Kathleen Folbigg pasó 20 años en prisión acusada de haber asesinado a los niños cuando tenían entre 19 días y 18 meses de vida.
Kathleen Folbigg, que llegó a ser considerada la peor asesina en serie de Australia, fue indultada y puesta en libertad este lunes tras pasar 20 años en prisión acusada de la muerte de sus cuatro hijos.
La gobernadora del estado de Nueva Gales del Sur firmó el indulto tras conocer las conclusiones de un informe sobre el caso a cargo del juez retirado Thomas Bathurst, informaron este lunes las autoridades.
El jurista llegó a “la firme consideración de que hay dudas razonables sobre la culpabilidad de Folbigg” en cada una de las muertes, después de que una investigación científica coordinada por la inmunóloga española Carola García de Vinuesa vinculara los decesos a fallos genéticos.
El indulto no implica que la mujer, de 55 años, quede absuelta por los delitos que se le atribuyeron, lo que es competencia del Tribunal Penal de Apelaciones, y cabe la posibilidad de que Folbigg reclame una indemnización.
La muerte de las guaguas
Los hijos de Kathleen Folbigg –Caleb, Patrick, Sarah y Laura-, fallecieron entre 1989 y 1999 en Hunter-Newcastle, a unos 120 kilómetros de Sidney, cuando tenían entre 19 días y 18 meses, mientras estaban bajo su cuidado.
Casada en 1987 con Craig Folbigg, todo comenzó cuando Kathleen gritó a su marido la noche del 20 de febrero de 1989 “algo le pasa a mi guagua”, al descubrir que su primogénito, Caleb, no respiraba, muriendo 19 días después de nacer.
“Pasó de nuevo”, lloró Kathleen Folbigg al pedirle a su marido que regresara a casa cuando su segunda guagua, Patrick, quien ya padecía de daño cerebral, ceguera parcial y ataques epilépticos, murió un 13 de febrero de 1991 a los ocho meses de edad.
En el tercer caso, Folbigg halló a su hija Sarah, de diez meses y medio, azul e inmóvil, muriendo el 30 de agosto de 1993. Seis años más tarde, el 1 de marzo de 1999, su cuarta hija, Laura, fallecía a los 18 meses después de que su madre la pusiera a dormir la siesta.
Inicialmente, los expertos consideraron que Caleb y Sarah fueron víctimas de una muerte súbita y Patrick de un ataque de epilepsia, mientras dejaron como “indeterminadas” las causas del deceso de Laura, lo que abrió la puerta a investigar posibles infanticidios.
El diario incriminador
Las investigaciones penales comenzaron en julio de 1999, poniendo especial atención en el diario de Folbigg. En él escribió: “Soy la hija de mi padre”, en alusión a su padre biológico, quien mató a puñaladas a la madre de Folbigg en 1969, cuando ella era una menor de 18 meses, después de que la mujer se fuera de casa.
Folbigg, quien se separó de su marido en el año 2000, escribió en su diario: “Me siento la peor madre del mundo, tengo miedo de que me deje como lo hizo Sarah (su hija). Se que tenía poca paciencia y era cruel con ella a veces y se fue (murió)”, o pasajes en las que achacaba que su estrés le hacía “hacer cosas terribles”.
Este diario, que fue clave en su posterior condena en 2003 por el asesinato de Patrick, Sarah y Laura, así como el homicidio involuntario de Caleb, a 40 años de prisión, con derecho a pedir la libertad condicional después de 30 años.
Proceso legal
Folbigg, quien siempre ha defendido su inocencia, logró que el Tribunal Penal de Apelaciones le rebajara su condena en 2005 a 30 años, con derecho a pedir la libertad condicional después de 25 años de cárcel.
En 2008, las autoridades australianas ordenaron una investigación no judicial del caso, pero el entonces juez Reg Blanch, a cargo de la revisión, determinó que las evidencias contra la acusada, así como sus diarios, demostraban su culpabilidad.
“La única conclusión razonablemente abierta es que alguien causó intencionadamente daño a los niños, y la asfixia fue el método obvio. Las pruebas no apuntaban a otra persona que no fuera la señora Folbigg”, recalcó entonces Blanch.
La investigación científica
El caso dio un giro en 2020, cuando un equipo de científicos, coordinado por la inmunóloga española Carola García de Vinuesa y liderado por el danés Michael Toft Overgaard, concluyó que los decesos de las guaguas de Folbigg podrían deberse a causas genéticas.
La investigación científica, publicada en la revista especializada “Europace”, de la Asociación Europea de Cardiología, vincula una mutación genética (CALM2) de Sarah y Laura, con la muerte súbita cardíaca.
Además, el estudio, conformado por un equipo internacional de 27 científicos, constató que los niños portaban variantes raras de un gen que mata a roedores por ataques epilépticos.
El caso fue reabierto nuevamente a raíz de una carta enviada en marzo de 2021 a las autoridades australianas por un centenar de científicos, incluidos dos premios Nobel, para solicitar el indulto y la liberación de Folbigg.
Fuente: Emol