Juan Francisco Aguilar Palominos.
Profesor General Básica y Licenciado en Educación. Mención de Lenguaje y Comunicación.
Estamos pronto de celebrar una de las fechas más importante del cristianismo, me refiero a la navidad del año 2020, una fiesta que nos invita a convivir o compartir con nuestros seres queridos, pues muchos mencionan que se juntan para celebrar el nacimiento de Jesús, pero esa celebración está condicionada por el consumismo puro, cada integrante que asiste a la cena navideña esta consiente que debe llevar un regalo, y no solo a una persona, sino a cada integrante de la familia y que ese regalo debe estar acorde a la situación, ya que no desea que lo enjuicien por el presente entregado. Considero que la fiesta navideña, y el nacimiento del mesías, es una de las cenas más cara que podemos encontrar en nuestra sociedad.
Cuando recorremos la calles y los comercios de la ciudad observamos una gran cantidad de personas que están circulando para poder comprar un presente; olvidando que nos encontramos en una de las crisis sanitarias más devastadoras en el último tiempo, además, de una crisis financiera por el aumento de la cesantía en Chile, pues eso no importa, importa comprar el regalo perfecto o el regalo solicitado tanto por niños como adultos, si adultos, Algunos de ellos aún creen en el “Viejito Pascuero” y solicitan los regalos que quieren para esta fecha y uno como buen Santa Claus, compra dicha solicitud, es más, los envuelve para sorprender a la persona… pues ya ni sorpresa existe.
Si se percatan los centros comerciales, no tiene la decencia de poner un pesebre a la venta, pues eso no deja ganancia, pero si encontramos árboles de navidad, luces, juguetes, ropa y otro tipo de elementos de consumo y uno cae en la red del consumismo y terminamos comprando lo que no es realmente necesario o relevante para nuestra vida. Peor aún, cometemos el gran error de creer que compramos con dinero dichos elementos, pero en realidad lo compramos con el tiempo que usamos para conseguir esa plata, tiempo que podríamos dedicarlo a nuestras pasiones, y por sobre todo a nuestra familia. Hay padres y madres que salen a trabajar a las 7 de la mañana y vuelven a las 20 horas de la noche, en qué momento comparte y disfruta a su hijo, pero aún así preferimos endeudarnos y ocupar la línea de crédito para comprar el presente solicitado.
Quizás muchos pensarán: “es que con estos regalos le voy a traer felicidad a mis familiares” pero podemos vivir de muchas maneras y ser feliz en cada una de ellas, debemos escoger cómo vivir, podemos vivir mejor o peor, vivir endeudados o no endeudados. Ahí está el truco y la trampa de la libertad. Porque la felicidad la debemos construir cada uno, saber distinguir que lo que vale la pena de lo que no, lo que merece un esfuerzo lo que no lo merece, lo que merece una lagrima de lo que no.
Debemos educar a las nuevas generaciones, y para educar debemos saber decir que no, y seleccionar que es lo que realmente necesita. No les podemos comprar todo lo que ellos quieran, debemos enseñar que las cosas se obtienen en relación al esfuerzo y no en relación en tratar de tener todo fácil. Si un niño tiene nueve años, y no camina solo por la ciudad, no necesita un celular que equivale al sueldo mínimo de una familia comprada en cuota. Y lo que es peor, muchas veces los que están compitiendo son los padres o familiares entre sí, para poder probar quien tiene más recurso, y realizar una competencia que no tiene sentido entre los adultos, ya que terminamos enseñando a los niños que valen por lo que tienen y no por lo que son.
Cada uno es libre de elegir como vivir, sin embargo los invito a reflexionar; el regalo más apreciado ¡es la vida!, que puedan usar el tiempo en vivir la vida realizando actividades que a ti te motivan, actividades que lo puedan hacer feliz, y sentirse pleno con ustedes mismo, por eso los invito a la sobriedad en estas fechas, que no caigan en la trampa del consumismo, ya que en estas celebraciones, nos imponen una cultura de gastar y gastar, que debemos comprar lo que nos solicitan, es cierto que estas actividades mueven la economía, pero te esclavizan al tener que pagar y pagar. Ciertamente me pregunto ¿Qué deseamos satisfacer en estas fiestas? ¿Por qué el deseo de comprar los regalos solicitados? ¿Por qué endeudarnos para esta celebración?