significativamente más bajos, perpetuando un ciclo de exclusión y limitación de oportunidades.
La OCDE, por su parte, resalta la necesidad de políticas públicas integradas que enfrenten estos desafíos de manera intersectorial. En el caso de la Región de Coquimbo, esto requiere una visión que trascienda las fronteras del sistema educativo e integre áreas como salud, vivienda y empleo. Solo un enfoque coordinado permitirá cerrar las brechas.
Los resultados de la PAES deben ser una llamada de atención para abordar las raíces de estas inequidades. La educación no puede ser vista en aislamiento; es un reflejo de las condiciones sociales y económicas que moldean las trayectorias de vida. Si no se abordan los determinantes estructurales que afectan el bienestar y la salud de las familias chilenas, las desigualdades educativas persistirán.
Chile y la región de Coquimbo, en particular, tiene la oportunidad de liderar un cambio estructural que garantice que cada estudiante, sin importar su origen, tenga las mismas oportunidades de éxito. Este desafío no es solo educativo, sino social y ético: avanzar hacia una sociedad más equitativa depende de ello.
Por Fernando Cortés, académico y director del Magister en Gerencia y Gestión de Salud de la U.Central Región de Coquimbo.